Corona de sangre.

04. Teníamos.

Arlette, la hermana menor de Aric acababa de cumplir los 17 años. Se había convertido en una hermosa beta de un día para otro. Su padres estaban convencidos en poder encontrar un excelente prospecto para ella, su belleza e inteligencia harían sin duda que cualquier alfa o beta se interesara.
Aric no comentaba nada al respecto, le daba alivio que sus padres aún no estuvieran ostigandolo a él con temas de matrimonio. Ellos no parecían tener tanta prisa porque su hijo mayor se comprometiera y eso le alegraba profundamente.

La primavera había llegado a la capital con un viento cálido. La costa estaba más colorida y viva que nunca, las frutas estaban llenas de jugo, al madurar explotaban con dulzór, deliciosas como la miel. En el palacio se acostumbraba adornar el interior y el exterior con flores de diferentes colores, era una maravilla visual. Por el inicio de temporada, la reina daba una fiesta enorme para las casas importantes de la ciudad. La capital se llenaba de gente, señoríos con sus sirvientes y casas vasallas.

Entre todos esos invitados, ciertamente estaban Aric y su familia. Habían subido al carruaje para arribar al palacio desde la mañana.

—Tu padre desea que hoy bailes con el hijo de Lady Ezra —Le dijo Carl a su hijo en el carruaje.

El beta interrumpió su pelea contra su moño (que lo ahorcaba) para observar a su papá con los ojos bien abiertos.

—Pero yo no quiero hacerlo... —Dijo con dificultad, intentando no alzar la voz de más.

—Phillip Ezra es un omega lindo y de buena cuna. Nos convendría tener una relación cercana con él y su madre —Contestó el alfa con severidad, sin importarle un cuarto de arena las palabras de su primogénito.

—Así es, cariño —Su papá le sonrió —Tu padre y yo hemos estado pensando en hacerle una propuesta de matrimonio a Lady Ezra. Tú y Phillip harían una hermosa pareja.

—No tengo edad para casarme —Respondió Aric con la mandíbula tensa. Sus manos temblaban a pesar de que trataba de mantenerse relajado. No podía, él no podría casarse con un omega, con nadie...

—Ya cumplirás 20, Aric.

—Si, a esa edad tu padre y yo nos casamos, ¿cierto, mi cielo?

Aric no salió de su estupor. Tenía el estómago revuelto y sentía que quería vomitar. Jamás pensó que ese momento llegaría de repente. Sabía que tenía que hacerlo en algún momento, pero no ese día. Quería lanzarse del carruaje. No quería ir al dichoso baile de primavera y, en definitiva, no quería bailar con Phillip Ezra.

—Hey... —Arlette le palmeó los hombros, estaba sentada junto a él en el carruaje —Todo estará bien. Es nuestro deber, después de todo.

—¿Tú también tienes que intertar cortejar a un desconocido? —Dijo Aric con un tono más despectivo del que quería. Arlette retiró su mano.

—Algo así —Su hermana no parecía ni un poco disgustada, él se preguntó de quién se trataba el próximo prospecto de su hermanita.

Pero no dijo nada más, dándose cuenta que era inútil nadar contra la corriente.
El jardín del palacio estaba lleno de gente, como se esperaba. Sus padres lo lanzaron de inmediato hacia Phillip Ezra. Se puso a conversar con él, se acercaron a la terreza externa para mirar el laberinto que estaba en el patio del palacio. La tarde cayó sobre ellos. Ambos no había parado de hablar. Aric descubrió que el omega no era una mala persona, de hecho, a él también lo obligaban a estar con Aric. Era un omega agradable y educado, pero definitivamente no se imaginaba haciendo una familia con él.

Pasearon por el jardín, mientras les caían hojas de colores en el cabello, y de vez en cuando, Aric levantaba la mirada para buscar a Derha entre las personas, pero sólo llegó a observar al rey y la reina a lo lejos.