#2: Hienas Hambrientas

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En la Batcueva se encontraban reunido un grupo de vigilantes

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En la Batcueva se encontraban reunido un grupo de vigilantes. Todos ellos observaban la enorme pantalla de la computadora, la cual reproducía los vídeos de las cámaras de seguridad que se encontraban por toda la mansión. Allí podían ver como las bombas de gas habían atravesado las ventanas, y como tanto Alfred como Bruce habían cedido ante este. Pero lo que les congelo la sangre a todos, fue ver la inconfundible figura del payaso príncipe del crimen.

—Nuestra prioridad debe ser encontrar a Bruce y a Alfred, hay que rescatarlos a toda costa —dijo Dick Grayson, más conocido como Nightwing.

—Tal vez los bajos fondos tengan alguna información, habrá que presionarlos a ver que saben —exclamó Bárbara Gordón, más conocida como Batgirl.

—La nueva Harley Quinn sigue en Arkham. No estoy seguro de que sepa algo, pero puedo intentar averiguar —aseguró Tim Drake, el actual Robin.

—Pues será mejor que se apresuren con el trabajo detectivesco. Quiero meterle una bala entre las cejas a ese payaso hijo de puta —habló Jason Todd, actual Red Hood, mientras cargaba sus armas.

Bruce despertaba aún amarrado a su silla y con los músculos demasiado relajados por el cóctel de drogas que le era inyectado contra su voluntad. Nuevamente intentó liberarse, pero sus esfuerzos eran inútiles. De pronto, una pantalla colgada de la pared se encendió. Aquella luz lo dejó ciego unos minutos, haciendo que por instinto desviara la mirada. Pero podía escuchar ruidos de animales, de hienas para ser más exactos.

—Despiertas justo a tiempo para el espectáculo, Bruce —exclamó El Joker desde detrás de las espaldas del multimillonario—. Hoy te tengo un espectáculo muy especial. Te explicaré: me adueña de las hienas de Harley original y las deje sin comer un tiempo, además de golpearlas un poco. Te sorprendería lo enfurecidas y hambrientas que están.

—¿Me darás de comer a las hienas? —preguntó con lentitud, arrastrando las palabras.

—¡Claro que no! —exclamó de forma algo exagerada el criminal—.  ¿Acaso no entiendes que quiero liberar al verdadero Batman? —aseguró mientras apoyaba sus manos en los hombros del varón—. Tu cuerpo aún es útil.

—¿Entonces? —preguntó con fastidio.

—Le pedí a tu mayordomo, Alfred, que las alimentará —susurró al oído de Wayne.

La vista de Wayne comenzaba a aclararse, y pudo ver lo que la televisión mostraba. Alfred estaba encerrado en una habitación de no más de cuatro metros por cuatro metros, armado únicamente con un palo. Frente a él habían dos jaulas, y dentro de estas se encontraban dos hienas desnutridas y con cicatrices donde debería haber pelo. Los animales gruñían con cierto grado de desesperación, notándose que el hambre y el dolor las estaban enloqueciendo. 

—¡Deten esto, Joker! —gritó Bruce, con una mezcla de furia e impotencia. 

El payaso sujeto la cabeza de Wayne para que mirara hacia la pantalla, y con sus dedos le mantuvo los ojos abiertos.

—Disfruta del espectáculo —dijo el payasos de ojos bicolor, observando con éxtasis la pantalla.

Las jaulas se abrieron y Alfred tomó el palo entre sus manos para intentar protegerse, aunque en el fondo sabia que era algo inútil. Ambas bestia se arrojaron con furia y desesperación sobre el mayordomo, sin importarles en lo más mínimo el peligro. Alfred logró golpear a uno de los animales en la cabeza, pero la otra se le escabullo y le mordió la pierna, logrando derribarlo.

—¡Alfred!

La otra hiena intento morderle la cara, pero por instinto el hombre se protegió con el antebrazo. Aquello no fue menos doloroso. Las mandíbulas de los feroces animales desgarraban las carnes del mayordomo, quién gritaba de dolor mientras se sacudía violentamente. Usando solo el brazo que le quedaba libre sostuvo el palo y de un golpe se lo partió en la cabeza a la hiena que le estaba mordiendo la pierna, sin lograr que lo soltara. La madera quedó con un pedazo en punta y lo uso para clavárselo en el lomo al que le mordía la pierna. La hiena soltó momentáneamente al mayordomo mientras gemía del dolor. Alfred intentó retirar del palo para volver a apuñalar a la bestia, pero esta reaccionó con más rapidez y le saltó directamente al cuello. Un gran pedazo de su garganta le fue arrancada, y a eso le siguieron más pedazos de su carne. La sangre no tardó en inundar el suelo, y en sus agónicos momentos finales Alfred pudo sentir como empezaba a ser devorado vivo.

Bruce quedó shockeado al ver tal escena. El hombre que lo había criado desde la muerte de sus padres, aquel que siempre había estado allí para él en las buenas y en las malas, había sido devorado y no había podido hacer nada para evitarlo. La furia y el odio se apoderó del hombre murciélago.

—Juro que cuando me libere de esto voy a...

—¿Matarme? —le interrumpió el payaso—. Si piensas que esto es mucho, ni te imaginas todo lo que tengo planeado.

El Joker comenzó a reír de forma maniática, como si se hubiera estado aguantando la risa desde hace tiempo. Por las mejillas de Bruce rondaron varias lágrimas, lágrimas de odio y tristeza por la muerte de aquel hombre que fue como un padre para él. Y aquella tortura solo estaba comenzando.

Batman: Ultima Risa (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora