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Rubius movía su pierna de arriba a abajo con evidente nerviosismo, Luzu lo miraba mientras se frotaba un poco el rostro y reía suavemente.

“A ver si entiendo” dijo, intentando recapitular en el problema con el que Rubius había llegado a su hogar. “Titi te llamó papá” Rubius echó un vistazo al niño para ver si estaba escuchando, pero Titi parecía muy entretenido con uno de los patos de Luzu.

“Sí” suspiró y mordisqueo sus uñas.

“¿Y cuál es el drama?” Luzu alzó una ceja. “Nadie en Karmaland es más padre de Titi que tú, ni el mismo Staxx. Tú lo mimas como nadie” Luzu se encoge de hombros con total naturalidad.

“Pero yo no soy su padre Luzu, necesito que él lo sepa” susurró moviendo sus manos sin parar.

“Él lo sabe. Es un niño, no tonto. Hay que pregunt-” Rubius lo detuvo agresivamente.

Tenía miedo de lo que pudiera responder el niño, y el saber la posible respuesta le asusta mucho más.
Luzu no lo estaba ayudando, solo empeoraba más su desesperación.

“Okay, okay. Entonces, llévalo con Staxx. Déjalo ahí” sugirió y Rubius se sintió ofendido.

¿Cómo siquiera se atreve a sugerirle que abandone así al niño?

Oh.

Ese pensamiento es muy paternal, le dijo su propio cerebro.

“Mierda. No ayudas” antes de que Luzu pudiera hablar otra vez, Rubius tomó a Titi en brazos y se fueron del hogar del castaño.

Cuando subieron al coche, Rubius apoyó su cabeza en el volante, como si eso le ayudara a pensar. Titi lo miraba con confusión desde el asiento de atrás, en su silla para niños, que Rubius había buscado en color verde, especialmente para él, pensando en su seguridad.

“¿Papá?” dijo con inocencia y Rubius soltó un jadeo lastimero. Se volteó hacía el asiento de atrás, enfrentando esos ojos verdes enormes y brillantes que no comprendían al chico rubio.

“No, no soy papá” sintió un sabor amargo al decirle eso al pobre niño, y apenas vió como los ojos de Titi amenazaban con soltar unas cuántas lágrimas se volteó otra vez, arrancó el auto y no se atrevió a mirar por el espejo retrovisor.
Titi siempre hacía ruido al llorar, pero no estaba haciendo ni un solo ruido ahora. Inevitablemente se preocupó, cuando se dignó a mirar, el pequeño se había dormido, con algunas lágrimas en sus mejillas.

Rubius bajó a Titi completamente dormido en sus brazos, casi que podía escuchar sus ronquidos suaves, lo que le hizo reírse un poco. Suspiró mientras caminaba a esa puerta que no era de su hogar.

Tres golpes en la puerta fueron suficientes para que el dueño de casa hiciera su aparición con una sonrisa en el rostro.

“Hola Veg, ¿puedo dejarlo contigo?”

• paul.

empieza la tristeza :')

not my son! • rubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora