Supe que eras tú incluso antes de saber que te quería. Y cuando lo descubrí sentí que llegaba tarde y eso que me había pasado media vida llegando tarde para mí misma pero, cuando se trató de nosotros, sentí consumirme al descubrir que casi nos teníamos pero que debíamos dejar de ser. Me pregunté cuánto duraría ese dolor y nunca lo supe. Lo que sí supe es que quería llevarme conmigo todo aquello que pudiera dañarte como la única forma de demostrarte que siempre iba a ser yo. Aunque el tiempo y la vida no nos dejara.
Recuerdo que en ese instante en el que me vi marchar, todo parecía funcionar a cámara lenta, como si pudiera encontrar una buena excusa para que el tiempo se parara durante unos segundos y me dejara quererte un poco más. Te vi sonreírme, te vi con miedo de no saber dónde acabaríamos y con miles de preguntas contigo que nunca tendrían respuesta porque al irme, ellas se venían conmigo.
Temí que me olvidaras porque ese era mi mayor miedo. Que pasara el tiempo y ni siquiera recordaras todo lo que habíamos soñado ser y las cosas que habíamos dejado a medias. Como si en un futuro pudiéramos retomarlas en el mismo punto y con la misma dirección.
Deseé con todas mis fuerzas que el vacío que dejaba en tu vida, te acabara haciendo feliz. Aunque al principio pudiera causarte dolor. Siempre supe que con la forma que tenías de ver el mundo, ese hueco sería para alguien que lograse merecerte. Aunque eso pudiera causarme dolor a mí. Porque hacía tiempo que había descubierto algo y lo había guardado como mi mayor secreto y es que, si yo hubiese podido hacerte feliz, lo habría hecho.
Pero nunca supe cómo hacer que te quedaras. Siempre sentí cualquier acto como insignificante para ello. Como si no pudiera encontrar razones de peso que te hicieran querer quedarte, todos los días de tu vida. Porque si yo hubiera sido tú, nunca habría encontrado una forma de quererme.
Y quizás fue esa una de las razones por las que me fui.
Me fui como si una parte de mi supiera que volvería a encontrarte porque siempre había sido así. Y creí y sentí que esta vez pasaría lo mismo pero, perdí el rastro del camino que fui dejando por si me perdía y, desde entonces no hago más que dar vueltas en círculos sin saber dónde encontrarte y, peor aún, sin saber si todavía nos tengo.
Supe que eras tú incluso antes de saber que te quería. Y lo seguiría sabiendo en esta vida y en todas las que puedan venir. Porque en ésta vida que tengo eres el nombre de mi herida, eres mis ganas contenidas y mis sueños a medias. Y en otra vida, sé que seguirías siendo casa y por eso quiero volver. Pero llamo a la puerta, pregunto por ti, y no saben quién eres. Como si nunca hubieras existido, ni tú, ni tu manera de quererme.
Y durante unos segundos ya no le temo al miedo a que me olvides. Ya solo le temo a que la vida no nos vuelva a dejar pasar. Como si ella misma supiera que no estamos hechos para cumplir cualquier plan que llevamos media vida soñando.
Y es que fue así, queriéndote, cuando descubrí que a veces el tiempo no pone a cada uno en su lugar ni, que tampoco llegan las cosas con el tiempo. Cómo si este fuera a traerte por arte de magia la felicidad sin ni siquiera merecértela. Y es por eso que después de ti y de tu paradero desconocido que, no espero a que las cosas pasen, intento ir a por ellas.
Como si de esta forma pudiera compensarle al amor la falta que le hacemos y las ganas que perdimos intentando encontrarnos.
Porque hoy he vuelto a llamarte y siguen sin saber quién eres.