Tu Segunda Etapa

30 7 2
                                    

     Después de "El Apocalipsis" las peleas y los gritos se hicieron tan frecuentes durante mi adolescencia que ya no me importaba en lo absoluto si se mataban ellos dos a golpes, yo solo quería estar tranquilo en mi cuarto. Desgraciadamente justo cuando pensé que algo sobre mis padres ya no me podía afectar como lo hicieron en ese viaje llegó la noche que más odié en mi vida donde solo aumentó más mi rabia hacia mi padre.

     Mi madre alrededor de las dos de la mañana llegó a mi cuarto y con los ojos llorosos puso su mano en mi mejilla y me dijo con una voz rota "Vas estar bien sin mi amor, pero vendré por ti pronto". Yo al estar más dormido que despierto no entendí nada y pensé que solo fue un sueño el cual se terminó convirtiendo en mi peor pesadilla al despertar por la mañana. Fui a la cocina y no estaba mi madre, fui a la sala, a su cuarto y tampoco. Supuse que había salido así que le pregunté a mi hermana si la vio pero ella con un corazón frío me dijo " Mi padre la corrió de la casa".

     Ese día no se me volvió a escuchar decir una sola palabra, solo entre al baño a llorar igual que lo hizo ese Samuel en el asiento de atrás en ese último viaje. Mi padre otra vez arruinó lo que más amaba y peor aún otra vez no estuve para ella.

     Unos días después el señor que corrió a mi madre me llevó a verla ya que ella no paraba de llamarnos y llevaba varios días sin parar de llorar. Yo no quería abandonarla una vez mas asi que fui por mi madre, hable sobre lo que pasó entre ella y el señor que lleva mi apellido y se medio arreglaron las cosas gracias a que no pare de molestarlo. Pudo regresar a casa con nosotros pero ahora solo estaba conmigo ya que mi padre ahora la miraba con otros ojos que jamás pensé que tendría al ver a la mujer con la que se casó y que le dio dos hijos grandiosos, una mejor que el otro.

     Esa noche mi madre tuvo que dormir en mi cuarto con lágrimas en sus ojos ya que mi padre no quería que ella se acercara a él para nada. Ese fue el día en el que juré que jamás volvería a abandonarla y estoy orgulloso de decir que hasta el día que escribo esto sigo aquí apoyandola y eso jamás va cambiar. Sin embargo esa noche Samuel dio su palabra para otra cosa que también se quedaría con él para toda la vida, jamás volvería a ver a ese hombre que vivía en esa casa como su padre.

     A los cuantos meses mi madre se separó de ese señor y nos fuimos a vivir a otra ciudad. Obviamente yo decidí quedarme con ella, sin embargo me sorprendió saber que mi hermana decidió quedarse con él. Como dije, era obvio que había un favoritismo pero ahora que entiendo más las cosas agradezco que ella tomara esa decisión, ella es la única cosa que le quedaba a ese tipo por la cual todavía sentía algún tipo de cariño.

     Mi vida siguió normal o incluso mejor al crecer con mi madre, claro que me tocó hacer varias cosas solo pero minimo ahora ya no habría nadie arruinando mi vida ni mi futuro. Todo iba de lo mejor tanto en mi escuela como fuera de ella. Todo estaba tan bien hasta que una noche él decidió regresar a la puerta de mi casa.

     Recuerdo escuchar a mi madre gritar lo cual me causó preocupación ya que pedí a dios que no fuera él y cuando mi madre me llamó a la puerta todas las esperanzas de que esa petición que hice se cumpliera se habían ido a la basura.

     Él señor me intentó saludar y solo le dije con una voz fría ''¿Qué quieres?". Él siguió intentando entablar una conversación conmigo con una voz frágil como un perro con la cola entre las patas viniendo a dar lastima para que lo perdonen. Yo solo fingí que lo escuchaba y cuando cometió el error de hacer una gran pausa en su sermón aproveche para darle las gracias por venir y solo cerré la puerta y me fui a mi cuarto.

     Salí corriendo a la ventana de mi cuarto y me quedé viendo su carro y él seguía ahí afuera. Se quedó 17 minutos viendo la puerta, 17 minutos en los que no podía dejar de odiarlo. ¿Cómo se atrevía a venir a pedir falsas disculpas? ¿Cómo podía ver a mi madre a los ojos después de lo que le hizo? ¿Cómo podía hablarme después de no decirme absolutamente nada por tres años?

     Esa noche no pude dormir por el enojo de recordar todo lo que le hizo a mi familia. Lo que me hizo enojar más esa noche es que durante esos 17 minutos que lo vi no podía dejar de imaginarme al Samuel de siete años corriendo hacia la puerta para abrazarlo. Te odio papá.

Odio No Poder OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora