• i • Caer

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El cielo estaba oscurecido por nubes grises. El sonido lejano de truenos avisaban a los habitantes y héroes de Karmaland que una tormenta se avecinaba.

Los héroes, después de guiar a los habitantes a sus casas y asegurarse que no hubiera nadie afuera, se adentraban en minas o en sus hogares para protegerse de la lluvia y pasar la noche.

Los truenos cada vez se oían más cercanos y la luz de los relámpagos alumbraban casí por completo los cielos del pueblo.

—¡Pero están bien!— Gritó el pequeño semidios, sus alas amarillas agitandose ansiosamente —¡No hay necesidad de mandarme allá abajo con ellos!

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—¡Pero están bien!— Gritó el pequeño semidios, sus alas amarillas agitandose ansiosamente —¡No hay necesidad de mandarme allá abajo con ellos!

Sus aleteos y pasos decididos caminando de un dios a otro estaban causando estragos en tierra firme, lo sabía, a final de cuentas no había manera que un dios (o semidios, en su caso) pasara por emociones fuertes sin tener consecuencias. Por el rabillo de sus ojos Quackity podía ver como ráfagas de aire movían árboles y causaban olas grandes en las costas de Karmaland. Sabía lo que estaba haciendo y normalmente le funcionaba: Molestaba a los dioses un poco más de lo normal, hacía un pequeño desastre en Karmaland y al final, por proteger a su preciado pueblo, le daban lo que quería con tal de que no los molestara más.

Era como siempre había sido.

Excepto hoy.

Los dioses estaban estresados y aunque su humor afectaba el pueblo mandando una tormenta eléctrica, no parecía que fueran a darle por su lado esta vez.

—Heberon— Quackity se volteo al mayor de los dioses. El sabía que todos lo querían como a un hijo, a final de cuentas era el único semidios en el reino. Incluso Heberon, por tan poco tiempo que tuviera libre, siempre buscaba minimo tener una plática serena con él. Si quería salvarse de esta, pedirle al dios mayor era su última opción —Diles a los demás que esto es irse muy lejos, no me pueden exiliar.

Heberon volteo a ver a Quackity y le sonrió levemente, dejando de tratar de controlar la tormenta y enfocandose completamente en el menor — No te van a exiliar Quackity.

—¡Oh! ¡En sus caras cabrones!— Sus alas comenzaron a aletear con más fuerza, moviendo un poco más fuerte los árboles en tierra firme y elevándolo del piso por unos centimetros —¡Me van a tener que seguir aguantando!

—No es exilió, velo más como unas vacaciones o un campamento.

Las alas de Quackity se detuvieron en un instante y volteo a ver a Heberon lo más rápido que pudo. El dios mayor tenía todavía una sonrisa en su rostro pero ahora era más traviesa y menos amable —¿Qué?

—Volveras al reino dentro de medio año... o más dependiendo de como este la situación.

—¡¿MEDIO AÑO?!— Quackity miró a su alrededor y vio como otros dioses le asentían levemente, ninguno con a intención de ayudarlo —¡¿Pero Heberon sabes cuanto son 6 meses para un humano?!

Gods' Grace {LUCKITY}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora