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Habían pasado alrededor de 60 años desde que los vampiros dejaron de ocultarse y la ley empezó a velar por ellos.

Los vampiros no eran iguales a los humanos porque eran especies distintas pero tenían los mismos derechos y oportunidades. Lo cual estaba bien y aunque no a todos les parecía correcto, era algo que debían de aceptar.

A Yosetsu le parecía que estaba bien. No tenía ningún problema con los vampiros ni su forma de vivir o de hacer las cosas. Siendo sincero, ni siquiera sentía celos o molestia por los vampiros que salían con las chicas para poder tomar su sangre, siempre que fuera con el consentimiento de ellas.

Desde el punto de vista del Awase, estaba bien, porque cada quien debía hacer lo que fuera necesario para poder alimentarse y seguir viviendo.

Tal vez por eso es que no le importaba compartir su sangre con sus amigos.

—¡Ahg! ¡Hijo de puta! —gruñó de dolor, golpeando con su palma la cabeza castaña de Kaibara, quien se separó con un poco de sangre escapándose de sus comisuras.

—Lo siento, es que me emocioné. —respondió Sen, limpiándose la boca con el dorso de la mano. —¡Tenía mucha hambre, hermano!

—¡Pero no es para que me muerdas tan fuerte idiota! —Se quejó el pelinegro, mientras veía al castaño lamer con suavidad la herida que causó.

Las mordidas de los vampiros, dolían. Era algo como cuando te cortabas con un pequeño cuchillo, después cuando lamían, se sentía igual que las gotas de alcohol cayendo en la herida.

Aunque dolía, era un dolor soportable, aunque aún así, no era una sensación del todo placentera.

—Vas a tener que comprarme el almuerzo después de esto, imbécil.

—Lo que tú quieras, cariño. —Sen se rió, después de separarse del brazo del Awase, y empezando a atarle una pequeña venda en el lugar de la herida. No tardaría mucho en curarse y aunque tampoco corría riesgo de infectarse, de esa forma estaría más cómodo.

Sen era un vampiro que nunca había tenido real queja sobre el sabor de la sangre. Las chicas o los chicos, todos le sabían igual, y cómo le daba pereza esforzarse en impresionar a los desconocidos o intentar ligarse a alguno, prefería recurrir a lo seguro, el cual era su mejor amigo, Yosetsu.

La primera vez que el pelinegro compartió de su sangre, fue una vez cuando vió al castaño pálido y mareado por la falta de alimento. Realmente fue Kaibara quien se negó muchas veces a beber de la sangre de otro chico, pero Yosetsu lo quería como un hermano y no tenía intenciones de seguir viéndolo mal por no conseguir una chica que le ayude.

En un arranque de valor, Awase se cortó la palma y le acercó la mano al rostro, Kaibara sin poder resistirse, lo mordió.

De cualquier forma, los vampiros no tomaban demasiada sangre, así que no fue peligroso para Yosetsu.

Desde entonces, aunque Kaibara no dependía solo de él, no era raro verlo acercarse para pedir un pequeño bocado de la sangre del pelinegro. Y también, desde entonces Sen hacía bromas acerca de una "relación" entre él y su mejor amigo, ya que lo común era que si compartías sangre más de tres veces con una persona, era porque el humano y el vampiro eran pareja.

El cual no era el caso de ellos, aunque sí habían varios rumores, no era algo que les importe.

—¿Qué quieres comer, amor? ¿Pollo o pescado? —Se burló el castaño, levantándose de su asiento.

—Quiero carne. Así que más vale que vayas caminando rápido a la cafetería antes de que se acabe. —gruñó el pelinegro, ajustándose la venda.

—¡Ay! Que gustos tan costosos tienes.

—Sí, eso pasa para que dejes de morderme como un animal salvaje. —Yosetsu lo golpeó una vez más, ganándose un par de risas de su amigo.

—De acuerdo, de acuerdo. Te compraré carne, es más como soy un excelente amigo... —Kaibara rebuscó en su bolsillo hasta sacar su billetera de dónde sacó algo de dinero. —Ten, cómprate un jugo para recuperarte. Tomé un poco más de sangre de lo normal, y la cafetería queda algo lejos de aquí, no quiero que te marees. Yo voy a adelantarme para comprarte el almuerzo.

Después de decir eso, el castaño tomó su mochila y empezó a correr. Ellos siempre se iban a los edificios del norte que se encontraban vacíos a la hora del almuerzo para así no ser molestados por las personas indiscretas. Y la razón por la que se encontraba vacío era porque la cafetería quedaba totalmente para el lado contrario.

Yosetsu miró los billetes y suspiró, caminando con paso calmado. Sen era un dramático, realmente no se sentía mareado ni nada por el estilo, pero no se quejaría por sus atenciones, o por el dinero, después de todo, eso último era algo que le sobraba a la familia del vampiro.

Se acercó hasta una de las máquinas expendedoras y ordenó una bebida de piña alta en hierro para prevenir la anemia.

Clavó la pajilla en la pequeña caja, tomando sorbos largos mientras giraba sus pies rumbo a la cafetería, aunque antes de salir del edificio, sus pasos fueron frenados por un quejido.

Se acercó al origen del ruido con ánimos de ayudar, pero lo que encontró lo dejó totalmente sorprendido.

—¿Yaoyorozu? —preguntó, pero la respuesta fue otro sonido lastimero. —¡Yaoyorozu! ¡Yaoyorozu, ¿Estás bien?!

«¿Qué le habrá sucedido?»

Feed Yourself. | AwaMomo | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora