XIV

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La iglesia estaba llena, incluso fuera de esta había criaturas inimaginables y almas, todas estaban ahí pues se celebraría una misa para "bendecir", por decirlo de alguna manera, las armas y a cada ser para el encuentro que se llevaría a cabo. Entré a la pequeña habitación dónde estaba Emeritus preparándose, lo vi frente al espejo terminando con los últimos detalles.

—La casulla se ve bien en ti.

Me recargue en la puerta mirándolo, él me sonrió a través del espejo. Caminé acercándome a él para después sentarme en la pequeña mesa abriendo las piernas para él, vestía una falda de piel negra. Emeritus se había empeñado en renovar mi guardarropa comprandome desde jeans y playeras sencillas hasta faldas y vestidos de alta costura, también zapatos y lencería.

—No sabes lo mucho que me pones cuando hablas así.

—¿Ah si? ¿Y si te dijera que no traigo bragas? —dije pausadamente casi en un susurro y luego sonreí maliciosamente.

Emeritus relamió sus labios, se deshizo de sus guantes y subió sus manos por mis muslos, dando pequeños apretones suaves de vez en cuando. De pronto se detuvo y me miró completamente serio lo cual me asustó, pues él no era quién interrumpía precisamente el previo al sexo de hecho le molestaba, y a juzgar por su expresión, sabía que sea lo que sea que fuese a decir, no iba a ser algo lindo.

—Eleena, necesito que me prometas algo.

Por su tono de voz y la oscuridad con la que había hablado me podía imaginar lo que diría. Yo no quería llorar y Emeritus no me lo estaba poniendo fácil.

—No, Emeritus, estaremos bien. Tú regresarás conmigo al infierno.

Un suspiro salió de sus labios, sabía las posibilidades de que la batalla fallara para Emeritus, existía la gran posibilidad que muriera, en realidad era casi un hecho. Un acto suicida para él. Incluso había notado que ya todos lo tomaban por muerto, no lo decían abiertamente, pero los ojos; las acciones, la forma en la que se dirigían a él, decían mucho. Incluso a los ghouls los notaba más... Cariñosos. ¡Maldición, incluso yo estaba ahí para hacérselo por última vez! Solo por si de verdad al final no lo lograba.
O quizá me estaba contagiando del luto que estaban tomando todos, aún sin saber si de verdad Emeritus iba a morir. O quizá yo era la única que lo veía así.
El razonamiento dictaba en contra de él, pero mi corazón quería pensar que podía salir con vida.

—Cuando muera debes regresar a la abadía —dejé de respirar por unos segundos pues no podía creer que me estuviera pidiendo eso—. Ahí es dónde perteneces y regresarás, prometelo.

Negué con la cabeza, mi vista se comenzaba a nublar debido a las lágrimas, mordí fuertemente mi labio. Emeritus alzó mi mano para entrelazarla con la suya, había sellado una promesa la cual yo no estaba de acuerdo. Él ya se había rendido, para él sus horas eran contadas, pero yo no, la esperanza me lo impedía, yo sabía que podía regresar al infierno conmigo. Confiaba en él, en sus capacidades, en su fortaleza, en lo bueno que podía afrontar la adversidad.
Comencé a sollozar por lo bajo, Emeritus me abrazó fuertemente, luego juntó sus labios con los míos en un beso suave y tierno.
Yo enrede mis piernas sobre sus caderas acercándolo lo más que podía a mi, pronto convertí el beso en uno apasionado, sus labios y los míos se movían al compás, su lengua de vez en cuando entraba en mi boca. Emeritus subió mi falda y colocó mis pies a los lados, cerca del filo de la mesa, se arrodilló y entonces sentí su aliento entre mis piernas, su lengua húmeda pronto comenzaba a hacer círculos y figuras en mi clitoris, haciendo que yo soltara pequeños gemidos. Mis músculos se tensaron y tomé el cabello de Emeritus en mi mano para estirarlo un poco.

—Diablos, Emeritus —dije una vez sentí mi órgasmo explotar en su boca.

Él se puso de pie y entonces fue mi turno, bajé de la mesa y lo acorrale en ella, me arrodillé frente a él sin dejar de mirarlo, subí mis manos hasta llegar a desabrochar su pantalón y bajarlo, dejando su miembro al aire. Emeritus subió su casulla.

—Quiero verte, cariño —dijo con la voz ronca.

