𔘓16.

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—Deja de moverte. Así no podré acabar —repitió JiSung.

Le lanzó una mirada cansada, con un poco de resentimiento. Sacudió levemente la brocha y la sopló delante de él. La semana estaba pasando bastante rápido. El domingo casi no se sintió y entonces el lunes y martes se quedaron en días omisos, para cuando llegó el miércoles se previnieron bajas temperaturas y algunas de las clases se cancelaron, no todas, pero sí las necesarias para que sus horas libres coincideran con las de MinHo.

Para el jueves por la tarde, a eso de las seis, fue a su habitación y estuvieron estudiando con el pequeño calentador que tenía YongHa. Pidieron comida a domicilio y continuaron hasta llegar la noche y un descanso surgiera. Estaban tumbados en la cama cuando JiSung se recostó a su lado, y comenzó a tocarle la cara. Jugó con sus cejas y las movió con los pulgares. Pasaron minutos en los que le masajeaba las mejillas como arcilla moldeable hasta que ya estaba subido encima suyo y MinHo le dejara pintarle los ojos.

—¿Puedo saber de dónce sacaste el maquillaje? —preguntó él.

—Ireh lo dejó en mi cuarto cuando me visitó —respondió. En el neceser había lo adecuado para un retocado. Tomó una brocha más fina y escogió un tono oscuro para resaltar más el principio del párpado y seguir por debajo del ojo—. Se le olvidó —finalizó en un murmullo.

—¿Deberé asumir que ella te enseñó a maquillar?

Enseñar no es la palabra adecuada. Yo diría más que aprendí luego de verla tantas veces.

Era lo que consistía tener una hermana mayor. En toda la niñez de JiSung, Ireh se había encargado de utilizarlo como cabeza de prácticas para su cosmética. Incluso le propuso si podía dejarse crecer el pelo. Ese fue el límite. Al menos dejaba que se lo planchara.

Se acomoda mejor sobre MinHo, luego se arrima y apoya una mano cerca de su hombro; con la otra da paso a echarle brillo con las yemas de los dedos. Sus vientres se tocaron y la cercanía se hizo tan pronunciada como para sentir la rozadura de sus entrepiernas y el olor mentolado del chicle que masticaba MinHo.

—Me gusta esta posición —dijo, soberbio. La blancura de sus dientes en presencia—. Pero si continúas apretándote contra mí así, no sé si podré controlarme.

La música cambió a pop indie y Alleyways de The Neighbourhood empezó a sonar. JiSung le quita la mirada y se sienta hacia adelante, casi sobre su estómago. MinHo se ríe y desliza las manos atrevidamente sobre las caderas de él, a veces bajando un poco.

—Bueno, pero tampoco te alejes tanto.

Le apretó el culo con ambas palmas. JiSung se vuelve a él, hacia su novio: Un chico con el ego por las nubes; le llamaba tener autoestima, confianza de sí mismo. Otros, en fin... «Arrogancia». Sonreía pavoneándose, sus hombros anchos y su pelo que estaba perdiendo el rubio; por la coronilla el negro de su color natural se asomaba. A menudo y como en esta ocasión, esbozaba una sonrisa inusual, pero inevitablemente, iluminaba toda su cara.

Verla fue caer en un fallo y quedarse a estudiarla fue otro. Es como si ya conociera esa sonrisa de mucho, mucho antes. El mismo enfoque y las mismas sensaciones al observarla. Un recuerdo conduce a otro. Entonces lo sabe, lo ve y casi hubiera preferido no haberlo hecho. «¿Cómo es posible que se parezcan tanto?».

—Cierra los ojos.

MinHo junta las cejas. Y la pequeña muesca de su ceja izquierda se aprecia más.

—¿Te incomoda que me quede mirándote estando así de cerca?

No era cosa de que le mirara, sino de cómo lo hacía. Parecía que estaba tratando de ver más allá de su alma.

Blue. (all of those drugs) ♡ MinSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora