• vii • Vagar

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 —¡RUBIUS! — Quackity gritó golpeando la puerta del oso rápidamente. 

Ahora si era temprano. Quackity se había dispuesto a salir y ver el amanecer nuevamente. Después de la noche en el molino no lo había hecho y como había dormido la tarde anterior no tenía sueño en la madrugada por lo que salió de su casa a su techo y se sentó a ver como el sol salía a iluminar el pueblo.

 —¡RUBIUS ABRE LA PUERTA WEY!

Quackity esperaba que Rubius estuviera dormido. Antes de venir había usado por primera vez su artefacto para mandarle mensaje y avisarle que iba a molestarlo temprano. En el camino había aprovechado a pasar por el pueblo a dejarle sus materiales a los constructores (los cuales a cambio le habían entregado una moneda dorada con una K en el centro, como la de Luzu) y Merlon lo había entretenido un tiempo preguntándole como estaba y como se había estando acoplando. 

Mientras que Quackity le hubiera encantado hablar con el viejito que los dioses adoraban (enfasis en el sarcasmo), decidió dejar cortada a la mitad su plática y enfocarse en molestar a Rubius.

 —¡RUBIUS, ES DE DÍA, LEVÁNTATE CÁBRON!

 —¡DEJA DE JODER HOMBRE! — La voz de Rubius sonó desde dentro de su casa, lo bastante lejos como para que Quackity supusiera que seguía en su habitación.

 —¡ABRE LA PUERTA RUBIUS!

 —¡DEJAME EN PAZ PATO!

 —¡NO IMBÉCIL ME DEBES UNA AVENTURA, AYER ME ABANDONASTE!

Un quejido se escuchó desde adentro, seguido de pasos que se dirigian a la puerta. 

No paso mucho tiempo antes que Rubius, en ropa interior y sin camisa, le abriera la puerta con cara de mal humor.

 —¿Qué quieres?

 —Uy ¿Así nada más? — El semidios se burló, tratando de no soltar la carcajada  —¿No me vas a invitar un vasito de agua o un cafecito?

 —Fijate que no, Quackity — La cara de Rubius gritaba que lo dejasen solo, pero claro, Quackity no iba a dejarle ser así como así.

 —¡Pero Rubius! — Quackity sonrió y, usando el pequeño tunel que había entre la puerta de su casa y el brazo con el que Rubius se recargaba en la puerta, se metió rapido antes que pudiera detenerlo  —Eso es muy descortés de tu parte...

Lo que Quackity no había esperado era, ya dentro de la casa de Rubius, ver como Vegetta, con su ropa cargada en sus manos, solo con sus zapatos y ropa interior puesta, trataba de salir por la ventana trasera.

 —Ahem — Vegetta carraspeo, su cara comenzando a ponerse más roja entre más tiempo pasaba  —Buenos días, Quackity.

Los ojos de Quackity pasaron de Rubius a Vegetta y de regreso un par de veces antes de entender completamente lo que estaba sucediendo. Las carcajadas salieron solas de su pecho y no se dió cuenta cuando Rubius, sonrojado hasta las orejas, lo jalaba del brazo sacándolo de su casa.

 —¡Ay Rubius perdón! — Se disculpó Quackity entre risas sin verdaderas intenciones de disculparse  —¡No sabía que ya tenías visitas!

  —¡Callate ya tió! — Rubius le gritó avergonzado cerrando la puerta una vez que Quackity estuviera afuera.

Quackity rió más fuerte hasta que otro relámpago cayera frente a sus pies.

 —¡CARAJO! 

El semidios volvió a voltear al cierlo, el cual seguía despejado, sin saber cual era la razón de esos rayos mágicos.

Gods' Grace {LUCKITY}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora