Capítulo 9

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Narrador:
Adrien comenzó a llamar al celular de Marinette, y lo escuchaba vibrar desde el exterior del baño de las chicas, pero por su parte, Marinette se encontraba en un estado de trance.

No podía creer lo que le habían propuesto, y lo que posiblemente sería la única forma de garantizar un buen futuro para el chico que amaba.

Le dolía tener que dejarlo atrás, pero en esos momentos, agradecía ser la guardiana de la caja de los Miraculous. Pasaría por esa tortura, en caso de que no encontrase otra opción, se marcharía a Shangai, dejándose una nota a sí misma de jamás regresar a París, y dejaría ir todos y cada uno de sus recuerdos...

Luego de analizar el enorme sacrificio que debía hacer, la chica se levantó del suelo, respiró profundo, y salió del baño. Sus ojos se abrieron como platos, y se quedó muda al ver a Adrien parado frente a ella, con lágrimas en sus ojos.

La campana ya había sonado hacía unos minutos, se suponía que él debía estar en clase, pero sin embargo, ahí estaba, junto a ella. ¿Por qué me haces tan difícil dejarte, amor mío? Le preguntó, en su mente, pero sus labios permanecieron en silencio.

Adrien la tomó de la mano, y comenzó a caminar. Ella, en medio de su estado de shook, no vio más opción que seguirlo hasta donde sea que la quisiese llevar. El chico hizo que ambos entraran en un pequeño cuartico de limpieza, y cerró la puerta.

Marinette jamás había dejado de llorar, y ya ni se molestaba en ocultarlo. El corazón de Adrien dolía, sabía que Marinette estaba cien por ciento manipulable, y que Lila se estaba aprovechando de eso.

—Por favor, dime que no lo harás—suplicó el rubio.

—Ya te lo he dicho—respondió la chica, sin ánimos, y sin mirarlo—me marcharé de tu vida en cuanto le den de alta a mi madre.

—Marinette, por favor, ella te está manipulando—dijo Adrien, disparando una alarma en la mente de la chica.

¿Ella? ¿Cómo sabía Adrien que Marinette había hablado con una chica? ¿Acaso era posible que él supiera sobre las amenazas de Lila?

—Déjame en paz—susurró su voz rota, e intentó liberarse de sus brazos, pero Adrien era demasiado obstinado.

—Marinette, lo que te propuso Lila es una locura. No tienes que renunciar a tu vida aquí en París solo porque a ella le molesta tu presencia... no tienes que renunciar a nosotros... no puedes...

—Sí que puedo—dijo la chica, y trató de empujar una vez más, pero Adrien la abrazó tan fuerte que no pudo liberarse.

—¿Y qué harás?—preguntó el rubio, con mucha rabia en su voz—¿Le venderás tu virginidad a un viejo pedófilo y asqueroso? ¿Arruinarás tu propia vida, y luego, te marcharás a un país del cual ni siquiera hablas su idioma?

—S-sí—respondió ella, y su voz temblaba.

La sangre de Adrien hirvió al escucharla, Lila la tenía más que manipulada. Los brazos de Marinette se movieron solos, envolviéndose en el cuerpo de Adrien, correspondiendo a su fuerte abrazo. Ella lloró en su pecho, y él lloró junto con ella. Le dolía, le quemaba verla tan débil, y a punto de hacer semejante locura.

—No te dejaré hacerlo—concluyó el rubio, entre sollozos—Vámonos lejos, tú y yo... fuera de Europa... vámonos a Australia, o quizás, América... incluso, podemos mudarnos a Shangai, para que estés cerca de tu tío, pero a donde sea que te vayas, quiero irme contigo.

—¿Por qué mierda me lo haces tan difícil?—lloró la chica—¿Por qué no puedes tener orgullo? ¿Por qué me aguantas cada desplante? ¿Por qué me haces amarte cada vez más? ¿No entiendes que mientras más te ame, más me va a doler dejarte?

My Reason to SurviveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora