AVISO: En este capítulo hay referencias a maltrato físico y psicológico y bullying.
Estaba esperando a que Ara saliese de nuestra clase, apoyada en la pared del pasillo al lado de la puerta, cuando vi aparecer a Marcos, que se situó a mi lado. Sabía que no debía ser desagradable con él (aunque a veces lo hiciese por instinto) porque él nunca me había hecho nada malo, al contrario, y era la persona que hacía feliz a mi mejor amiga, así que me tragué los celos y el orgullo y me esforcé por mantener una conversación.
–Hola –empezó él.
–Hola. Supongo que estarás esperando a Ara.
–Sí. ¿Tú también, no?
Asentí, y él frunció el ceño.
–Pero tarda en salir –dijo. No era una pregunta, sino más bien una afirmación.
–Pues sí, ya lo ves.
–¿Cuánto tiempo llevas ahí?
–Pues unos cinco minutos o así. No sé qué pasa, porque es muy...
–...Raro que se retrase, lo sé –me completó la frase él, para luego añadir–. Voy a mirar, espera un segundo.
Observé cómo se acercaba a la puerta y se asomaba, echando un rápido vistazo para luego volver junto a mí.
–Está hablando con una chica rubia de ojos verdes que no conozco.
Ah, claro, que él estaba en un curso superior, me di cuenta, por eso no sabía quién era.
–Supongo que será la nueva, se llama Lana.
Él abrió la boca para contestar, pero justo en ese momento aparecieron las dos chicas sobre las que estábamos hablando, sonriendo. Ara se separó de la joven rubia para darle un beso corto en los labios a Marcos, quedándose junto a él sin mirarme siquiera. Noté la mirada de la nueva en mi nuca mientras yo observaba a la pareja hablar con complicidad, en bajito. Me giré hacia ella, molesta, y descubrí, que, en vez de una mirada burlona me recibió con una mirada seria. En la mente me volvieron a aparecer sus palabras; las únicas que me había dirigido en todo el día, recordando su sonrisa arrogante. Le devolví una mirada fría y procedí a ignorarlos a todos, apática.
Estaba ya hasta las narices de ella. Sin embargo (y este pensamiento me consolaba bastante, por qué ocultarlo) ya sabía cómo era y, debido a ello, no me vería obligada a cruzar con ella más palabras de las estrictamente necesarias ni tendría que estar cerca de ella, así que estaría bien. Ya lo dije, nada podría ir peor, ¿no? Ya mi vida era una mierda, no creía que pudiese empeorar más aún.
–Hola, Aym –me dijo entonces mi mejor amiga, sacándome de mis sombríos pensamientos.
Marcos ya no estaba, observé, dándome cuenta de que llevaba unos 2 minutos mirando empanada al pasillo.
–Ah, hola –contesté.
–¿Qué tal? Estaba comentando justamente con Lana mi discurso para la candidatura de delegada. Me ha ayudado bastante –ella sí está a su altura. Tú no, no sabes siquiera por qué eres su amiga, me dijo mi mente. Aparté esos pensamientos–. Creo que debería presentarse ella también. ¿Tú qué crees?
No supe qué contestar. En teoría (y así era, en realidad), me caía mal, pero... bueno, teniendo en cuenta lo buena que era en todos esos temas que requería el puesto de delegada, pues sí debería. Le eché un vistazo fugaz, vislumbrando sus ojos color esmeralda clavados en mí, como esperando una respuesta expectante.
–Hum... sí, supongo –contesté con naturalidad, tratando que no se me notase mi incomodidad.
Sin embargo, y como siempre, debí de fallar estrepitosamente, pues Ara me miró, extrañada, para luego volverse inmediatamente hacia la nueva; aunque se guardó sus opiniones para sí y se abstuvo de hacer comentarios. Yo suspiré, algo aliviada (no me apetecía tener que dar explicaciones y menos aún que un rumor corriese por ahí), y la rubia también pareció albergar ese mismo sentimiento debido a que no la iban a acosar con preguntas. Y ahí nos quedamos las tres, en un silencio algo incómodo que ninguna sabía (ni quizá quería) romper; yo mirando a Lana descaradamente (no sabía disimular, así que para qué esforzarse), Lana mirándome a mí, y Ara en medio de las dos un poco incómoda y muy confusa.
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Un cuadro de cliché con pinceladas creativas
RomansaAymara lleva enamorada de su mejor amiga, Ara desde sexto de primaria; sin embargo, esta tiene novio desde hace unos dos o tres días, y Aymara sabe que está enamoradísima de él, y, desde luego, no se va a meter en medio. Sería estropear la amistad y...