Lujuria
Jonathan¿¡La mafia italiana¡? ¡Qué le pasa a esa inconsciente!
Atreverse a amenazarme.
Es una... una... una jodida maldición.
Cómo mierda se le ocurre decir una estupidez de ese nivel, puedo llevarla a juicio por traición con sus declaraciones y aun así no le importo.
Esa insensata mimada.
—Señor... —la empleada que me ayuda en el departamento entra con prevención— tiene una llamada de... eh... dice ser su prometida.
Lo que faltaba para empeorar mi mal humor.
—Dile que no he puesto un pie en este lugar desde que llegué, sabes que, mejor dile que me mudé a Groenlandia y que si quiere me busque ahí.
Acaricia su cabello teñido ligeramente de blanco, noto la duda en sus ojos.
—Por favor, Fabiola, obedezca y restringa todas las llamadas de ella y de mi madre.
Asiente y se retira con el teléfono en la mano. Avanza solamente algunos pasos, se detiene, dirige la vista hacia el hombre inconsciente en la mesa y abre la boca para hablar.
—Señor, ¿Preparo la habitación de huéspedes para su invitado?
—Pide un taxi y averigua donde vive. No quiero verlo aquí.
—Como diga.
Athena es capaz de alterar todo en mi, mi humor, mis sentidos, mis hormonas. Una sola palabra, es capaz de derrumbarme y cualquier decisión puede acabarme si la ejecuta.
No es broma lo que dijo, la conozco y sé que si me amenazó con esa organización se malditos mafiosos es porque tiene todo calculado.
Ella no dejaría nada al azar.
Decido ir a mí habitación y darme un relajante baño. Necesito pensar mi último movimiento para con Athenea.
No sé cuánto tiempo pasa, solo me dejó llevar por la calidez del agua y la imagen mental que se apodera de mi mente. Ella con ese seductor vestido, el brillo en sus ojos, sus curvas perfectas y su actitud, aunque quiera ignorar lo que produce en mí no puedo.
La deseo, de todas las maneras y principalmente en mi cama, desnuda y dispuesta a complacer cada fantasía.
Lo que provoca en mi es deseo puro.
—Señor, envié al joven Lennon a su apartamento —Fabiola golpea la puerta y me comunica— también recibió la llamada de su superior, informo que el lunes debe presentarse con uniforme de gala para la ceremonia en su honor.
—Alista mi uniforme, lo encuentras en mi armario, revisa que se encuentre en perfecto estado.
—¿Desea algo más?
—No, puedes retirarte a tu casa. Si deseas dile al chófer que te lleve.
—Muchas gracias, señor. Bien fin de semana.
La imagen mental provoca reacciones inesperadas en mi ser, unas que debo calmar o terminare explotando.
Llevo mi mano al miembro que se esconde bajo el agua con burbujas, la guio fomentando el placer, una, otra y otra vez. La respiración se me acelera conforme aumento la velocidad de mis movimientos, aprieto los ojos y una imagen nuevamente se impregna en mi mente.
Es un jodido castigo. Es como la mala hierba, imposible de deshacer.
El placer que me genera imaginarla junto a mí, recordar su olor, la suavidad de su piel y sus labios carnosos besando mis abdominales.
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Amores destructivos #1 [Trilogía Destrucción]
Romance"Cuando el destino se enreda, depende de nosotros volver al camino correcto" Sin duda alguna se puede afirmar que Jonathan Cromwell fue la calma y la tormenta de Athenea Armstrong. Esa persona capaz de reconstruirte y destruirte al mismo tiempo. Dos...