One last time

3 1 1
                                    

«No te voy a castigar por lo que has hecho, te voy a castigar por mentirme».

Era siempre esa la frase de advertencia de mi madre. Prácticamente me rogaba para que le dijese la verdad. Se inclinaba a mi altura y me miraba con ternura para darme confianza. Cualquier otro niño se hubiese sentido culpable y habría terminado por rendirse y confesar, pero yo no. Sin titubear le sostenía la mirada, y con la frente en alto me atrevía a continuar en mi ley.

Entonces me tomaba de una coleta y me arrastraba a mi cuarto para castigarme. Ella odiaba las mentiras y yo las amaba. Ella no lograba comprender por qué no podía ser una niña buena como "Heidi", su personaje favorito del cual yo llevaba su nombre. A ella también la odiaba; lo linda, tierna y tontísima que podía llegar a ser me asfixiaba.


Mis mentiras empezaron siendo inocentes cómo, por ejemplo: hacerle creer a mi amiga Estrella que yo era una sirena que había cambiado su cola por un par de piernas.

Conforme iba creciendo, mis mentiras subían de nivel. Me fascinaba ver cómo la gente creía en lo que decía con tanta facilidad. Podía incluso decir que soy un fantasma, y me creerían. Podía ser lo que quería ser.


«Heidi, dime la verdad por favor».

La voz de ese hombre se entretejía con la de mi madre.

—No entiendo por qué hasta ahora no me he cambiado el nombre; lo detesto.

—¡Heidi! —Me sacudió de los hombros. Sus ojos amables se tornaron húmedos—. Por favor, dime la verdad, te lo ruego.

Me enfrasqué en un silencio tenaz. Le miraba directamente a la cara, pero no dudé ningún momento en cambiar mi respuesta.

—No lo hice.

William fue aflojando su agarre hasta soltarme por completo. Su carita bonita estaba siendo poseída por la tristeza de reconocer mi mentira, o quizás por su decisión final.

Las comisuras de su boca temblaban mientras sus lágrimas invadían cada rincón de sus mejillas. Se dejó caer lentamente al piso mientras el amor que sentía por mí se iba convirtiendo en rencor.

Solo tenía que decirle la verdad, solo tenía que pedir disculpas, y el blandengue de William me perdonaría como muchas veces lo ha hecho sin que yo se lo pida. Sin embargo, de mi boca no lograba salir palabra alguna. Tenía claro que esa vez era diferente, esa vez había algo distinto en su mirada.

Se puso de pie con dificultad y, dándome la espalda, se marchó. Me quedé parada como estatua sin ser capaz de dar siquiera un paso.


Han pasado dos años desde entonces. Debo reconocer que, William y mi madre han sido lo único bueno que he tenido en la vida, y los he perdido a los dos. Ya no puedo hacer nada respecto a ella, porque se pudre tres metros bajo tierra, pero en cuanto a él...La última vez que lo vi, iba sonriente junto a una mujer.

Averigüé sobre ella, busqué hasta el más mínimo detalle. Me enfermé al descubrir lo perfecta que es. Linda, tierna, agradable y, sobre todo, sincera.

Soy consciente que jamás podré estar a su nivel, que jamás podré darle a él, todo lo que ella sí. Pero, ¿y yo? Él es todo para mí, no soy nada sin él. Necesito tenerlo conmigo una ultima vez, necesito sentirlo, necesito acurrucarlo entre mis brazos y sentir que aún es mío.

Sin pensarlo más, me dirijo hacia la casa donde vive con la estúpida esa. Espero pacientemente a que William llegue, sentada en el pórtico. Mi corazón palpita a toda velocidad cuando su camioneta se acerca. Como es torpe y distraído, se baja de un tropezón pegándose en la cabeza, sacándome así una sonrisa.

El gesto afable que siempre lleva sobre su rostro cálido, desaparece en cuanto me ve. Intenta pasar de mí apresurando sus pasos, así que le tomo del brazo para impedírselo.

—Por favor, habla conmigo.

Me brinda una mirada compungida. ¿Tanto dolor le he causado?

Por favor Will, solo una última vez...

Tragando saliva se zafa de mi agarre. Mete la llave a su puerta. No tengo más oportunidades, debo actuar rápido, así que...

—¡Tengo cáncer! —El panorama de su espalda me regala una última esperanza. Con una mirada alivianada me da la cara. Las comisuras vacilantes de su boca sonriente me avisan que lo he convencido—. Voy a morirme Will —titubeo.

A pasos lentos regresa a mí. Vuelve a mí; así cariño, así.

En un segundo me envuelve en su aroma amaderado. Cuanto he extrañado sus brazos larguiruchos. El sonido constante de sus latidos.

Cierro los ojos para disfrutar de su cercanía, y me obligo a derramar un par de lágrimas. Su sensibilidad le hace seguirme, tal como lo había planeado. Me acompaña a casa, me prepara comida, conversa conmigo, me hace feliz.

Me acomoda para dormir. Intenta irse, pero le detengo.

—Por favor quédate conmigo, hasta que ya no esté más. No me dejes sola, nunca más.

Aun dudoso se acuesta a mi lado. Recuesto mi cabeza en su pecho, mientras mi brazo lo sostiene bien para que no se aleje. Eres mío de nuevo Will, aunque sea un momento.

Elevo mi cabeza y, aunque, lo duda al inicio, admite mi beso. No me importa cuantas veces mi lengua se queme en el infierno, si tengo sus besos. Mentiré una y mil veces.

El fin de semana ha sido memorable. He disfrutado cada segundo a su lado. El lunes por la mañana soy la primera en despertar. William no ha cambiado nada, sigue siendo un dormilón.

Dejo un suave beso en su frente.

—Adiós cariño.

Desde mi celular marco el número de su novia. Ella responde a la tercera.

—Él no ha salido a un viaje de negocios, ha pasado todo el fin de semana en mi departamento. Nadie ha escapado jamás de las garras de la mentira. El que nunca ha mentido que tire la primera piedra.

Corto sin darle opción a responder. Dejo la puerta abierta por si se le ocurre venir; agregué un mensaje de texto con mi dirección después de la llamada.

Arrastrando mi maleta, me aventuro a cumplir el sueño de mamá. Luego tras interminables horas de viaje, piso la región de "Heidiland", en el Distrito de Landquart. De verdad es tan hermoso como se representaba en Heidi.

Camino y camino sin rumbo hasta llegar a un lago, donde me detengo a observar mi reflejo.

¿Mamá, cual fue el final de Heidi? ¿Cuál será mi final? ¿Y si beso el sol en medio del lago?

Adiós a todos, siempre los odié. Hola Mamá.


Relato inspirado en la canción "One last time" de la cantante estadounidense Ariana Grande.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 17 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuéntame una canción/Antología [Primera Entrega]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora