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La ropa le quedaba grande, pero no había nada que hacer, ademas a él le gustaba la ropa ancha, era más cómoda y útil cuando necesitaba pelear, aunque eso nunca pasaba, el bosque siempre estaba bien protegido.

Se sentaron y empezaron a hablar.
Al inicio les costó mucho, pues aún eran desconocidos, pero con el rato ya hablaban como si se conocieran de toda la vida, tenían muchos gustos en comunes, dentro de lo que cabía.

Rubius se presentó como un chico que ama la naturaleza y que se había perdido después de huir de su casa, cosa que claramente era mentira, pero no podía decirle la verdad, a ningún humano, fuera de que era curioso y confiado, también era un guardián del bosque, debía protegerlo bajo cualquier costo, y no decirlo era parte de ese trabajo.

Samuel se presentó como un chico humilde y algo pobre, pero trabajador y entusiasta, afirmando que el contrario se podía quedar en su casa por unos días, siendo rechazado de manera nerviosa por el contrario, mientras decía que ya tenía posada.

El chico de máscara le contó sobre las propiedades de las plantas, muchas que el oji violeta no sabía, quien se sorprendía por cada cosa nueva que aprendía, haciendo sentir importante e inteligente a su invitado, pues no estaba acostumbrado a saber más que alguien.

Por otra parte, el mayor le contaba sobre festejos y festivales de las civilizaciones humanas, aunque él no las llamaba así, Rubius si. Este estaba completamente encantado por las maravillas que pueden crear unos seres tan débiles, pero interesantes e inteligentes.

El sonido de la puerta abierta alertó al castaño, pero antes de siquiera pararse, fue detenido por una mano en el hombro del contrario, mientras negaba con la cabeza.

- Sam, hijo, llegamos - Una dulce voz femenina resonó en la casa, seguida de una hermosa mujer de una edad avanzada, aunque sólo se podía ver por la edad de su único y amado hijo, la cual era 23 años, sip, pero a pesar de ser casi 30 años mayor, ella pasaba bastante bien como una mujer joven y bella, con sus ojos café oscuro y cabello completamente negro, contrario a su acompañante, quien tenía bastantes canas en su cabellera.

Ambos quedaron atónitos por el invitado de su hijo.

- Samuel, ¿quién es él? - Preguntó tranquilamente el hombre.

El mensionado se acomodó en su asiento y respondió - Su nombre es Rubén, padre, y es mi... Amigo -

Mientras el padre asimilaba lo que acababa de decir su único hijo, la mujer estaba que explotaba. Saltó en el mismo lugar donde estaba y caminó hacia el invitado, agarrandole la mano fuerte pero gentilmente y estrecharla de manera lenta - Es un gusto conocerle, señor Rubén, muchas gracias por ser amigo de mi torpe hijo y soportarlo - Lo decía tan precipitadamente que el mensionado apenas si pudo entender lo que decía la mujer, mientras veía como Samuel se sonrojaba de vergüenza ante lo que dijo su madre.

Iba a interrumpir, pero la voz del único fuera de la familia sonó primero.

- No se preocupe, señorita, no es tan malo como usted cree - Habló como si se conocieran hace ya mucho tiempo, pues entendió, al ver la cara de quien lo invitó, que no sonaría muy bien decir que se acababan de conocer.

La mujer de sonrojo al escuchar la palabra señorita - ¡Y educado además! ¿Ves eso, cariño? - Se dirigió a su esposo.

Este solo asintió, sin quitar su mirada del castaño. Por alguna razón, aquel joven le resultaba levemente sospechoso.

Rubius se estremeció al sentir la firme mirada del padre de la casa sobre él. Movió un poco la blusa de aquel quien lo invitó. Este entendió rápidamente el mensaje, pues sabía cómo era su padre y como la gente reaccionaba ante este. Se levantó, y con las habilidades que había conseguido al tener padres tan estrictos, dijo con una voz alegre - Padre, madre, lamento que nos tengamos que ir, pero le prometí a la madre de Rubén que lo llevaría temprano, pues se podía perder camino a casa -

Su madre bajó la vista y suspiró - Lastima, pero entiendo ese sentimiento - Miró al castaño y le sonrió - Espero volverte a ver, querido, cuida mucho de mi pequeño Sam. -

El anterior mensionado sacó rápidamente al chico de máscara de la casa, y después de unos minutos caminando, el castaño decidió cortar el silencio - ¿A donde me llevas? -

El contrario paró en seco, es verdad ¿a donde lo llevaba? Ni siquiera sabía donde vivía, ni nada por el estilo, lo acababa de conocer ese mismo día, tampoco es que se pudiese esperar mucho.

- Bien, tal parece que no sabes a donde, en ese caso, me iré solo a mi casa - Empezó a caminar hacia el bosque, hasta que se dio una vuelta brusca - Ehh... Samu... ¿Podría pedirte un favor? - Preguntó un poco avergonzado.

Aunque estaba extrañado de aquel apodo, asintió.

- Mañana... ¿Mañana nos podemos volver a ver? A la misma hora de hoy en el bosque - Al ver la cara de confusión de su acompañante, añadió - Me gustaría conocer más sobre estos pueblos de los que me has hablado, y las plantas, así que, por favor, acepta - Agachó levemente su cabeza, como era costumbre donde él vivía al pedir un favor, disculparse o agradecer.

Esto le pareció raro al chico de ojos violetas, no se conocían, pero aún así terminó aceptando.

Rubén le sonrió, y con un movimiento de manos, se fue corriendo hacia aquel misterioso bosque.

Se dio la vuelta, dispuesto a volver a su casa, pues ya estaba anocheciendo.

Suspiró.

Que chico más raro había conocido.

Y peor aún...

¿En qué se había metido?

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¡Heyyy!
Lamento que el capitulo de hoy sea tan corto, trataré de compensarlo.
Bueno...
Que tengan un lindo día, sin nada más que decir...

¡Nos leemos en el próximo capítulo! 🐻💚🐺

Entre Mundos || RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora