Ashton Harding se encontraba frente al televisor con una mirada apacible, de aburrimiento, sin expresar emociones a las escenas de acción que aparecían en la película que observaba, esa mirada que el trato de sus seres queridos (a los pocos que quería de verdad) rara vez le podían quitar, atinando con ojo crítico a los momentos en que los efectos especiales se volvían irreales y resoplando cuando lo hacía.
Su padre siempre se enorgullecía contando como Ash, cuando era recién nacido, había mantenido esa misma mirada y que cuando el doctor le había dado la famosa nalgada el pequeño bebé de ojos avellana había fruncido el ceño y tomado aire con un suspiro pasivo parecido a un resoplido de 0aburrimiento.
Se escuchó como tocaban el timbre y lanzó el mismo resoplido de hace dieciocho años.
- ¿Qué?- el receptor de aquel mordaz saludo era un tipo con pantalón gris a juego con una chamarra de la misma tela, camisa polo blanca y botas cafés, el uniforme típico de la oficina de correos, físicamente era rubio y de ojos verdes como la hermana de Ashton, barba incipiente y aparentemente más alto que él.
- ¿Eres Ashley Holding?- preguntó con una mueca burlona luego de leer la etiqueta pegada en una pequeña caja de cartón que llevaba en las manos, todo esto mientras masticaba chicle vulgarmente. Ash sintió como minúsculas partículas de saliva flotaban hacia él y dio un paso al lado, alejándose del olor a menta y ajo entremezclados.
- ¿Le parece que lo soy?- gruñó molesto mientras intentaba cerrar la puerta, pero el cartero había puesto el pie y esta se volvió a abrir.
- Oye tranquilo, sólo bromeaba- dijo el sujeto- Yo soy Morgan, Morgan Goss- se presentó mientras estiraba la mano que tenía libre. Morgan bajó la mano cuando vio que Ash no pensaba saludarle y que le importaba un comino el nombre del cartero- Tengo un paquete que al parecer es tuyo.
- No, es de Ashley Holding- dijo cerrando la puerta en las narices del cartero.
Nadie volvió a tocar. El chico se fue a ver el televisor nuevamente, arrepintiéndose de no averiguar el contenido de la caja antes, pero guardó eso muy en el fondo y se sentó nuevamente. La película que pasaban -The Punisher- se había acabado y ahora estaba una comedia romántica.
Estúpido cartero exhaló molesto.
Apagó el televisor, se recostó en el mullido sillón, estaba solo en casa. Soltó el aire que había contenido nuevamente, sus facciones se relajaron, permitiéndose lucir algo desgraciado, por un minúsculo momento antes de dejar pasar la auto-compasión. Mamá hubiera disfrutado esa basura romántica, ojalá estuviera aquí.
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Sus ojos se abrieron de golpe ya entrada la noche, escuchó las llaves de su padre que chocaban torpemente mientras entraban en el picaporte. La luz de fuera estaba apagada y su padre estaba ciego como un topo a pesar de sus lentes de fondo de botella.
Ash se agazapó tras el sillón con rapidez y el corazón martilleándole en el pecho, reacción que tenía siempre que dormía de día y era despertado de aquella manera, avanzó a las escaleras sin despegarse más del suelo, subió con suavidad y entró al baño de la planta alta cerrando despacio, dándose cuenta de lo paranoico que había sido y lo ridículo que se sentía el quedarse con la guarda baja.
Se miró en el espejo mientras se echaba agua fría en el rostro, escuchando como su padre entraba y lanzaba un silbido al aire esperando que alguien contestara, y que él sabía que daba secretamente para alertar a cualquier ladrón de que había alguien en casa y se podía ir con lo que sea por la puerta trasera, se mantuvo sereno hasta que su boca quedó hecha una línea y sus parpados se cerraron un poco sobre sus ojos.
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Cold as stone
Teen FictionAshton Harding, no mucho que decir de ese chico, un infeliz que odiaba a medio mundo y la otra mitad le era indiferente, pero con un interior oculto y más hermoso que el de una Blow pop, uno que nadie se ha aventurado a descubrir y los pocos osados...