13. El baile de la dignidad y de la verguenza.

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Hola, bolas. ¿Quiénes por aquí?


Leah

Han aparca su motocicleta justo al frente de una linda casa color crema de dos pisos con tejado. A diferencia de la anterior fiesta a la que fui, es evidente el cambio de tamaño de la construcción junto a sus decoraciones en el jardín. La casa de Theo era más linda y simple, me gusta.

El quarterback me ayuda a bajar debido a la falda de cuero que llevo. Es amable en sostenerme la mano mientras acomodo bien la prenda para que no se me vea la santa virgen en este momento. Mis mejillas se calientan un poco ante el sonrojo que me provoca su sonrisa, y quiero quedarme oculta dentro del casco, el cual me quita para colocarlo en uno de los mangos.

Carraspeo nerviosa al ver la cantidad de personas que empieza a llegar y no es para nada raro decir que Theo es posiblemente el estudiante más amigable del instituto por lo mismo que tendrá muchísimos amigos que deseen estar aquí por él, o por la fiesta.

Arreglo mi cabello y las pequeñas ondas que he formado en las puntas gracias a mi ingenio con los lápices de Miranda. Han se queda un rato junto a su motocicleta para sacar sus pertenencias del compartimiento de esta y decido adelantarme al interior de la casa a ver si logro calmar un poco mi acelerado corazón por culpa del muchacho a mi lado.

Trato de hacer mi camino con una falsa calma, pero mi cuerpo termina retrocediendo en un gesto un poco brusco cuando siento el agarre de Han tirar de mi jersey para volver a quedar junto a él. No nota la fuerza con la que tira pues mi espalda golpea contra la parte lateral de su cuerpo y es sorprendente lo cerca que estamos cuando alzo mi rostro para verlo confundida.

—¿Qué?

—¿Pensabas entrar sin mí? —pregunta curioso.

—S-sólo... —carraspeo— Sólo quería ver si había llegado Ada.

Han sonríe dejando a la vista sus hoyuelos y lo odio por lo bien que se ven en sus mejillas.

—Eres mi novia, Wiley. Se supone que debemos actuar como una pareja.

—Somos "pareja"... —hago la seña de comillas con mis dedos, alejándome de él— Las parejas no son siameses.

—¿Por qué no?

—No estaré todo el tiempo pegada a ti como chicle, quarterback.

—A mí también me gusta estar contigo, Leah —ironiza, pero en un tono dulce.

Desordena un poco su cabello y debo tragarme el suspiro que me provoca el divisar los músculos de su brazo tensarse ante el movimiento a través de la tela de su camiseta blanca. La prenda se alza un poco lo que ocasiona que la piel de su abdomen se note frente a mí.

En un gesto de inercia, mis ojos viajan a esa zona y en el instante que noto la tira superior de su bóxer, alzo rápidamente la mirada chocando con sus ojos.

Si antes estaba sonrojada, en este instante mi rostro ha de tener el rojo de un tomate maduro. Se ha dado cuenta de dónde ha estado mi concentración por lo que él también baja el rostro y se percata de su camiseta.

Estas semanas me he dado cuenta que Han Park es un coqueto por naturaleza por lo que no me sorprende el hecho que me termine sonriendo y avergonzando aún más.

—Si tanto te gusta ver, si quieres te dejo tocar.

—Por favor, cállate —me tapo el rostro.

Escucho su risa y es como si mil choques eléctricos recorrieran todo mi cuerpo por ese simple gesto.

Quarterback, fuck you [Español] | En cursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora