Renjun sabía que era algo tonto y cursi que pensara así pero simplemente no podía evitar querer que la primera persona en saber las buenas noticias fuera el.
Jeno y el se conocían desde secundaria, sabía su nombre por el pase de lista y porque obviamente todo el mundo sabía quien era Lee Jeno. Todos en algún punto habían escuchado de la familia Lee—no cosas buenas si debía ser honesto—y sabía su edad porque iban a la misma clase, pero nada más, no sabía lo que sabía ahora en aquel entonces y todo porque realmente no le interesaba.
Huang Renjun era el presidente de la clase por cuarto año consecutivo en ese entonces, mejor promedio, amado por todos los maestros y odiados por muchos al siempre ser transparente y algo cruel desde el punto de vista de sus compañeros cuando se trataba de trabajos grupales. Renjun había sido así desde que tenía conocimiento, con padres abogados que habían explorado y luego explotado cada uno de sus talentos desde que tenía tres años de edad, no era sorpréndete que fuera de esa manera.
Sin embargo, un día, a sus dieciocho años de edad estando en último año y a poco meses de graduarse su maestro le había solicitado en una reunión. Renjun había pensando que sería para lo mismo de siempre "Encárgate de corregir estos exámenes" "Dame una idea para la próxima práctica que pueda asignar..." o cualquier otra cosa similar fue hacia el hombre sin ninguna preocupación. Para su sorpresa el hombre no estaba solo, delante suyo había un chico rubio recostado despreocupadamente en la silla frente al maestro, al instante supo que no se encontraba ahí para lo mismo de siempre.
Y así fue. El hombre quería que fuera tutor, tutor de nada más ni nada menos que Lee Jeno. Pensó que era una broma al principio pero el mayor hablaba tan enserio.
-Debo ser su tutor en todas las materias, no es bueno en nada.-se quejo en voz alta sin arrepentirse ni en un momento cuando vio las notas del rubio, Jeno a su lado soltó una risa.
-Tiene un punto.
-Renjun, si se de alguien que puede ayudar a Jeno eres tú.
Y ese era el problema más grande del maestro Moon, tenía mucha fé en todo el mundo, se arriesgaba por todos y los apreciaba sin mirar quien, era un hombre que valía millones y siempre admiraría eso de el. Sin embargo, Renjun sabía lo que era un caso perdido y estando en su último año de secundaria Renjun podía decir que Lee Jeno definitivamente lo era.
De todos modos luego de un buen discurso de cómo todos merecían segundas e incluso terceras y cuartas oportunidades Renjun aceptó ser tutor de Jeno.
Sus reglas fueron bastante de claras al principio, iría a la casa del rubio los lunes, miércoles y viernes, le asignaría tareas extras a las de la escuela y si por tres semanas no las hacía, renunciaría.
Las dos primeras semanas a Jeno le importó una mierda las reglas y no hizo nada pero Renjun cumplió su palabra de ir por tres semanas.
Justo ese viernes en el que se cumplían las tres semanas no fueron directamente a la casa de Jeno sino que hicieron una parada en un extraño bar en busca de la llave de su casa porque su hermano mayor lo había dejado fuera. Justo día Jeno lo sorprendió con todo los trabajos hechos, en serio, desde ejercicios de matemáticas hasta ensayos de literatura.
Para ser honesto estuvo estupefacto pero le alegró encontrar que casi todo estaba correcto a excepción de algunos detalles.
-Eres bueno. ¿Por qué no haces tus deberes?-pregunto dando una vuelta en la silla giratoria del menor, estaba sentado en su escritorio.
-Porque es aburrido.-susurró mirándolo luego de estar jugando con un pequeño llavero en forma de navaja entre sus dedos.-Solo te dan calificaciones, ¿Qué tiene eso de divertido?