AVISO: Este capítulo incluye referencias de acoso o bullying.
P.O.V Aymara:
Dejé el móvil en la mesa. Estaba planteandome seriamente si me había dado un golpe en la cabeza últimamente o algo así. O eso o que estaba demasiado desesperada por Ara.
Me temblaban las manos del susto. A ver, seamos lógicos: era una broma, y ya está. Nada más. NADA MÁS. Debería desbloquearla, pensé, aunque mejor esperaré un tiempo para que escarmiente.
Después, me levanté y me perdí entre las estanterías, buscando algo interesante que leer. Era raro, sí, porque nunca me había interesado ese lugar. Pero, a falta de nada mejor que hacer, y por pura curiosidad me había acercado allí. Vi algo que me llamó la atención: un libro gris, como de más de 300 páginas, en la sección en la que me encontraba. Me coloqué frente al libro y lo saqué, contenta de que alguno me hubiese llamado la atención. Busqué la autora: Laura Gallego. El título: Dos Velas para el Diablo. No sabía por qué, pero supe que ese era mi libro, que era el que debía leer.
Hay gente que dice que siempre hay un libro en el mundo que te hechiza, y de algunaforma sabes que debes leerlo. En caso de la gente lectora desde la infancia, este se suele presentar a temprana edad. En caso de la gente como yo que nunca leído por gusto, se presenta muy fácilmente el primero que lees, cuando deciden empezar a leer. También hay gente que nunca presta atención y por eso nunca es llamado por ninguno. Y ese fue mi libro.
Lo cogí con cuidado como si fuese a descomponerse si lo tocaba demasiado, y me fui a una mesa a leerlo tranquilamente.
Cuando llegué a la página número 12, ya estaba absolutamente enganchada a la historia. A las tramas de una joven cuyo padre ángel había muerto misteriosamente. Una joven que s ejuró vengar su muerte, y buecando por ahí, se encontró un demonio. Una joven que fue investigando, llegando a conclusiones de las tres razas...
Hasta que una gilipollas me sacó de mi dicha de golpe:
–Vaya, vaya, vaya... La escéptica cabeza de chorlito leyendo. Eso no me lo esperaba. ¿Y tú, Mayte?
–Pues no –se rió más falsa y forzadamente que yo cuando mi hermano mayor (que ya no vivía en casa, tenía 26 años), contaba chistes malos. Y eso era mucho decir.
Puse los ojos en blanco y suspiré, aún sin mirarlas.
–¿Qué pasa?
–Oh, nada. Pero nos hemos sorprendido. Gratamente, claro está.
–Bueno, pues está claro que no soy tan inculta como parecía –sí, estaba de mala hostia, aunque sabía que eso era malo, pero no pude evitarlo–, a veces las pariencias engañan. No es el caso de vosotras, en cambio, sois tan falsas como aparentáis.
Un segundo después mi culo estaba chocando contra el suelo. Irene me cogió y me arrinconó contra la estantería más cercana, apretándome con su cuerpo y consiguiendo que me clavase los libros en la espalda.
–¿Cómo has dicho? –me espetó, muy cerca de la cara– Creo que no te he oído bien.
–Oye, tía, si quieres besarme solo tienes que decírmelo. No hace falta tanto teatro.
Hice una mueca cuando ella me empujó más y me clavé una enciclopedia en los riñones.
–¿Qué dices, mierdosa? Eres una puta lesbiana. Nadie es ni quiere ser como tú. Tú solo eres el bicho raro; a ninguna mujer le vas a gustar nunca. Y yo nunca seré tan mierdosa como tú.
Me metió un puñetazo en el ojo, y después me tiró al suelo. Yo alargué una mano para tirarla también cogiéndola del tobillo, pero antes de que lo pudiese hacer me la pisó con la bota del tacón. Joder, dolió. Vaya si dolió.
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Un cuadro de cliché con pinceladas creativas
RomanceAymara lleva enamorada de su mejor amiga, Ara desde sexto de primaria; sin embargo, esta tiene novio desde hace unos dos o tres días, y Aymara sabe que está enamoradísima de él, y, desde luego, no se va a meter en medio. Sería estropear la amistad y...