Mi hermanastro

CAPÍTULO 5. En casa ¡Por fin!

-- ¿Bueno, que nos bamos ya amor?-- dijo Tiffany colgándose del cuello de Aluhe para darle una pico.

Él sonrió con un destello de deseo en los ojos.

Arghh por favor, sabe Dios le que estarán pensando en hacer esos dos. Urghh. Piensa en otra cosa Beberly piensa en otra cosa... Me dije a mi misma. Solo tuuu haces que llore riendooo haces que ría llorando y me pregunto como algo tan pequeño... Canté mentalmente la canción de Paula Rojo. (Canción en multimedia)

-- ¿Pero tú aun sigues aquí?-- exclamó la rubia dirijiendose a mi e interrumpiendo mi "canto mental".

-- Em... ¿sabes? tienes razon. Yo no pinto nada aquí esperando por vosotros. Me voy.

-- ¿Bebie te sabes el camino a casa? -- me preguntó Aluhe burlón.

Mierda.

Yo no dije nada por lo que él lo tomó como una afirmación de que no me sabía el camino de vuelta y se hecho a reír.

-- Anda bamos chicas.-- dijo apretando con un brazo los hombros de Tiffany.

Con el otro brazo libre pretendió hacer lo mismo conmigo pero yo me zafé y le di un buen manotazo para luego hechar a andar con cierta distancia.

-- Espera un momento -- dijo la rubia deteniendose-- ¿ella también viene? ¡Pensaba que estaríamos solos!

-- Ya, pero es que ahora Bebie vive conmigo.

--¿Como que vive contigo?-- dijo ella incrédula y a la vez molesta.

Estaban hablando como si la persona que mencionaban no estuviera a pocos centímetros de ellos ollendo todo.

Pero eso no era lo que más me molestaba y cabreaba, si no que era el hecho de que el maldito mocoso de Aluhe no paraba de llamarme Bebie aun a sabiendas de que lo odio, o más bien por eso lo hacia. ¡Maldito estúpido!

-- Bebie es mi hermanastra.

-- Olle tú, como vuelvas a llamarme Bebie una vez más...-- grité.

Él se giró a verme y me sonrió burlonamente.

-- ¿O sino que?--

-- Pues...-- comencé pero la otra imbécil me interrumpió.

--¿Como que ella es tu hermanastra?

-- Sí, es que mi padre y...-- continuó hablando Aluhe pasando de mi completamente.

-- Bueno ¿que tal si nos bamos ya?-- dije.

-- Ah ¿y como no me dijiste nada?-- dijo Tifany molesta.

--¡Y yo que se! ¡Ni que tuviera que contarte toda mi vida!

¡Y seguían pasando de mi!

--He ¡Hee! ¡¡¡Heee!!!

¡Nada! ¡Queria romper algo! Puse los ojos en blanco me gire a ver cualquier cosa que lanzarle a la cabeza a esos malditos imbéciles, pero no había nada bueno. La bombilla se me iluminó. Apollé la mochila en el suelo, la abrí y saqué el pedazo libro que me estaba leyendo: el tercer tomo de Memorias de Ithún de Laura Gallego.

Pesaba bastante. Lo agarré con todas mis fuerzas me dirijí de vuelta a ellos que seguían absortos en su estúpida conversación sin percatarse de mis intenciónes, y con todas mis fuerzas golpeé a Aluhe en la cabeza. Este dio un traspié soltando un grito de dolor y luego de recuperar el equilibrio se giró para verme furioso y sorprendido.

--¡¿Esque acaso te volviste loca?!-- exclamó--¡¿Quieres matarme o que?!

-- Sinceramente no me importaría, pero para mi desgracia la ley no me lo permite. -- dije con burla-- ¡Asique bamonos a casa ya! -- lo ultimo lo grité ya de nuevo cabreada.

Bueno, a quien voy a engañar ¡Estaba que moría de la risa! ¡Solo ver la cara que esos dos habían puesto, por lo del libro y mi comentario, ya era demasiado!

-- Estas loca.

--Sí, pero soy una loca encantadora jaja. -- dije otra vez con burla imitando su comentario de antes.

Él se hechó a reír negando con la cabeza.

-- Bueno pues bamos chicas. -- dijo y hechó a andar como si nada, nosotras lo seguimos.

Cuando al fin llegamos me desesperé al ver la parsimonia que tenían ese dos por llegar.

--¡Vamos! ¡Sois más lentos que un desfile de cojos!-- grité desde la puerta y esque para mi desgracia las llaves las tenia Aluhe puesto que era su casa.

Aluhe volvió a reír por ya no se que vez en ese dia, había perdido la cuenta. Tiffany, por el contrario, pareció molestarse y frunció el ceño.

-- Tranquila mujer que no es el fin del mundo-- exclamó Aluhe burlón.

Cuando al fin llegaron y Aluhe abrió la puerta, que el muy hijo de su madre se tomó su tiempo solo por joderme aun más, entré como una bala a dentro.

-- ¡Por fin!-- exclamé exaltada.

Acto seguido subí las escaleras de caracol para luego subir las de mi cuarto. Una vez más casi me caigo al subir mis escaleras y ¡es que estaban hechas un desastre! Pero mi padrastro me había dicho que el próximo fin de semana ya vendrían a arreglarlas.