Cuando la alarma ya iba por su quinta vez sonando, recibo una almohada en la cara sin descaro por parte de Hyunjin y su típico mal humor mañanero. Se la devuelvo el doble de fuerte y él se cae de la cama con dramatismo. Puedo oír la risa de Jeongin desde el pasillo.
—Apaga eso antes de que te haga comertelo sin masticar —amenaza desde el suelo, usando la almohada para no tener que seguir escuchando la canción de Coldplay.
—Seguiría sonando dentro de mi estómago —digo apagando la alarma antes de que «Viva la vida» llegué al estribillo—. Y no podrías apagarlo jamás.
—Si esto se repite en lo que sigue del verano, lo pondré a prueba.
Ambos nos levantamos de nuestras camas. Jeongin y Jisung parecen discutir en la cocina sobre cómo se utiliza la hornalla, claramente el menor de ambos ganando la batalla, pues si algo tiene ese pequeño de ya veinte años es carácter y determinación.
Hyunjin vagamente se coloca los zapatos, se recoge el pelo sin siquiera pasarse un peine previo y se queda en medio de su cama mirando la pared con un cuadro aburrido de un amanecer en la playa. Los pasos se oyen en el pasillo y yo no me he movido ni un centímetro de mi lugar. Jeongin se asoma por el umbral con dos tazas vacías.
—¿Café? —dice en modo de saludo. No termina de hacer la pregunta que yo ya estoy colocándome los calcetines.
—Changbin, no son par —señala Jisung desde detrás de Jeongin.
—No todo tiene que ser parejo —me quejo, cómo siempre. Nadie entiende mi arte de calcetines coloridos cuando afuera hace más de treinta grados.
—Uno es violeta y el otro amarillo. Por lo menos haz que se acerquen en el círculo cromático.
—¿El modo que tengo de usar mi ropa es relevante en tu vida? —Le miro aún dormido. Jisung se encoge de hombros.
—En el libro de derechos humanos dice claramente que hay que tener respeto a la visión de los demás seres vivos que comparten espacio contigo.
—Dudo que eso sea real.
—Tan real como tu sentido de la moda.
Me limito a guardar silencio. Jeongin y Jisung se retiran a la cocina en una nueva discusión y Hyunjin y yo nos arrastramos del baño a la vida. Si hay dos enemigos de madrugar en esta tierra, está claro que somos nosotros. Aún me sorprende que seamos la viva excepción a la regla «de los errores se aprende».
Al llegar al desayunador, el café es lo único que logra despertarme de una buena vez. Hyunjin, en cambio, se deja caer en la mesa con desgano y característico dramatismo.
Jeongin se gira a verlo con una sonrisa cuando suelta su ya séptimo suspiro.
—Veo que viajamos con la felicidad personificada —dice divertido—. Que suerte la nuestra. Nos acompañan las buenas vibras.
Hyunjin le levanta el dedo corazón aún hundido en su antebrazo. Jisung seguía discutiendo con la hornalla en silencio. Parecía estar estudiándola, lo que me hizo cierta gracia. Siempre solía analizar todo a fondo.
—Cuéntale al tío Jeongin que te está atormentando tan temprano —continúa acercándose a la mesa—. Eres insufrible por las mañanas, pero tampoco tanto.
—Que bueno eres en levantar ánimos, deberías buscar trabajo en uno de esos centros de apoyo. —Hyunjin le dedica una rápida mirada con reproche.
—Hyunjin, ¿eres adicto?
Jeongin lo mira con una falsa sorpresa.
—Si, me descubriste —responde con una mirada sarcástica—. Soy adicto a la mala suerte. No puedo dejarla, me persigue.
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Un verano amarillo - [Changlix] [En pausa]
FanfictionFelix necesita conseguir un trabajo de verano y la librería de un pequeño boulevard en Melbourne grita una oportunidad en el diario de los lunes. Changbin es un chico de veintidós años que aprovecha las vacaciones para hacer un viaje de trabajo en e...