El Apocalipsis

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     También hay memorias borrosas en las cuales unas semanas antes de mi cumpleaños decdidias planear un viaje en familia para celebrarlo aunque mi hermana siempre dijo que lo disfrutaban más ella y mi mama que yo. Si supieran que esos son los únicos viajes que he disfrutado en toda mi vida, sin importar lo enfermo que estaba en algunos o asustado de estar en un lugar nuevo siempre me hacía sentir sumamente alegre saber que mi familia estaba ahí por mi.

     No soy alguien que le gusta salir de su casa pero como me emocionaba saber que en Julio saldríamos juntos en un carro todos en familia a alguna parte del país. En ese momento olvidaba todas mis tareas, mi padre olvidaba el estrés del trabajo, mi madre olvidaba el enojo que le tenía guardado a mi padre y mi hermana...bueno supongo que olvidaba alguna cosa aparte de comer.

     Recuerdo estar en el asiento de atrás hablando con ella mientras mis padres hablaban enfrente. Nunca hablábamos tanto como cuando estábamos de viaje. Mi hermana se convertía en otra persona totalmente ya que siempre se la pasaba peleando con mis padres por alguna u otra razón diciendo que los detestaba y llamándoles de distintas maneras no muy buenas pero en ese viaje era como si volviera a ser esa hija que intentaba al igual que yo hacerlos sentir orgullosos con sus cuadros de honor. Quien diría que al final yo me convertiría igual que ella en alguien que terminaría odiando a uno de ellos.

     Solía sentir algo de rencor hacia mi hermana ya que no me gustaba ver como trataba mal a ambos pero conforme fui creciendo fui entendiendo más el por qué lo hacía. Ahora me da algo de tristeza ver que ella es la que se lleva bien con ellos y yo solo evito todo tipo de interacción con ellos para no terminar diciéndoles algo que tal vez no les guste escuchar. Hubo tantas cosas que pude decirles pero sabía que cualquier platica con ustedes solo sería una pérdida de tiempo.

     El punto es que al final de ese largo viaje en carretera que llegaba a tardar de un día hasta tres llegábamos al destino. Por lo general yo nunca sabia donde era excepto por uno que se llegó a repetir unas tres veces el cual era uno de los lugares favoritos de mi madre. Esa ciudad en concreto fue la que más me gustaba ya que tenía playa y fue donde por primera vez conocí el mar y donde mis padres intentaron enseñarme a nadar. Me aterraba el hecho de poder ahogarme y me rendía al instante pero mi hermana siempre estaba del otro lado nadando como si nada y mi papá diciéndome que si quería hacer lo mismo que ella tenía que mínimo intentarlo.

     Supongo que gracias a tantas comparaciones entre nosotros también nació esta rivalidad y odio hacia ella en ese tiempo ya que mi padre jamás dejaba de hablar sobre su querida hija o pasaba mucho más tiempo con ella que conmigo. Siempre me decía que no había un hijo que quisiera más pero por alguna razón sentía que solo me mentía para no lastimar a su hijo ni subirle el ego que ya le sobraba a su hija la cual siempre quería restregarle en la cara a su hermano que ella era mejor. Hoy me río sobre eso pero de niño recuerdo que me hervía la sangre el simple hecho de escuchar a mis papas decirle que la quieren aún después de que ella los trataba peor que a un vagabundo.

     Después de todo este largo viaje tocaba hacer las maletas y regresar a casa que por lo general era lo más pesado ya que tengo la teoría de que estar tanto tiempo juntos en algún momento nos iba hacer explotar. Por esa razón en el transcurso de regreso nadie decía ni una sola palabra. Pasaron los años y seguimos haciendo viajes visitando nuevos lugares y familiares de los que jamás había escuchado, como la familia de mi padre. Solo había escuchado muy poco de ellos en historias y verlos en la vida real era como conocer a un famoso en una alfombra roja solo que más humilde.

     En otro de estos viajes me tocó visitar la escuela que vio crecer a mi padre. El me contó tantas anécdotas de esa etapa de su vida como cuando bajaba todo un cerro solo para llegar a su escuela, que estaba rodeado de tantas plantas y árboles que parecía una selva, y que desde los salones podías ver el mar. Yo obviamente pensaba que todas esas cosas eran exageraciones que hacía para hacer su pasado más entretenido pero cuando llegamos a la escuela descubrí que todo lo que alguna vez me contó era cierto.

     Para llegar tuvimos que bajar por una calle en picada alrededor de montañas, la escuela estaba llena de vegetación por todos lados, los salones incluso tenían musgo, pero lo que más me impresionó es que cruzando la calle delante de ella podías ver el mar reflejando ese azul deslumbrante del cielo. Era como estar en un sueño.

     Nunca había visto a mi padre tan feliz. Se bajó del carro y lo primero que hizo fue caminar hacia la entrada de la escuela y solo se quedó viendo tranquilamente lo que alguna vez fue su segundo hogar. Después de apreciarlo un poco se acercó a nosotros y nos pidió que le tomáramos una foto. Me sorprendí bastante cuando al tomarse la primera fotografía el volteo a verme y me pidió salir con él en la siguiente. Yo no soy alguien fotogénico así que no quise arruinar su recuerdo pero el me obligo a salir en la que considero la foto más valiosa para ambos. Tú estabas delante de la escuela que jamás pensaste volver a ver y yo estaba al lado de mi héroe.

     Pasaron unos cuantos viajes más, unos mejores que otros hasta que llegó el último al cual me gusta llamarle "El Apocalipsis" ya que todo lo que podía ir mal salió mal en ese único viaje. El momento de diversión platicando en el carro se volvió en una pelea horrible en la que me tocó escuchar a mi padre decirle cosas tan hirientes a mi madre a la cual hizo llorar delante de sus hijos. Yo no sabía qué hacer en ese momento más que llorar hasta que mi madre me hizo la pregunta que hasta el día de hoy me sigue atormentando "¿Quieres que sigamos siendo una familia?".

     No se como se supone que tiene que reaccionar un niño de 13 años a ese tipo de pregunta pero estoy seguro que no era lo que yo hice. Solo me quede callado para no arruinar más las cosas. Me quedé callado después de que el hombre que yo idolatraba le dijera todo tipo de cosas a la mujer que daría su vida para que nada me pase. Que clase de monstruo desalmado tuve que ser para que no haya intentado mínimo defenderla.

     Al final mi padre solo le dijo a mi mamá con una voz intimidante "Ya cállate, no le arruines el viaje a los niños". Mi hermana solamente se quedó ahí sentada sin decir nada así que como ella era mi ejemplo a seguir solo intentaba copiarle pero no entiendo como ella no se derrumbó al igual que yo. Supongo que ella ya sabía todo lo que yo sé ahora y por eso ya no sentía ningún tipo de odio o rencor hacia mi padre, solo decepción o lastima. Ese día fue lo que me hizo por fin analizar que el tipo de hombre al que solía llamar héroe no era algo más que solo otra persona en mi vida.

     Terminado el viaje ya nadie se hablaba y cómo hacerlo después de todo lo que pasó. Esa fue la última vez que Samuel sintió que tenía alguien que lo cuidaría, que le enseñaría a ser mejor, que lo vería crecer hasta el último día de su vida. ¿Cómo puede un padre fingir por tanto tiempo ser un hombre tan cariñoso y de un día para otro ser todo lo contrario?

Odio No Poder OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora