🗡 KAPITEL XVII 🗡

6K 383 6
                                    

UNA SEMANA DESPUÉS.
FRANCIA.

𓄂

Daegan Mortensen caminaba a pasos seguros por los pasillos de aquel salón en el cuartel general de la base militar de Francia. Nadie se atrevía a mirarlo a la cara, todos agachaban sus cabezas mientras se abrían paso para dejarlo pasar. Daegan iba con un solo propósito en mente: Asesinar a los dos putos guardianes de De'ath. ¿Por qué? Porque esos dos bastardos fueron los principales escalones para que Ryder escalara en el poder e hiciera lo que se le viniera en gana. Y además, aún faltaban cabezas por cobrar para completar el conteo de los rasguños de su mujer.

Venganza es venganza y no descansaría hasta terminarla. No era hombre de dejar las mierdas a media. No era su estilo. No era el estilo de los Mortensen.

Daegan avanzó por los pasillos y llegó hasta la oficina del General Dumas que estaba en una reunión con el General Bernand. Entró con total calma y se quedó de pie en la puerta, viendo a ambos hombres charlar amistosamente mientras compartían una copa de vino. Daegan alzó una ceja al oír que durante la noche planeaban ir a un burdel para hacer una orgía con más hombres y unas mujeres. Le dio asco. Y sonrió con malicia al preparar su monólogo en su mente.

—Tantas lunas, caballeros —saludó.

—Ah, pero miren nada más quién vino a visitarme —rió el General Dumas—. No solo he recibido la visita del General Bernand, sino también recibo la visita del Kaiser Rojo. Ven, entra muchacho. Ha pasado un buen tiempo, ¿no? —sonrió—. No te veía desde la muerte del General Devies.

Daegan lo miró fijamente sin moverse—. Ustedes son los que protegían al bastardo de De'ath, ¿no? —fue directo al grano.

El General Bernand lo miró sombrío—. Ten cuidado por cómo nos hablas, y como hablas de un compañero. Que un uniformado se refiera así de otro uniformado te puede costar tu jodida libertad, Mortensen. Más aún cuando somos de dos países diferentes. 

—Ya no soy uniformado. Dejé mi cargo hace mucho.

Él rió—. Hasta que por fin seguirás los pasos de Aidan, ¿serás el nuevo líder de la Mafia Fuego?

—Respondan lo que pregunté.

El General Dumas sonrió ladino—. Si. ¿Algún problema? De'ath ha sido mi mejor subordinado hasta ahora, Mortensen. Es un placer para mí tenerlo bajo mi protección. El hombre hace bien su trabajo, y me ha hecho ciertos favores que requieren mi reconocimiento.

—Por lo visto, hacía muy bien su trabajo en la cama también. Ahora entiendo el porqué tanta protección —susurró con un deje de burla.

El General Bernand frunció el entrecejo—. Cuidado con lo que dices, Mortensen.

Dumas frunció su entrecejo—. ¿"Hacía"?

—Ah, sí. Lo asesiné hace un poco más de una semana atrás.

Ambos hombres se congelaron y Dumas de inmediato lo apuntó directo con su arma en una clara amenaza de que no se moviera. Pero Daegan alzó la suya y le disparó en la frente, dándole muerte inmediata. El General Bernand se levantó de un salto y sacó su arma, pero antes de poder usarla, una bala se incrustó en su muñeca, haciendo que su arma cayera mientras sentía como otra bala se incrustaba en su muslo, haciéndolo caer.

LA MUJER DEL MERCENARIO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora