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Las sirenas, las tres únicas sirenas que se encontraban ahí empezaron a dar vueltas, o eso parecía a simple vista, pues si lo mirabas bien, podías ver un hermoso baile, donde movían sus manos y cola de forma majestuosa a la vista de cualquier criatura, formando un círculo perfecto, todo esto, mientras tarareaban una canción con sus melodiosas y armoniosas voces.

- Sólo... Ten cuidado, ¿va? - Estaba preocupada, muy preocupada por su amigo, pero sabía que no podía detenerlo, pues él era un alma libre y curiosa, o lo hacía bajo sus ojos, o lo hacía a sus espaldas, lo que era aún peor.

El chico sonrió - Lo se, Akira, me cuidaré, lo prometo - La quería abrazar, pero ella era una chica orgullosa y firme, no se mostrará débil frente a absolutamente nadie, pero su otra amiga no, unas pequeñas lágrimas corrían por sus ojos y se lanzó a abrazarlo - Nieves, mi niña, estaré bien - Reafirmó sin quitar su sonrisa, y aceptando el abrazo.

- Apúrense, no creo que las chicas duren tanto - Interrumpió amargamente la soldado pelinegra.

Se quitó la máscara, poniéndosela a un lado de la cabeza y se metió en el agua, siendo tragado por el remolino creado por las sirenas.

°°°

Estaba tranquilamente en el bosque, recogiendo plantas, flores y frutas comestibles, ya sea para vender, como para comer, pues su familia carecía de dinero.

Un golpe fuerte lo desconcertó, seguido de un quejido de un hombre.
Corrió hacia el sonido, temía que hubieran cazadores y le hayan disparado a una persona, pues eran muy mezquinos, ya que a ellos no les importaba a quien disparaban, llegando a haber personas muertas solo por su "diversión" al cazar. El lo odiaba, no la caza, si no la excesiva que estos realizaban.

Grande fue su sorpresa al ver como un chico, al que nunca había visto antes, se levantaba del suelo, todo mojado y soltando algunas maldiciones.

- ¡Hey! - Llamó su atención.

Rubius se quedó congelado, no se giró en ese instante, ¿lo había visto? Akira y Luzu lo iban a matar, definitivamente.

- ¿Estas herido? - Se acerco un poco hacia el con cautela, no lo conocía y podía ser un poco peligroso.

No respondió.

- Joder, macho, uno intenta ayudar y... - En ese momento el contrario se giró.
Quedaron cara a cara, ojos verdes fuertemente intensos vs unos ojos...

- Violetas - Susurró el chico de máscara - ¡Tus ojos son violetas! - Exclamó con un tono más fuerte.

En ese momento, el joven oji violeta se encontraba arrepintiendose de aquella decisión de tratar de ayudar al otro, hasta que este corrió hacia él y puso ambas manos en las mejillas de él.

- Ostia, son muy hermosos - Lo miró directamente a los ojos, con muy poca distancia entre ellos, pero haciendo caso nulo, pues no se había dado cuenta, aunque el contrario si - He visto muchos ojos de distintos colores, pero los tuyos son los más hermosos que he visto en mi vida - Lo dijo más que nada para sí mismo, pero aquellas palabras también le marcaron al humano, quien estaba atónito por esa palabra... Hermosos... Hermosos... Era una palabra a quien nadie se dirigía al ver sus ojos, eran raros, por lo tanto, temidos, así que no tenía muchos amigos, por no decir que solo uno.

Luego de unos largos segundos mirándose mutuamente a los ojos, habló - ¿Quién eres? - Aún estaba dudoso, no sabía si confiar.

El contrario se puso una mano en la cadera y una en el pecho, con pose orgullosa y se alejó - Soy Rubén Doblas, pero puedes llamarme Rubius - Y lo volvió a mirar, pero esta vez para que el otro también se presentara.

- Bien... - Lo analizó y, aún dudoso, decidió confiar lo suficiente como para presentarse - Samuel De Luque - No lo conocía, no iba a decir su apodo.

Rubius estornudó, y ahí fue cuando repararon que él estaba completamente mojado, y con alguno que otro rasguño y moretón por las piernas y brazos.

- Ven conmigo - Agarró su canasto con frutas, flores y hiervas, y caminó hacia las afueras del bosque.

Dudó, obviamente, pero su curiosidad por cómo era la vida humana lo empujó a ir, sin mencionar que aquel chico llamó su atención, tenía la esperanza que todos los humanos tuvieran ojos tan hermosos como él, pues nunca se acercaba a aldeas o a otras personas, esta era la primera vez que lo veían.

°°°

Luego de una larga caminata llegó a una pequeña casa de madera, un poco alejada del pueblo más cercano.

Era vieja, pero no estaba sucia, por lo que pudo ver, ese tal Samuel era amante de la limpieza.

Entró a una habitación y salió con toallas y un poco de ropa.

- Lávate, estas lleno de tierra, y cambiate, sino te vas a enfermar - Le entregó las cosas que traía.

Se sorprendió a sí mismo, pues él no era alguien que solía confiar en cualquiera, pero algo le decía que aquel chico del bosque no era un cualquiera.

Lo agarró y agradeció con una leve inclinación, y se dirigió al baño que apuntó su acompañante.

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Listo, este si es el primer capitulo...
Sin más que decir...

¡Nos leemos en el próximo capítulo! 🐺💚🐻

Entre Mundos || RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora