Dirty-sama78.

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   -Bien. Ahora que estás aquí lo haremos. Ya es hora.

Jesica se había encargado de mover la mesa del comedor para que hubiera más espacio.

Andrea estaba agachada. Dibujando un pentagrama en el suelo.

-Maldición-pensó la pequeña de anteojos-. Luego tendré que limpiar eso-concluyó mirando el suelo manchado con sangre.

Como les había sugerido Astrid. Estaban pensando en explorar alternativas para enfrentar su actual problema.

-¿Para qué sirve eso?

-Para que mi maestra venga a esta casa. Espero que no esté ocupada.

-¿Segura que ella querrá ayudarnos?

-Seguramente querrá ayudarnos, pero no sé si podrá. Eso tenemos que averiguar.

La súcubo terminó con su tarea. Luego se apartó cuidadosamente para no deshacer el pentagrama.

-Será mejor que apagues las luces. Es mejor la oscuridad en el ambiente para invocar a una demonio de su nivel.

-Yo me encargo.

Apagó todas las luces de la casa y regresó.

-Listo.

-Y si te quedas en ropa interior y bailas bien sexy ayudará a que se presente. ¿Quieres que haga aparecer un poste para ti?

Jesica se cruzó de brazos y la miró frunciendo el ceño.

-Bueno. Solo es una broma.

Andrea se acercó al pentagrama.

-Por favor, Astartea. Oh, gran Astartea. Tu fiel sirviente pecadora te necesita. Ven a mí. Ven a mí ya. Te lo ruego. Te ofrezco esta sangre impura. Por favor ven a mí.

El pentagrama en el suelo brilló.

Una luz azul que iluminó aquel lugar.

Pasaron unos minutos, pero no se presentó Astartea ni alguna otra demonio.

Andrea se arrodilló.

-¿No vendra?-se preguntó sintiéndose muy triste.

Jesica se le acercó y la acarició en el hombro. Era seguro que la tocara por encima de la ropa. Así su tacto no la quemaba.

-Tranquila. Solucionaremos esto de alguna manera.

De repente ambas escucharon una voz a sus espaldas. Jesica se asustó y gritó.

-No aparecí utilizando ese pentagrama porque ya estaba aquí.

Una demonio de cabellos plateados y ojos dorados. Estaba justo detrás de ellas.

Llevaba chaqueta una camisa blanca y una falda corta. Acompañados de unos tacones. Lucía muy elegante.

Andrea al verla de inmediato fue hacia ella y la abrazó.

Jesica se sorprendió al ver a su amada casi comportándose como una niña y tan feliz al ver a alguien que no fuera ella.

-¡Astartea! ¡Te quiero mucho, mi maestra hermosa! Gracias por venir. Gracias, gracias, gracias. Quiero comerte a besos. ¡Ah!

-Sí. Te quiero mucho, niña. Pero bueno. Cariños para otro momento. Tenemos un asunto muy serio que atender.

Aquella poderosa demonio chasqueó sus dedos.

Las luces de la casa se encendieron.

-Vamos a acomodarnos para conversar. ¿Si?

Miró a su alrededor. Y luego a Jesica.

El amor es un... ¿demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora