Capítulo 10: Happiness it hurts like a train on a track

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Ava salió de casa temprano, su reloj rezaba:

6:45 am

Caminó con cautela por el bosque y escuchó ramas quebrarse detrás de ella, corrió cuidando que no la estuviesen siguiendo, de pronto chocó contra algo sólido y liviano al suelo sofocada.

Ella puso la mano en su pecho mientras luchaba contra la pared que se había formado en sus pulmones y le impedía el paso de aire. Cuando enfocó la vista vio el Tiburón de Ash y a él bajando con los ojos entrecerrados y el cabello alborotado, llevaba una fina camisa blanca, un pantalón de cuadros azules, cafés y blancos. Un pijama, al parecer.

- ¿Estás bien?- preguntó él tallándose un ojo mientras reprimía un bostezo.

- Mejor que tu cabello, parece que tuvo un encuentro con una jauría de perros- él pasó la mano por éste, Ava notó que iba descalzo y dejaba el hielo derretido por donde pasaba- ¿qué haces aquí?

Él le tendió la mano, cuando ella la tomó él dio un tirón suave que la elevó desde la insignificante tierra hasta la bienaventuranza de sus brazos, esto provocó un sofoco mental por la confusión. La apretó con gran fuerza y sin soltarla susurró en su oído.

- Un mal sueño me despertó a las dos de la mañana- carraspeó- Te vi... muerta. En éste mismo bosque, pero créeme que ahora estás a salvo.

Ella aspiró profundo y contó hasta tres para soltarlo.

Uno, el olor a Versace16 inundó sus fosas nasales

Dos, él exhaló el aliento en su oreja.

Tres, ella desenlazó las manos de su ancha espalda y habló un poco más alto de lo normal.

- ¿Quieres decir que estás aquí desde las dos de la mañana?

- Dos y quince- contestó como si nada.

- Wow... yo... muchas gracias. De verdad.

- Eso ya no importa ¿nos vamos?- casi se sintió molesta ¿qué no importa?

- ¿Irnos? ¿A dónde?

- Al instituto, por supuesto- le dijo como si fuese idiota. Sí, éste es el Harding que conozco.

- Ash, falta una hora para el instituto.

- ¿De verdad?- preguntó mirando su muñeca y percatándose que no traía reloj con una mueca algo graciosa que no le conocía.

Sentía como si él se estuviese soltando poco a poco; como sí no supiera que ella comenzaba a notar realmente cada vez que la tomaba de la mano, como cuando se despierta de un sueño, lentamente y luego de repente.

Irónicamente, él tomó su mano y la puso en su propio rostro para comprobar su temperatura.

- Estás helada ¿no tienes frío?

- No realmente- claro, porque él estaba cerca y no dejaría que se congelara. La volteó a ver a través de las pestañas sin intención de inquietar en ella de la manera que lo estaba haciendo.

- Sube- le incitó con un movimiento de la cabeza.

- Pero falta una hora- le dijo ella, él ya estaba en medio camino en dirección a su auto, viéndole como sí no le hubiese escuchado.

- No vamos al instituto, sólo muero de sueño, y no pienso dejarte ir así nada más.

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La casa Harding era idéntica a todas las casas de Orsonblive, azul de dos plantas, con tejas anaranjadas en techo de dos aguas, vistas, ventanas y puertas blancas, chimenea anaranjada que nunca se encendía aunque los habitantes de la casa estuviesen muriendo de frío.

Cold as stoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora