Capítulo 6

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Adrien:
Cada cosa que me decía, mientras lloraba en mi pecho, me calaba el alma. Yo solo la abracé, e intenté ocultar que estaba llorando junto con ella, para evitar que se sintiera peor. Odiaba que se sintiera así con ella misma, odiaba que este mundo cruel le hiciera tanto daño a un ángel como ella, pero para eso estaba yo ahí: para curar sus alas rotas, que la estaban desangrando.

—Debes pensar que estoy loca—continuó—pero por favor, no me dejes, no esta noche—suplicó, mientras lloraba, y se aferraba con más fuerza a mí—Abrázame, para poder dormirme... si quieres te vas, en cuanto me duerma, pero por favor, déjame arrullarme en ti...

—Daría lo que fuera por poder quedarme arrullándote toda la vida—dije, mientras acariciaba su cabello, y lo besé—Pero por el momento, me conformo con ser tu consuelo esta noche... dulces sueños, mi princesa, y duerme tranquila... prometo estar aquí para cuando despiertes.

—Te amo tanto... tanto... gatito...—balbuceaba su cansada voz.

—También te amo...

Ella se quedó dormida entre mis brazos. Sabía lo que había escuchado: ella quería que nuestra relación fuese real, y no una farsa para complacer a mi padre, pero sabía que ella debía digerir la cirugía de su madre, y organizar su itinerario con la boutique antes de que eso ocurriera. Como le había repetido mil veces: estaba dispuesto a esperar a que ella estuviera lista para iniciar un romance.

Marinette:
Sentí unas palmaditas en mi espalda, después de haber oído la alarma, pero misteriosamente, se había apagado sola... las manos que acariciaban mi espalda, se movieron hacia mi rostro, y tras sentir unas suaves caricias en mi rostro, noté el olor de un perfume particular.

—Creo que rocearé un frasco entero todas las noches de su delicioso perfume—divagué, aún medio dormida—Soñar con él se siente tan real... incluso puedo sentir sus manos—olfateé lo que creía que era mi almohada, y restregué mi cara contra él—Incluso puedo oír sus latidos—suspiré, completamente relajada—Hahh... Adrien...

—Buenos días, princesa—escuché decir, y mi almohada vibró.

—Incluso escucho su voz—divagué, aún pensando que me encontraba soñando—Amo soñar que estamos casados... y que me despierto a su lado...

—De hecho, no es un sueño—dijo su voz, y mis ojos se abrieron como platos, al verle envuelta entre unos fuertes brazos masculinos—Bueno, no estamos casados todavía, pero sí dormimos juntos.

Mi primer impulso fue el de alejarme inmediatamente, dejándome ver a Adrien, aún acostado en la cama, con sus pijamas puestos.

Tardé unos segundos en asimilar lo que estaba pasando, y me relajé al recordar lo ocurrido la noche anterior: él me había ofrecido su pecho como pañuelo de lágrimas, y yo lo había aceptado... me había desahogado con él, y aún así, él se había quedado a mi lado.

Analicé la expresión de su rostro, y lucía tranquilo, no se veía para nada asustado, ni parecía alguien que se encontraba frente a una loca.

—Yo...—intenté hablar, pero las palabras no me salían.

—Debes prepararte para ir a la escuela, y yo debo irme ya—dijo, y besó mi mejilla.

—Sí... claro... la escuela... justo eso iba a decir...—tartamudeé, y por un momento, sentí que la Marinette de 14 años había vuelto, y me reí ante la idea.

—Te veré allá, princesa—dijo, y besó mi frente—Hablaremos en el recreo.

—S-sí—dije, congelada, y estaba segura de que tenía una cara de idiota enamorada, mientras lo observaba transformarse en ChatNoir, y marcharse por mi ventana.

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