―¿Eso te dijo? ―Isaac metió el pie derecho en la bota Chelsea beige y se acomodó el bajo del pantalón―. ¿Y confías en ella?
―Como confío en un cocodrilo mientras cruzo el humedal.
La analogía lo hizo mover la cabeza, aunque no dijo nada. El tumulto de ideas seguía revoloteando en su mente con la sutileza de un avispero.
Después de una buena noche de descanso, toda su rabia y desesperación menguaron considerablemente, lo que le permitía analizar la situación con la cabeza fría. Conocía a Julian desde la adolescencia y trabajar para él le permitió comprenderlo a profundidad. Sus intenciones, si bien seguía pensando que eran erradas, carecían de maldad. Las de la periodista, sin embargo, eran un auténtico misterio, y no ayudaba en lo más mínimo que supieran tan poco de ella.
Desde que hizo pública la fotografía de Simon y Lyla en Croydon, tanto el jefe de prensa de la familia real como el mismo Julian, se habían dado a la tarea de investigarla. Hasta la fecha, ninguno había conseguido información relevante. Wren Carmichael era, con tintes de exageración, un fantasma que acostumbraba rondar el club de Julian uno que otro día de la semana. Si bien sus artículos mencionaban a nobles importantes, su pluma incisiva jamás había apuntado hacia la familia real hasta el incidente de Simon o una que otra mención inocente de Julian o Brianna Stanhope. La periodista tenía los ojos puestos en todos, pero nadie podía ponerlos en ella, y eso era, a todas luces, lo que más le preocupaba.
¿Quién, entonces, era ese peligro andante?
―¿Está mal que quiera creer en lo que dice? ―preguntó Olive con expresión ausente, como si sus palabras fueran más para ella que para Isaac.
De inmediato, Isaac se levantó de la cama y se acercó a ella, que se había acomodado en la silla del tocador y miraba su reflejo con un agotamiento impropio de ella. Era una persona bastante madrugadora y levantarse temprano para tener un día productivo solía dotarla de buen ánimo. Percatarse de ese detalle remarcó las demás diferencias que había ignorado hasta entonces. Olive había cambiado bastante desde la ruptura. Sus gestos soñadores adquirían cada tanto una dureza que no aplacaba su espíritu, sino que lo volvía más fuerte. Incluso se había vuelto más flexible con pequeñeces como acceder a usar zapatos más bajos u olvidarse del rígido protocolo que la había convertido en su prisionera. De alguna manera, Olive se veía más libre, pero también más susceptible a las emociones que revoloteaban alrededor de ambos.
―No creo. ―Agachó la cabeza y descansó la mandíbula con suavidad sobre sus hombros. Todavía no se había vestido, sino que se deshizo de la bata de baño y permaneció sentada y desnuda en el asiento mientras consideraba sus opciones de maquillaje―. Supongo que a veces necesitamos buscar bondades en las personas menos sospechadas. ¿Quién diría que acabaríamos confiándole información tan importante a una de las cotillas más grandes de Inglaterra?
―No sé si lo que me contó sea verdad, pero mientras más hablaba, más pensaba en ti. ―Olive estiró la mano y observó el reflejo de su mano mientras recorría la suavidad de la mejilla de Isaac―. Estás pasando por una situación tan difícil y, aun así, pides disculpas por enfadarte, cuando no lo necesitas. Tienes derecho a sentir que te decepcionas de la gente.
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Sedúceme otra vez (Serie Herederos 2)
RomanceSegunda novela de la serie «Herederos». Derivada de «Un príncipe en apuros». El primer amor no siempre está destinado a durar, aunque así lo crea Olive, la cuarta en la línea de sucesión al trono de Reino Unido. Si Isasc quiere recuperar su futuro...