Hacer las paces nunca había sido una opción. Desde que Janina y yo nos conocimos nos hemos llevado la guerra. Todo empezó desde la secundaria cuando hubo un mal entendido, básicamente un chisme que nos envolvió a ambos. Nunca se solucionó ni llegamos a aclararlo, aunque entre los dos sabíamos que ninguno tenía la culpa. De todos modos, mirarnos mal y fastidiarnos, es nuestra razón de ser; ella lo disfruta tanto como yo.
Hoy he llegado con un cuarto de hora de anticipación a la preparatoria, porque se me quitó el sueño antes que mi alarma sonara. Como es de esperar, nadie ha llegado aún, todos brillan por su ausencia. Qué aburrimiento estar solo.
Me acomodo en mi carpeta para dormir los quince minutos que me faltaron hoy. Estoy a punto de pegar el ojo, cuando de repente siento un golpe en la canilla que me hace levantar la cabeza de golpe. Le gruño a la responsable de esto, no podía ser nadie más que la odiosa de Janina.
—Oye enano, tú siempre llegas tarde, ¿por qué llegaste temprano hoy? Lo hiciste para fastidiarme, ¿no es así?
—Cállate jirafa, no te creas el centro del universo.
Se acomoda en su carpeta no sin antes darme una de sus malas miradas. Si sus miradas mataran yo ya habría muerto.
En realidad, ni ella es jirafa, ni yo soy enano, es solo que soy el más bajo de todos mis compañeros hombres con mi metro setenta y cuatro; por consiguiente, ella es la más alta de las chicas con su metro sesenta y siete. Sé su talla porque la enfermera escolar nos evalúa cada cierto tiempo.
—Oye enano, ¿has hecho la tarea de álgebra?
Abro enormemente mis ojos. ¡¿Había tarea?!
—¿La has hecho?
—Claro que sí, tonto.
Intento recrear una carita de cachorro tierno para ablandar su frío corazón.
—¿Me la pasas jira... digo, Janina?
Su cara burlona y sonrisa de maléfica me dice que no me lo dejará fácil, si en caso llega a pasármela.
—¿Qué gano yo pasándotela, enano? ¿eh?
—Mi amor —le digo formando un corazón con las manos.
—Y yo qué gano con eso, no me sirve de nada.
—Dejaré de odiarte.
—Soy feliz con tu profundo odio.
—Bien, me rindo.
Para entonces nuestros compañeros han empezado a llegar. Mis amigos se sientan a mi alrededor dándome una suave palmada en la espalda. Les pregunto por la tarea, aunque claramente es en vano, se muestran tan sorprendidos como yo al inicio.
El profesor del curso hace su ingreso triunfal diciendo que el que por cualquier razón no haya hecho la tarea, será expulsado de su clase. Me lamento no haberla hecho.
De acuerdo al orden de lista, el maestro empezó a llamar a los alumnos uno por uno para la presentación de la tarea. Me resigno al castigo que me tocará.
—Enano.
Me giro hacia Janina que me ha llamado. Con un brusco movimiento propio de ella, me lanza su cuaderno con la tarea. Le doy una sonrisa, aunque ella no me la devuelve.
En realidad, Janina no es una chica capaz de odiar a nadie, es burlona, fastidiosa, traviesa, pero también amable y algunas veces tierna. Su corte de lady Di rubio falso, y mirada intimidante la hace parecer ruda, pero yo que la conozco desde hace años, sé que de eso no tiene nada.
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Cuéntame una canción/Antología [Primera Entrega]
RandomCuéntame una canción es una recopilación de relatos inspirados en las canciones preferidas de los lectores. Este apartado fue hecho para ti, aquí puedes dejar el nombre de tu canción favorita, y yo la convertiré en una historia...