6: Candy kisses

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Después de caminar más tiempo, ambos totalmente rojos, sin decir nada; Jeno le enseñaba barcos y como algunos peces saltaban en la costa.

Jaemin observaba como niño, apoyado en la baranda, con su Hyung detrás suyo; no le incomodaba para nada la posición, en lo absoluto.

El lugar donde habían llegado, era la cumbre de las parejas felices.

Tal vez por la romántica vista al mar, el atardecer, o quien sabe. Shotaro y Sungchan habían decidido ir también.

El australiano no tardó en encontrar aquella tierna escena, e interrumpió a su novio que tomaba de su refresco, para que también lo vea.

—Ah, qué bien. Renjun tenía razón, Jeno está muy atento con Nana.

—Ven, vamos a saludar.

—No, amor, pareces los típicos padres que interrumpen en el mejor momento.

—Es que tengo una idea muy cool, vamos— tomados de la mano, ambos se dirigieron hasta los dos chicos.

Jaemin estaba impresionado, pero la voz de su amigo lo hizo reaccionar.

Entonces amablemente, se desprendió de la baranda, mientras Jeno se acomodaba a su lado, y sonrió.

—Hola, Sungchan, Shotaro Hyung.

—No vamos a preguntar— sonrió el castaño—. Sólo pasábamos por aquí y los vimos.

—Oh, nosotros también.

—Sí, ah, oye; no te olvides que esta noche en nuestra habitación.

—Sí, seguro.

—Jeno, tú también puedes venir— invitó—. Pensamos ir todos juntos a la fiesta, si es que quieres.

—Oh... Pues, creo que es una buena idea— sonrió.

—¡Genial! Nos vemos entonces, adiós.

Los mayores siguieron su recorrido, y una vez lejos, Shotaro destapó su refresco, mojó un poco su dedo y manchó el rostro de Sungchan.

—¿Qué haces?

—Estúpido. Mark y Donghyuck estarán esta noche, y lo último que faltaba era que lo invites.

—Oh, ¡Lo siento! Pero también quería pensar en Nana. ¿No los viste?

—Sí, bebé, los ví. Pero tú te haces cargo del desmadre que provocaste.

—Cada vez que me dejas en manos algo, termina perfecto. Como tu corazón, ¿O no?

Jeno y Jaemin ya caminaban de regreso, mientras hablaban de cualquier cosa

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Jeno y Jaemin ya caminaban de regreso, mientras hablaban de cualquier cosa.

—No sabía que dormías con peluches.

—No siempre. Odio los truenos.

—¿Y entonces abrazas al señor Pato?

—No se llama así— murmuró—. Algo parecido.

𝑹𝑶𝑶𝑴𝑴𝑨𝑻𝑬 𝑳𝑰𝑲𝑬 𝑯𝑰𝑴  (NOMIN) AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora