XIII

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Las fiestas de año nuevo llegan y el primer mes de tres también finalizan con ellas. Terminamos festejando la gran bienvenida con una copa en la mano y solo entre los cuatro del departamento; Jeongin y Jisung compraron pulpa de frutas para hacer distintas mezclas con Ron y Hyunjin es el conejillo de indias que ya ve el mundo girar a las diez de la noche.

Cuando llegan las doce, nos dirigimos al balcón y olvidamos que no estamos en nuestro país cuando los fuegos artificiales pintan el cielo con los números del año entrante. Alzamos la voz por encima de la noche y nos damos un abrazo que solo sucede en contadas veces del año.

Y cuando Hyunjin amenaza con querer salir a la calle desnudo o robar una tienda de golosinas con una cuchara como arma, ninguno le presta realmente atención. Es algo normal que en pleno inicio de año haga algo que luego los otros tres le recordaremos en cada oportunidad solo para verlo avergonzarse.

¿El ejemplo de amistad? Lo damos nosotros, por supuesto.

Pero cuando a la una de la madrugada la puerta del departamento es golpeada con desespero, soy yo quien mira a Jisung y Jeongin, quienes juegan a un juego de mesa en el suelo, irónicamente, y luego los tres miramos a Hyunjin, quien corre torpemente a abrir la puerta.

Minho lo toma de las mejillas para asegurarse de que aún está vivo y luego nos mira a nosotros; se nota que realmente algo le preocupó. Vaya manera de iniciar el año.

—Feliz año nuevo, Minho —saludo. Jeongin y Jisung le sonríen desde adentro.

—Está borracho —dice el susodicho señalando a Hyunjin como si no fuera lo suficientemente obvio—. Acabo de recibir tres llamadas perdidas y ochenta mensajes diciendo «Minho, necesito ayuda», «es urgente» e incluso una foto de una mano llena de sangre. ¿Ustedes no cuidan a este idiota?

—Se cortó la mano pelando una manzana, yo le dije que no lo hiciera. Tampoco puedo luchar contra su escaso intelecto y su gran orgullo —responde Jeongin con el ceño fruncido, pero mantiene su vista puesta en el importante juego con Jisung.

—Lo sentimos —respondo yo—. Hyunjin quería atracar una dulcería y le dijimos que no, así que es probable que te esté buscando solo para eso.

—Asegúrate de llevar agua en una botella —agrega Jisung—. Le da sed cuando come mucha azúcar y se pone insoportable.

—No vamos a atracar ninguna tienda de golosinas —reprocha Minho llevando su mano a su entrecejo. Hyunjin suelta un gruñido cercano al llanto—. ¿Qué fue lo que tomaste?

Minho lo toma del rostro con una sola mano y el menor se limita a cerrar los ojos como si estuviera cómodo en ese agarre. Suelta algunas palabras, pero suenan como un balbuceo y realmente ni sentido tienen.

—Es sábado —murmura Hyunjin saliendo del agarre—. Mañana ninguno trabaja. Salgamos a acampar a la playa todos juntos.

—Es la idea más coherente que ha tirado en toda la noche —opina Jeongin.

—¿Alguno de ustedes tomó también? —pregunta Minho dejando que Hyunjin se cuelgue de su cuerpo como si fuera realmente a caerse. Todos negamos—. Bien, empaquen algo rápido. Los espero en el auto.

Abro la boca por la sorpresa, y mientras Hyunjin aplaude emocionado, Jeongin y Jisung dejan de prestar atención al juego para girarse sorprendidos.

—¿De verdad vas a cumplirle el capricho? —pregunta Jeongin con clara sorpresa.

—Es año nuevo. Solo... Dejemos que lo inicie con algún sueño tachado en su lista. Los veo abajo.

Minho carga a Hyunjin del brazo y ambos se retiran por el pasillo. Jeongin suelta una carcajada divertido y Jisung se limita a hacer caso a las órdenes del escritor. Siento mi teléfono vibrar en mi bolsillo y sonrío al ver el nombre de limón en la pantalla.

Un verano amarillo - [Changlix] [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora