Odio No Poder Odiarte

Mi Idolo

     Cuando era niño recuerdo que solías decirme "No puedo esperar a verte crecer y ser todo un hombre". Escuchar eso antes me hacia motivarme, me hacias sentir como la persona más imparable del planeta pero conforme fui creciendo me fui dando cuenta de que todas esas palabras bonitas que solías decirme solo eran una mentira que usabas ya que era lo que usualmente solías ver que otros padres hacían.

     Ahora que recuerdo hubieron muy pocas por no decir que no hubo ninguna ocasión en la que de verdad hubiera pensado que estabas ahí para ver como me convertía en el hombre que esperabas que fuera o al menos eso es lo que mi mente quiere hacerme creer. En ocasiones cuando me enojo contigo me olvido de situaciones lindas que me hiciste pasar en las cuales me acompañaste.

     Recuerdo a la perfección la primera vez que te conté que había pasado un examen con un 10 y me dijiste por primera vez "Estoy orgulloso de ti hijo". Cuando escuché eso me emocioné tanto que sentía que me veía como un perro moviendo su cola de lado a lado al recibir algún tipo de premio. Desde entonces hice todo lo posible por llegar a casa y decirte que conseguí un 10 más. Lamentablemente poco a poco toda esa emoción se disipó y a ti te dejaron de importar mis logros. Ahora un 10 era un numero mas en mi boleta y peor aun el verlo tanto te llego a desinteresar tanto que el único momento en el que te volvía a llamar la atencion era cuando ese maldito número bajaba.

     Empezaste a verme más como una tarea que como a un hijo pero tampoco es que yo me quejara sobre eso. Jamás tuve las ganas de pelear contigo y mucho menos por algo tan estupido como recibir algún tipo de afecto pero aun asi no podia obligar a mi mente a no recrear esos pocos momentos padre e hijo que tuvimos, los regalos, los viajes, mis cumpleaños, esas pocas cosas que hiciste que valore tanto. Incluso me hace sentir un poco de lastima por mi madre ya que el egoísmo humano me hizo apreciar más a un viejo que solo me hablaba en mis cumpleaños que a la mujer que estuvo conmigo todos los días del año, pero no puedo evitarlo. Por alguna razón mi yo de siete años siempre estará asombrado con el hombre que fuiste y todas las historias que me contaste.

     Mi madre me llegó a contar cuentos pero aun asi me emocionaba al escuchar que me tocaría dormir con mi papa ya que siempre sabía que me platicarias una mas de tus aventuras conociendo a todo tipo de personas alrededor del mundo y yo estar a lado de ti sin poder dormir por la emoción de saber cómo salías de algunas situaciones. A veces fingía tener pesadillas y solo iba a decirte que me contaras un cuento para poder escucharte una última vez antes de irte a trabajar y tu aunque solo tuvieras tres horas para dormir me contabas algo. No tienes ni la menor idea de lo tanto que apreciaba esos pequeños esfuerzos que hacias por mi.

     Verte irte a trabajar todos los días solía ser algo que entendía hasta que llegaba Agosto, el mes más feliz y doloroso para mi. En Agosto viajabas a un empleo que te conseguiría más dinero para mantener bien a tu familia lo cual te hacia muy feliz ya que lo hacías por nosotros pero un Samuel de siete años olvidaba todo eso y lo único que pasaba por su mente era que en el mes que cumplia años tu te largabas hasta otro país y no sabía nada de ti hasta en meses. Mi madre, mi hermana, y mis tíos celebraban mi cumpleaños y me daban regalos pero yo seguía esperando que mi mejor regalo entrara por esa puerta por sorpresa y me dijera que me extrañaba pero después de tantos cumpleaños entendí que eso jamas pasaria. Supongo que mis ojos simplemente se agotaron de ver la misma puerta cerrada año tras año.

     De vez en cuando le llamabas a la familia durante ese viaje y siempre era yo el último al que le hablabas. Me felicitabas y te disculpabas por no estar conmigo en un dia tan "especial" para mi y yo como un estupido niño te perdonaba todas esas veces porque no importaba que hicieras siempre iba a estar ahí ese maldito niño idolatrando cada paso que tomaras. Después de todo tu siempre estabas en el pedestal más alto que podía imaginar.