My Reason to Survive

Capítulo 2

Marinette:
—Ladybug, te hice una pregunta—me dijo el chico detrás de la máscara de Chat—¿Alguien que amas murió? ¿Por eso has estado ausente de las patrullas, y por eso tienes esa actitud?

—El tema es... doloroso—dije, abrazándome a mí misma—Se supone que no deba decirte nada sobre mi vida civil, Chat, pero no puedo más...

Tikki tenía razón, debía desahogarme con Chat, después de todo, él había estado siempre ahí para mí, más que nadie en este mundo, y a pesar de que, durante un tiempo, lo alejé de mi rol como guardiana, él se quedó a mi lado, tan leal como siempre.

—Si soy el único amigo que te queda, entonces te lo ruego, desahógate conmigo, antes de que te pierdas en tu dolor—dijo, y sentí cómo tomó mi mano—Puedes confiar en mí, Ladybug.

Mi nombre de heroína en sus labios me helaba la sangre. ¿Qué me estaba pasando? Por fin él estaba respetando mis sentimientos hacia ese otro chico, del cual, estaba enamorada. ¿Por qué me dolía tanto que ya no usara esos apodos de "pareja" conmigo? ¿Por qué escucharlo llamarme su amiga me taladraba los oídos?

Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. ¿Por qué se había acelerado mi corazón ante su toque?

—¿Ladybug?

—¡Por favor, para!

—Lo siento—dijo, retirando sus manos de las mías, y de mi rostro—No quise invadir tu espacio, solo intentaba consolarte.

—Chat...

—Dime.

—¿Por qué ya no usas los apodos que me tenías? Hablo de Bichito, Bogaboo, M'Lady...

—Tú me pediste que lo hiciera, un millón de veces.

—¿Por qué decidiste hacerme caso?

—Porque me di cuenta de que no puedes obligar a alguien a amarte de vuelta, y a demás, hay otra chica. Ella... está pasando por algo muy duro, y también alejó a todos sus amigos. Cuando acabe contigo esta noche, iré a verla, esta noche sabré, finalmente, lo que la lastima tanto.

Sus palabras cayeron como un cubo de hielo sobre mí, y algo se rompió dentro de mí. ¿Por qué me dolía tanto saber que ya no era yo esa chica? Nada de lo que estaba sintiendo en esos momentos tenía sentido.

—¿P-puedo saber quién es ella?—indagué.

—Se suponía que fueras tú quien se desahogara.

—Solo... tengo curiosidad. Esa chica es muy afortunada.

¿Qué carajos había dicho? ¿Afortunada?

—¿Afortunada? Suenas como si quisieras ser tú la afortunada—dijo el pequeño kwami.

—Plagg, basta—lo regañó el chico—Ahora, necesita que la apoyemos, no que la cuestionemos—suspiró—¡Plagg, las garras!

—Gracias por entender, Chat.

—No hay de qué, para eso estamos los amigos. Ya puedes abrir los ojos—dijo, y yo le obedecí.