🗡 KAPITEL III 🗡

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Valkyrie abrió sus ojos y lo primero que sus ojos vieron fue un techo blanco. Frunció su entrecejo y se sentó sobre la cama, miró a su alrededor y no reconoció absolutamente nada. Cuando se durmió aún seguía en el avión, ¿En qué momento vino aquí? Miró hacia su derecha, en dónde había una carta de póker, pero con detalles muy al estilo de Daegan encima de una mesita de noche, la tomó entre sus manos mientras observaba la cabeza de León con una corona digna de un Rey, las "K" en los extremos hecha de fuego rojo con un rubí en forma de diamante debajo de ellas y en los otros extremos había figuras de fuego rojo. Ella la volteó y encontró una nota escrita del puño y letra de Daegan.

"Estás en un Pent-house de un Hotel

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"Estás en un Pent-house de un Hotel. Llegamos a Alemania y no te quise despertar. Te dejé un desayuno en la mesa y también tu maleta. Mi equipo y yo estamos en la base militar, estaremos todo el día así que no me esperes despierta. Mañana nos iremos a un nuevo lugar de forma definitiva.

Daegan".

Valkyrie se levantó y se acercó a su maleta, sacó una muda de ropa y se metió al baño para ducharse. Dejó que el agua corriera por su pequeño cuerpo, tomó champú y jabón que estaban puestos allí para usarlos y en ellos encontró los aromas que había distinguido en Daegan cuando la abrazó contra su pecho para esconderla de la vista de las personas mientras intercambiaba palabras con Ethan. Terminó de ducharse y salió de la regadera, se vistió con una blusa blanca y un pantalón holgado de tela color negro junto a unos tenis del mismo tono. Se roció de su perfume Chanel N°5 y se echó desodorante para después ponerse sus anillos y accesorios, luego se dispuso a guardar todas sus cosas y salir de la habitación con cautela para acercarse a la mesa en el pequeño comedor en donde estaba su desayuno. Se sentó en la mesa y destapó la bandeja, en dónde había un jugo natural de naranja, un té helado, unas tostadas con huevo salteado y una ensalada de frutas. Valkyrie comenzó a comer en completo silencio, pensando en todo lo que había pasado hasta ahora.

No quería pensar en lo que debió haber sentido su padre al saber que su propio hijo lo había envenenado solo para venderla a un tipo asqueroso. Si su padre tenía tanto poder, ¿Por qué no hizo nada? ¿Por qué se dejó envenenar? ¿Por qué no buscó ayuda con sus socios u hombres que trabajaban para él? ¿Por qué no pidió ayuda a sus alianzas? ¿Por qué? ¿Por qué? No lo podía entender, o quizás las cosas eran mucho más complicadas de lo que creía, tendría que preguntarle a Daegan.

Un teléfono sonando.

Valkyrie frunció su entrecejo. ¿Un teléfono? Estaba sonando un teléfono, en varias partes del Pent-house.

«Ay, Dios... ¿Y ahora?».

Valkyrie se levantó y se acercó al teléfono inalámbrico que estaba en un mueble a un lado de la ventana, viendo una libreta con números a un lado. ¿Debería responder? Tal vez sea algo importante y nadie está aquí.

Él teléfono siguió sonando y ella lo tomó para contestar—. ¿Si?

Una voz masculino se rió.

—La encontré, señorita Devies.

LA MUJER DEL MERCENARIO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora