Futuro

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La piel de Tobio es dulce, sus ojos azules también lo son. Y cuando mis labios tienen acceso a cada parte de él, es como disfrutar de los arándanos en su mejor temporada.

Aspiro, sonrió y beso por milésima vez su boca, queriendo que ninguno de ellos sea el último.

Y vuelvo a besarlo, imaginando que ninguno de esos besos los pude disfrutar como se debería, sin querer aceptar que no es ese el problema, sino que nunca serán suficientes.

Aprendí como es que le gusta más, Tobio se acuesta boca abajo, y deja todo a mi voluntad.

Claro que quiero saborear todo su cuerpo, pero es como si él tiempo pasara tan deprisa.

Beso cada lunar que encuentro en su espalda bajo, acaricio la parte más blanda de su cadera y lo traigo hacia mí, con fuerza.

Lo oigo gritar, Tobio se aferra a mi almohada y levanta mas su cadera, me da permiso de seguir.

Entonces fuera de mi, empiezo a disfrutar de semejante banquete, entrelazo mis dedos con los suyos, y estiro sus brazos hacia atrás, su espalda se arquea y su rostro esta rojo, porque aún le queda algo de vergüenza, más cuando lo hacemos con la luz encendida, quiero recordarlo.

Lo dejo acostarse nuevamente y me centro solo en él. Tomo sus caderas, hundiendo cada uno de mis dedos y arremato con fuerza. Caigo sobre él, es tan pequeño cuando quiere. Lo hago gemir mas, muchísimo más.

Cierro los ojos, y en un ritmo constante, me relajo escuchándolo.

Tobio se convulsiona debajo de mí, su cuerpo se vuelve más frágil, y amo hacerle acabar solamente con la penetración, acabo casi con él.

Y me quede dentro, como casi siempre, y mientras él vuelve a su respiración normal, lo lleno de besos y amor, trato de devolverle todo eso que me genera, que me genera el doble cada vez que tengo acceso a ese cuerpo.

Tobio tiene una piel blanca, exquisita, que me he encargado de corromper y marcar a mi gusto.

....

....

Tobio se marcho aquel día.

Muy tarde.

Falto a clases y a su club favorito, solo por estar aquella ultima vez con Hinata.

Fue recompensado por ello, recibió miles de caricias, y todo el amor que un ser humano, en su faceta de despedida estaba dispuesto a dar.

No hubo lágrimas. Al menos no enfrente del otro.

Miro sus dedos, aun seguían algo rojos. Hinata los había entrelazado con fuerza cuando estaban por culminar su último acto sexual.

Había sido sorpresivo, Hinata se encontraba renuente, pero Tobio quería esa muestra de afecto.

Así que sin mucho pedirlo, fue el centro de atención una vez más. Hinata sabia como debía hacerlo, sabia donde besar, y que estimular.

Contaba todos sus lunares traseros y los besaba uno por uno, antes de introducirse por completo.

Tobio disfrutaba de aquel sexo que empezaba tan despacio, pero que terminaba de una manera tan abrupta, dejándolo sin aire, sin casi sensaciones por un periodo mínimo.

Quedaba derrotado, y solía dormirse abrazando su almohada.

Extrañaría eso, Sensei era un amante activo.

Y meditando después de eso, se encontró en una disputa mental. ¿Qué sería de él, después de Hinata?, ¿Volvería a ser como antes o...?

Sus padres jamás lo aceptarían, entonces ¿guardaría por siempre aquella etapa de su vida? ¿Eso se podía?

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