Naruto Uzumaki no tiene nada que perder...
Las personas que más amó, se van a casar. Dicen que el tipo bueno termina último. Entonces, ¿cuál es el punto de ser un maldito caballero?
Tal vez debería solo tomar lo que quiere.
Incluso es esa cosita sex...
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Pasamos tres días y tres noches en este extraño capullo de sexo y afecto. La parte más sorprendente es lo mucho que me encontré compartiendo con él. No sobre mi padrastro. Esa parte todavía está demasiado cruda.
Le hablo de mi familia cuando era pequeña, de mamá y lo unidas que éramos cuando nos quedamos solas.
"Ella tenía sueños tan grandes para mí. Ella solía decir: tú podrias ser cualquier cosa. Una astronauta o una piloto de carreras. La presidenta del país. Y yo le decía, quiero ser doctora. Y nunca hubo ninguna duda en su voz cuando me decía: Entonces eso es lo que lo serás."
"Aún puedes hacer eso", murmura, acariciando mi cabello.
Me acaricio contra su pecho, sintiéndome inexplicablemente segura.
Somos de mundos diferentes. Es dueño de este rancho y de un camión. Hay menciones de un negocio con edificios e inversiones.
Yo soy dueña de lo que puedo tomar, y lo que cualquier animal muerto que mi gato me traiga.
"También podría imaginarme siendo una astronauta. O la presidente. Pero eso nunca va a suceder."
"Se puede", insiste. "Así es cómo funciona esta cosa de los sueños, pasarán si te esfuerzas por ellos, creer en ti es parte importante."
"Nadie quiere que su médico sea una prostituta".
"No es de su maldita incumbencia. No eres la única persona que ha caído en tiempos difíciles. Muchos de ellos tuvieron que pasar por lo mismo o incluso peor. No es algo que ellos publiquen en la puerta de su clínica."
Es difícil imaginar que un doctor alguna vez haya atravesado tiempos difíciles. Pero no lo sabría, ¿verdad? Tal vez tenga razón. Talvez yo no tenía que saber cómo los sueños se hacen realidad. Es suficiente con creer.
A la cuarta mañana me lleva a los establos para conoce a los caballos. Tornado, Veloz, Travieso.
"Ten cuidado, este mocoso muerde." Llegamos al último puesto, donde una yegua muy plácida me mira fijamente desde si flequillo color crema.
