Capítulo 5

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Al día siguiente caí en cuenta que este sería el tenor de mi vida el resto del ciclo escolar, si bien a veces mis escaramuzas para con Lisies parecían funcionar, que de cierto eran lo que mas importaba, y bien recuperar mi horario matutino, y en la turbia lucha de estas metas de poco me preocupé de Nelly, que al igual que yo desistió de confraternizar con migo, aunque si el caso se daba y estábamos aislados o coincidíamos con Hugo, arremetíamos con una insulsa plática que rayaba en cotilleo, que a decir verdad nos llenaba, pero tan efímera que a ojos de un espectador casual parecería un simple saludo.

Al contexto de lo dicho, no era sorpresa encontrarme desesperado taciturno y molesto aguardando a Lisie en el comedor, porque si bien siempre se iba temprano a casa hacia lo posible por comer con Damián y yo, claro, la petulancia propia de una mujer nos llevaba a mal gastar los pocos recursos de estudiante que teníamos y pagamos lo que otrora fuera un lujo con tal e Lisie se quedara a comer, desde luego yo no tenía el premio de comer a solas con Lisie, ese era privilegio tan solo para Damián, y tal vez con excepción particular de ese día la vi llegar sola, mas que preocupado con cierta exaltación esperaba con ánimo que Damián no se apareciera, al verme en la mesa esperando Lisie tomó camino hacia mí y con algo de fastidio pero resignada.

—El estúpido se fue a la asesoría.

Dijo apenas estuvo al alcance, mientras movía la silla y ponía su bolsa sobre ella, al tiempo que se acomodaba la brillante cabellera y se ponía la diadema, al verla supongo que se me escapo una sonrisa, porque ella bajo las manos, y movió la cabeza negando.

—¿Asesoría?

Me miró detenidamente por un par de segundos, y alzo la ceja al tiempo que con algo muy parecido a la sensualidad tomaba asiento.

—Si ya sabes los cubículos donde te ayudan cuando no puedes resolver un trabajo.

Asentí mientras ella bajaba lentamente la cabeza en lo que me pareció vergüenza, tarde, pero comprendí, en ese momento estaba por decir algo.

—¿Y...?

Suspiró mientras tomaba valor, así que le di espacio y mantuve silencio sin mirarla para no presionar, y por un par de segundos me pareció que no lo diría, pero levantó la cabeza y me miró a los ojos con algo diferente, una mirada lejana y triste.

—Eres un bicho.

De hecho, no comprendí, si trataba de insultarme o estaba disgustada con Damián o consigo misma, y a pesar de congelarme alcance a murmurar con expectación.

—¿Qué?

Ella solo negó una vez mas mientras me miraba sesgada con media sonrisa.

—No lo soporto de verdad es mas de lo que puedo.

Sorprendido me dejo perplejo la afirmación que era completamente incongruamente a la filial relación que hasta ese día llevaba con Damián, quizá por eso le di el benefició de la duda.

—¿Ósea...? Pregunte con lentitud alargando cada letra mientras retorcía ligeramente la mirada en dirección a los módulos de asesoría —te peleaste con él.

Al verme ella sonrió a mitad entre malicia y tristeza, mientras negaba ligeramente con la cabeza.

—Ósea...—dijo alzando ligeramente las manos —lo quiero mucho, pero en días como hoy...

Se interrumpió al tiempo que me miraba de fijo, mientras sacudía un poco su morral.

—¿Lo vas a dejar?

Respondí alegre suponiendo en mi beneficio que era solo por ese hecho verdad, mas cuando al decirlo casi me pareció que se ponía de buenas, y sonrió con alegría.

Hace Tres AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora