Capítulo veintiséis.

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―Una prueba de ADN ―sugirió Simon mientras le daba la última vuelta a la corbata―

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―Una prueba de ADN ―sugirió Simon mientras le daba la última vuelta a la corbata―. Con una prueba sales de la duda mucho más rápido.

―Pienso lo mismo ―lo secundó William. Contrario a su hermano, el menor de los trillizos solía ser el primero en terminar de arreglarse, de modo que se sentó en la butaca del armario de Simon a beber su última taza de té antes de la reunión.

―Tal vez, pero tendría que explicarle a Lydia para qué quiero una muestra de su saliva o su cabello. ―Isaac se hundió en el asiento.

Decidió contarles a sus amigos ―al fin― lo que estaba sucediendo en su vida mientras Simon decidía qué ponerse. Aunque la situación era abrumadora, le sentaba de maravilla poder hablar de ello con libertad.

―Si la señorita Carmichael comprueba el parentesco, tarde o temprano tendrá que enterarse. ―Simon culminó su ajuar con el chaleco y, por último, el saco.

―Prefiero este método, aunque sea más tardado. ―Isaac estiró las piernas y puso los brazos en el descanso―. No quiero contarle a Lydia hasta estar seguro. Le tengo afecto y no me gustaría venderle una historia que podría ser falsa.

―¿No será que estás aprovechando la excusa para darte tiempo a procesar la posibilidad? ―Isaac percibió la observación de William como un ataque.

No pudo evitar hundirse en el asiento y le concedió a su amigo una mirada cargada de disculpas. Isaac no tardó en comprender que se sentía avergonzado por huir de lo que era inevitable. Hasta el momento de la llamada con Wren, estaba convencido de que su familia biológica se encontraba en otro país y que, por ende, eran unos extraños. No estaba preparado para descubrir que su madre podría ser la mujer que solía ser su vecina. Una prueba de ADN podría aligerar el proceso, sí... pero aún quedaban asuntos de por medio que un examen no resolvería. Isaac podría haber encontrado a su madre, pero seguía existiendo un hijo cuyo paradero se desconocía, al igual que su padre. Mientras eso no se supiera, sería como prolongar la agonía de dos madres: Lydia y Camilla. Para Isaac, aunque el método de Carmichael era más tardado, también era el más prudente. Si Wren logró obtener tanta información en poco tiempo, estaba convencido de que podría dar con el hijo de Camilla. Solo quedaba esperar. La espera, sin embargo, era tortuosa. Supuso que ese era el precio a pagar por el método más lento.

―Digo yo. ―William se encogió de hombros, como si su comentario hubiera molestado a Isaac―. Probablemente es lo que yo haría. Es una situación bastante jodida. De solo pensar en despertar un día y que mis padres de toda la vida no fueran los míos me da repelús.

―Imagina haber vivido con una cámara pegada a nuestras narices por nada ―bromeó Simon con las cejas levantadas, lo que le arrancó una mueca de consternación a William.

―La gente común no sabe lo afortunados que son ―apostilló William.

―Soy sumamente afortunado de no saber quién es mi familia biológica. ―Isaac arqueó una ceja con un aire irónico―. Imagina si, además, tuviera responsabilidades reales.

Sedúceme otra vez (Serie Herederos 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora