En su segundo año universitario, Jimin pasa la noche con un chico sin conocer su nombre. Ahora en su último año, se reencuentra con él, pero de una manera muy peculiar.
- Soy tu nuevo roommate.
- Espera... ¿te conozco de algún lado?
- Mhmm... no lo...
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— Al rato después...
El pelirosa caminaba por los pasillos de la tienda que Jungkook le recomendó. Era GIGANTE, lo cuál no era cosa difícil perderse. Lo mejor de todo, era que en cada esquina había una persona que trabajaba ahí esperando que te acerques para resolver alguna duda, y Jimin tenía millones.
— Hola. —sonrió el chico—. Um... ¿Dónde está el pasillo de pinturas?
— ¡Hola! —dijo con ánimo una chica—. Directo en el pasillo siete, ahí podrás encontrar a otra persona si tienes alguna duda en cuanto a las pinturas. Si necesitas herramientas para pintar, puedes ir al pasillo ocho.
— Genial. Muchísimas gracias.
Jimin se despidió con una reverencia y le hizo caso a la amable chica. Al entrar, tenían solo pinturas blancas y etiquetas por ambas paredes de distintos colores. Desde lo más claro, hasta lo más oscuro. De lo pastel a lo más saturado. Era una gama gigante de colores y de diferentes marcas.
— Hola, ¿Buscas algo en especial? —preguntó un hombre alto y de edad. Jimin le hizo una leve reverencia y asintió un poco perdido, pero asombrado por todo lo que había en tal pasillo.
— Buenas tardes. Busco una pintura de este color —dijo Jimin, sacando un papel de color verde lima en tonos pasteles—, pero solo veo pinturas blancas.