En el pasado había hablado acerca del tema con Susann, y alguna vez ya había llegado a ese punto con Emeritus así que no era la primer vez que lo hacía una felación. Saqué la lengua y la pasé desde la base, por el tronco y hasta la punta de su miembro, sus ojos brillaron. Formé mis labios en una o y succione la mitad de su hombría pues no podía tomarla toda debido al tamaño. Moví mi cabeza hacia atrás y delante mientras masajeaba con mi mano, su olor, su sabor, todo él era delicioso y exquisito. El elixir de un dios.
Aumenté la velocidad haciendo que Emeritus cerrara los ojos y echara la cabeza hacia atrás, así que me detuve poco a poco, aún faltaban algunos minutos para la media noche y podíamos disfrutar de otra manera. Me recosté en la mesa apoyándome de los codos para poder mirarlo más de cerca, sentí su miembro entrar en mi, Emeritus me ponía tan mojada que no era necesario "ayuda extra" para que su miembro se resbalara en mi cavidad. Las embestidas eran profundas, ni muy rápidas ni muy lentas, todo era perfecto.
Sentí que tocaba ése punto que me volvía loca.

—Ahí, Emeritus. Ah.

Segundos después Emeritus gruñó mientras nuestros ojos se conectaban, sentí el líquido caliente en mi interior, esparciéndose rápidamente, sus uñas arañaron suavemente mis muslos. Nos quedamos quietos unos segundos mientras la habitación se llenó de respiraciones aceleradas.

—Te amo, Eleena.

A pesar de sorprenderme la declaración de Emeritus sonreí y lo tomé de las mejillas acercándome a él.

—Te amo, Emeritus.

Nos besamos para luego arreglarnos pues la misa ya tenía qué empezar. Emeritus se colocó la mitra y salimos. Yo me senté entre los ghouls en la primer fila, en la banca siguiente estaban Nihil y Sister Imperator, según Emeritus, su padre no estaba del todo de acuerdo con nuestra relación, pero no podía evitarlo, así que se había resignado. Por un momento, al ver a Nihil mirando tan fijo y tan profundamente a Emeritus me pregunté cómo debería sentirse sabiendo que su hijo moriría. Algo indescriptible, por supuesto.

Il Padre
Il Filio
Et Lo Spiritus Malum
Omnis Caelestis
Delenda Est

Anti Cristus
Il Filio De Sathanas

Resonaron melodiosas voces mientras Emeritus tomaba su posición. Luego de una pequeña platica del papa todos rezaron al unísono, las voces provenían de todas partes, todos eran uno solo.

Our father, who art in Hell
Unhallowed, be thy name
Cursed be thy sons and daughters
Of our nemesis who are to blame
Thy kingdom come, ¡Nema!

—Nema —dije por lo bajo.

♠️♠️♠️♠️♠️

A la mañana siguiente luego de despertarme bajé al comedor, ahí se encontraba Emeritus y los ghouls, todos lucían pensativos.

—Buenos días —dije sentándome en mi respectivo lugar, el ambiente se sentía tenso—. ¿Qué es eso, Emeritus?

Había un sobre dorado en la mesa, lo tomé y pude leer su contenido, en el, se pedía la presencia de Emeritus en algún lugar el cual no sabía dónde estaba, decía que el cónclave iría para charlar los asuntos que se suscitaron, sentí como si una mano estrujara mi corazón. La fecha era de ése mismo día en unas horas después. Tan solo unas horas para el enfrentamiento.

—Bien —dijo Emeritus tomando la carta y guardándola en el interior de su saco—, no quiero que lo que pude ser mi última comida sea así. Air, cuéntanos la vez que te persiguió un vampiro porque le dijiste que su peinado era ridículo.

—Eleena, escucha esto —habló Air animado, contagiando a los demás, a todos menos a mi—. Verás los vampiros no pueden reflejarse en un espejo...

La platica y las risas de todos se escuchaban lejanas para mi, opacada por mi amargura y mi propia tristeza, no podía evitarlo aunque quisiera, traté de reír pero mi boca solo se transformaba una sonrisa triste. ¿Cómo podía evitar ése sentimiento? Era tan imposible como pedir que lloviera dinero.
Todo era como una película o un libro, se sentía tan real, a excepción de mi mano, aquella que sostenía y acariciaba Emeritus con firmeza.

ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO [EMERITUS III] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora