XI

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No lo voy a negar, cualquier decisión que mi corazón tome esta noche lo cubriré con el alcohol en mis venas, pero estoy más que consciente de lo que estoy haciendo cuando tomo la mano de Felix sin esperar su respuesta verbal y tiro de ella hasta el vestíbulo del departamento.

Sé perfectamente lo que quiero cuando le lanzo su abrigo realmente ligero y su mochila amarilla y yo tomo su regalo, el mío y la cámara de fotos antes de abrir la puerta en silencio y empujar al menor fuera del departamento. Felix me mira entre la confusión y la adrenalina, yo solo quiero saber que tantas emociones caben en ese rostro salpicado de estrellas color café.

—¿Por qué lo hacemos en secreto? —pregunta una vez que cierro la puerta.

—Porque me parece mucho más divertido, por supuesto.

—Estoy abandonando a mi padre en plena navidad.

—Se tomó una botella de vino solo y tiene a Hyunjin al lado pidiéndole que le rellene la pistola de agua con Vodka. Créeme, mañana ninguno lo recordará.

—¿Y tú? —pregunta y noto la duda en su tono de voz—. ¿Lo recordarás?

—¿Puedo recordarlo?

—¿Me estás pidiendo permiso?

—Está en tus manos, pero no respondas hasta que termine. Hasta entonces, piensa en tu respuesta. Si tú me lo pides, yo olvido todo lo que suceda desde que pasemos la puerta. En caso contrario, creeme que hay tatuajes en la mente también.

Felix me mira expectante, casi con curiosidad. Yo sonrío bajando la mirada al teléfono y luego hago un ademán para que salgamos del edificio. Cuando pisamos la calle de noche y las luces navideñas tiñen improlijamente los hogares, yo me acerco al puesto de bicicletas públicas y pago una tarifa con mi teléfono. Nos descargamos la aplicación cuando llegamos, pensamos que Oktoffee quedaría más lejos.

—¿Qué estás planeando? —Felix me mira con sus manos sujetando las tiras de su mochila amarilla—. ¿A dónde quieres llevarme? ¿No es mucho dinero? ¿Qué tan lejos iremos? ¿Solos?

Su última pregunta me saca una risa sincera.

—Solo te estoy invitando a dar un paseo, Limón. Tampoco es que vamos a dedicarnos la discografia completa de Taylor Swift.

—No quise decir eso. —Él rasca su nuca nervioso y yo lo miro con ternura.

—Súbete —le ordeno sentandome en el asiento de la bicicleta. Felix me mira con desconfianza.

—Te has vuelto loco.

—Un poco. La cordura es un privilegio. —Lo miro divertido y él sigue con el ceño fruncido—. O una maldición, cómo quieras verlo... ¿Te subes?

—Responde mi pregunta. —Se cruza de brazos—. ¿A dónde iremos?

—A dominar el mundo, ¿no te diste cuenta? —Tomo el manubrio de la bicicleta y enderezo mi espalda para que Felix ponga sus pies en los tornillos sobresalientes de la rueda trasera—. Sube a la Binicleta o me pondré a cantar villancicos.

—¿Binicleta? —Su pregunta sale en medio de una risa. Baja los brazos rendido por mi broma.

—No me hagas explicarte el chiste.

—Está claro que pasarías vergüenza.

—Bueno... Un momento más del montón. Ahora, sube. Vamos a dominar Australia.

—En bicicleta —recalca subiéndose, se sostiene de mis hombros para no caer y yo sonrío emocionado.

—¿Esperabas más del dúo cítrico?

Un verano amarillo - [Changlix] [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora