𝑺𝒆 𝒗𝒐𝒄𝒆̂ 𝒎𝒆 𝒂𝒎𝒂𝒔𝒔𝒆

129 14 0
                                    

Crecer en una favela a veces no es lo mejor que le pueda pasar a alguien, sin embargo, en uno de aquellos asentamientos vivía una linda jovencita de ojos verdes y cabello negro, la cuál aún con las adversidades que le habían tocado vivir se mantenía positiva. Su nombre era Senju Akashi, quién era conocida no solo por ser una de las más bonitas del lugar, si no que también por su carisma y por las habilidades que poseía, como en la cocina y en ciertas áreas de la música, pero todo esto era afectado por su hermano mayor, quién definitivamente no era un santo. En el ámbito romántico no había tenido tanta suerte, no hasta que un chico la había conquistado —aunque no con las mejores intenciones—.

Era una calurosa tarde cuando la ojiverde tuvo que caerse de su nube para chocar con la realidad, Senju estaba preparándose para poder ir a la ciudad y estudiar alguna carrera que le permitiera una mejor vida, pues aunque no odiaba el lugar donde nació, sentía que podía conseguir todo lo que había podido soñar sin necesidad de depender de su hermano. Ya lo había hablado con Hina, quien era su mejor amiga, y aunque no había nada confirmado, estaba decidida a irse, tal vez y se encontraba a Sanzu, quién se había ido algunos años atrás, aunque la joven no se sentía del todo tranquila al dejar a su novio sin decir algo al respecto, así que antes de tomar alguna decisión quiso ir a verlo para contarle su plan y tal vez irse juntos.

—¡Hey! ¡Matheus! ¿Estás ahí?— Preguntó mientras tocaba la puerta, de la cuál salió una mujer aproximadamente dos años mayor que ella.

—¿Y tú quién eres?— preguntó la mayor.

—Soy Senju, ¿Está Matheus por ahí?

—Oh, lo siento, mi esposo salió hace un rato, no sé a qué hora regrese—.

—¿Esposo?— Preguntó la pelinegra confundida

—Si, él y yo nos casamos hace ya casi un año, ¿Había algo específico por lo cuál lo buscabas?—

—N-no, era para pedirle algo, pero no te preocupes, veré con quién lo consigo— La joven estaba que no podía creerlo, si él ya tenía una relación, ¿Para qué la quería?

—Puedes decirme que necesitas, puedo ayudar— No pudo terminar pues el llanto de un bebé se escuchó. —Lo siento, es mi hija, ¿Me permites?

—No te preocupes, quédese tranquila para atender a su niña, yo veo como soluciono mi problema, gracias de todas formas—

(...)

—Ya llegué Sen— Dijo el pelinegro mientras entraba a casa de la menor.

—¡Vete de mi casa, ahora!— Exclamó entre lágrimas.

—¿Qué te sucede? ¿Todo está?— no pudo terminar sin antes sentir la mano de Senju sobre su rostro.

—¿Por qué carajos me mentiste? ¿Por qué no me dijiste que tenías una esposa y una hija? ¡Habla!— Gritó sin parar de golpearlo.

—¿C-cómo te enteraste?— Preguntó desconcertado.

—¡Ese no es el punto! ¿Acaso el amor de ella no era suficiente? ¿Aquella noche en la que me entreguen a ti en cuerpo y alma no significó nada?—. Se detuvo para seguir llorando, tenía las emociones a flor de piel.

—Te voy diciendo que con ella estoy por obligación, no porque realmente la ame, tú eres la única chica que amo—. El mayor intentó besarla pero ésta se alejó.

—No voy a creerte, no después de esto, así que por favor, vete, ¡Ahora!—.

El pelinegro no tuvo más que hacer, Senju estaba destrozada, había perdido tanto con él y no lo supo valorar, pero el problema más grande comenzaba cuando se dio cuenta de que sus vecinos habían oído toda la discusión lo cuál la hizo sentirse aterrada. Salió corriendo de su casa sin rumbo alguno, quería despejar su mente un rato, olvidar lo que había pasado y pensar que podría hacer para evitar ser señalada por la gente, pensó en contarle a Hina, ¿pero y si la juzgaba? estaba tan preocupada que no notó que una señora se acercó a ella.

—¿Qué haces a estas horas tan sola Senju?— Preguntó la mayor.

—Ah, buenas noches abue— Saludó secándose las lágrimas. —Matheus me ocultó que tenía una familia, lo supe mientras iba a contarle sobre mi plan de irme a estudiar— La señora, de nombre Naomi, era como una abuela para la ojiverde, pues en muchas ocasiones ella la cuidaba cuando Takeomi se iba a tomar con sus amigos.

—¿Y qué más pasó querida?—

—Llegó a mi casa como si nada, discutimos, y ahora tengo miedo porque los vecinos de seguro escucharon y lo vieron salir todo golpeado—.

—Ya veo— Dijo doña Naomi sentándose con la menor —No tienes la culpa de nada, ¿Sabes?—

—Lo sé, pero aún así duele, duele ver cómo mi dignidad está ahora por los suelos, le di tanto de mí y el me hacía eso—. Exclamó Senju desesperada. —Incluso estoy pensando en adelantar mi ida—

—Aún con lo que él te hizo sigues siendo una mujer digna y por eso debes mantenerte con la frente en alto— Dijo mientras la abrazaba —No está mal que quieras irte, pero hazlo por ti, por las metas que tienes—.

—Gracias por el consejo Abue, en cuando obtenga una buena cantidad de dinero te juro que vendré por ti y te compraré una casa muy bonita—.

Aunque Senju estaba mejor, lo que ella temía, el rumor de su discusión había ido de boca en boca, tanto que llegó a oídos de la esposa de Matheus, quién al saber todo lo sucedido comprendió el por qué aquella jovencita había llegado a su casa preguntando por su pareja. Cuando éste llegó no dudó ni un segundo en encararlo.

—Ya supe de lo que sucedió contigo y aquella muchachita, ¿Así que ella es tu único amor?—

—¡No es lo que piensas, de verdad!—

—Si no es lo que pienso, si no lo que estoy viendo, puedo apreciar perfectamente cómo fuiste a buscarla y como ella te rechazó completamente, y también cómo te dejo con la cara toda lastimada, pero es lo que buscabas por andar de pito caliente—

—Te juro que ella solo era una aventura, mi verdadero amor eres tú—

—¿Me crees tan estúpida? No pienso volver a caer en alguna de esas mentiras, y mucho me la dejaré te acerques a MI hija—

—Dirás nuestra—

—No, mía, no pienso dejar que alguien como tú sea su padre—

—¿Y cómo piensas hacer eso?—

—Yéndome de tu casa, no te preocupes por nosotras, no creo que te necesitemos—.

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐄𝐥 𝐂𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐢𝐨 ;; 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎𝐑𝐄𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora