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Ella, siempre será ella.
Jonathan

Dos días antes...

Sus ojos...

Sus labios...

La melena dorada que cae como cascada por su delicado rostro.

Su tonificado y proporcionado cuerpo, lleno de seductoras curvas que te llevan a la locura.

Ella es tentación pura.

Niego intentando desvanecer los pensamientos de mi cabeza.

¡Mierda!, detesto no poder sacarla de mi mente. Inhalo y exhalo el humo proveniente del porro de marihuana entre mis dedos.

Recorro con la mirada el cuerpo de la chica bailando frente a mí, la dureza se hace presente y los pantalones me aprietan.

Es sexy, tiene atributos generosos, cintura pequeña, piernas esbeltas y definitivamente experiencia en el sexo.

—Ven aquí —señalo la cama, ella me mira deseosa y obedece.

Se deshace de la prenda que cubre sus pechos sin dejar nada a la imaginación, la reparo nuevamente y mis ansias de penetrarla aumentan. No soy dulce, en absoluto considerado.

Le entrego el preservativo. Ella niega y a horcajadas se sube sobre mí.

—Quiero sentirlo, General —pide con tono seductor— por favor...

—No te di opción. Es una orden Liliana.

—Corazón... desde hace mucho somos pareja es momento de...

La sujeto por el cuello suavemente, la acerco a mis labios y la beso con fuerza.

Llevo acostándome con Liliana desde que llegué a este país.

—Jonathan...

—Nena, te quiero a ti —digo cerca de sus labios— ¿me dejaras con las ganas?

Niega y me devuelve el acto. Ella es vehemente, nunca se opone a mis peticiones y tampoco se queja de la fuerza y velocidad que aplico cuando tenemos relaciones.

Soporta mi manera ruda de tener sexo y por eso la utilizo a menudo.

Encontrar una mujer que este a mi altura es complicado, normalmente todas son muñequitas frágiles. Definitivamente extrañare esto en Londres, buscar alguien que pueda cargar con mis impuros deseos será complicado.

A menos que la encuentre....

—¿Puedo ir contigo a Londres? —pide entre jadeos— no quiero... dejarte.

Guardo silencio, esto es lo que odio de las mujeres. El sentimentalismo barato que se cargan cuando se enamoran y uno solo quiere sexo y debe aguantar los berrinches, el llanto y toda esa mierda...

Arremeto con fuerza, la coloco bajo mi cuerpo y continuo con el acto. No me detengo y tampoco la dejo seguir hablando ya que la fuerza que utilizo le provoca varios gemidos impidiéndole formular oraciones.

Termino mi tarea tras varios minutos, retiro el preservativo y lo tiro en el tacho de la basura. Liliana, agotada se posiciona en la cama y se deja llevar por el sueño. Me visto, saco mi billetera y dejo dinero más que suficiente para pagar el hotel en la mesita de noche y me marcho.

Por ahora Liliana a cumplido su propósito.

El celular suena y contesto.

—General Cromwell —me dicen del otro lado de la línea —se que es la tercera vez que insisto, pero debo estar seguro de su decisión.

Amores destructivos #1 [Trilogía Destrucción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora