Las palabras de la anciana daban vueltas en la cabeza de Yaoyorozu, dándole mucho sentido a la situación.
Ahora en su cabeza los recuerdos encajaban y le daban sentido a distintas situaciones de su vida. La razón y la respuesta del porqué la sangre sabía tan mal o tan bien en distintas situaciones parecía tan simple justo ahora que se preguntaba el porqué de que esa información fuera tan poco conocida.
Entendía el porqué algunos chicos sabían mejor que otros, cuando en su interior creía que era lindos ya sea en su físico o forma de ser. Funcionando de la misma manera con las chicas, y aunque tal vez eso debería darle más de qué pensar respecto a su sexualidad, se daba cuenta de qué ese tema nunca había sido importa para los vampiros o al menos, no tanto como lo era para los humanos.
Porque a fin de cuentas, tomar sangre era su principal objetivo, fijarse si se trataba de un chico o una chica solo importaba en los casos cuando desde el punto de vista del vampiro, la sangre de un género, era mejor que la del otro.
Todo calzaba en su lugar, y mientras inocentemente toda la nueva generación de los vampiros ignoraba ese tema, de era absurdamente obvio como para no darse cuenta antes, que el sabor dependía de ellos y sus sentimientos, no del humano.
Pero entonces, la sangre de Yosetsu era deliciosa, mucho mejor que muchas de las que había probado con anterioridad y eso se debía entonces a...
—Hey, reina vampiro. ¿Tienes un segundo?
Una voz masculina la sacó de su trance, no la reconoció al momento pero al voltear en dirección al sonido, el rostro que se encontró fue bastante fácil de reconocer.
—Kaibara-san ¿Qué sucede? —preguntó curiosa. Y es que, ajeno a lo que se creía, aunque fueran pocos, no todos los vampiros se conocían.
—Quiero hablar contigo de algo. ¿Me acompañarías afuera? —preguntó señalando la puerta, de esa forma, ella notó que tenían la vista de una gran cantidad de estudiantes sobre ellos. Y cómo no, Kaibara era un ikemen en toda la regla, con sus sonrisas galantes y sus miradas pesadas por el rabillo del ojos.
—De acuerdo. —contestó curiosa por lo que sea que tenga el castaño para decirle.
Se encaminaron fuera del salón a paso lento y calmado, el castaño iba adelantado un par de pasos, mientras ella lo seguía con lentitud e interés.
Llegaron hasta las escaleras que los llevaría a la azotea de querer hacerlo, pero a ninguno le gustaría debido a la cantidad de sol que había a esas horas.
—¿Y qué desea hablar conmigo, Kaibara-san?
—¿Tomaste de la sangre de Awase? —preguntó. La sorpresa hizo que la morena abriera los ojos de par en par y que sus mejillas se empiezen a colorear de rojo. —Tu rostro ya me dió la respuesta.
—¿Él t-te lo dijo?
—Por supuesto que no, mi mejor amigo es todo un caballero, no me lo diría ni aunque le pregunte. —contestó moviendo su mano como si le estuviera restando importancia al hecho de halagar al pelinegro. —Su sangre fue la me lo dijo.
—¿Cómo? —Momo se mostró curiosa por sus palabras, y ahora fue el rostro del castaño el que mostró una mueca de sorpresa.
—¿No lo sabes? —Sen inclinó la cabeza a un costado con duda. —Los de su clan son muy extraños realmente, y eso que se jactan de respetar todas las raíces vampirícas.
—Bueno, eso acabo de notar.
Momo ni siquiera hizo el intento de refutar, la noche anterior se enteró de un hecho que revolucionaba todo lo que creía saber acerca de la sangre y el hecho de beberla. Enterarse de más cosas ya no le resultaría una sorpresa.
—Aunque no los culpo, en su clan, la mayoría son todos vampiros de sangre pura ¿No? Entonces, básicamente es común que ustedes vean a los humanos como sacos de sangre para alimentarse y nada más. —Kaibara comentó, recibiendo una afirmación de parte de la morena.
No había razones para intentar defenderse o justificarse, porque aunque lo explicó de una forma en la cual sonaba espantosa, no dejaba de tener razón. En el clan al cual pertenecía la familia Yaoyorozu, la sangre solo era alimento, nada más. Necesitaban de los humanos para recibirlos y eran respetuosos al respecto, sin avergonzarse del hecho de que (en algunos casos) solo necesitaban de ellos para nada más que comer.
—Aunque me sorprende que no lo sepas, te lo explicaré. —Kaibara sonrió, mirándola con ternura al ver lo inocente de la chica que no entendía la profundidad de todo aquello que involucraba beber sangre. —¿Sabes que el sabor de la sangre depende de lo que sientas por la persona que te la proporciona?
—Por supuesto. —No admitiría que se enteró de aquello la noche anterior.
—Bueno, de la misma forma, cuando no sientes el apuro de tragar la sangre antes de tener arcadas, puedes saborear el delicioso sabor. La sangre nos dice cosas de los humanos que de otra forma no podríamos saber, algunas cosas obvias como saber si están enfermos o enfermaran pronto, si tomaron algún medicamento su sabor es ligeramente extraño, si su corazón está acelerado o si su cuerpo sigue siendo puro, si es que me entiendes. La sangre tiene emociones y tiene sentimientos, podemos saber si se sienten nerviosos y asustados por nuestra mordida, o si se sienten felices de nuestra cercanía. —comentó, pasando la lengua por sus labios, como si pudiera imaginarse el sabor. —Y de la misma forma, podemos saber si tienen sentimientos por alguien más. Son matices difíciles de notar, que aprendes solo cuando te acostumbras tanto a su sabor que puedes notar cualquier mínima diferencia y encontrarle una razón, así que, usando la misma lógica, la sangre de Yosetsu sabe diferente, de una forma que solo había notado en otro humano, y eso es porque otro vampiro que no fuí yo clavó sus colmillos en él.
Mientras Sen hablaba caminaba alrededor de la morena con calma, y sigilo, mirándola de forma profunda mientras sus labios en una sonrisa divertida.
—Y esos colmillos fueron los tuyo.
—¿Y estás molesto con eso? —La actitud del castaño le parecía ligeramente amenazante, y es que, en ocasiones los vampiros tenían actitudes depredadoras. Defendían su territorio y sobretodo, eran conocidos por lo celosos que llegaban a ser en ocasiones.
—No soy su dueño, ni nada por el estilo. No tengo razones para estar molesto. —comentó Sen, restándole importancia al asunto.
—¿Entonces a qué se debe esta repentina conversación? —preguntó ligeramente a la defensiva, nerviosa por lo imponente que era el aura del otro vampiro pero sin dejarse intimidar.
—¿Te preocupa que pueda decirte algo que para alejarte de su deliciosa sangre? —Kaibara actuaba de forma egocéntrica al hablar, mirándola con una ceja alzada y los brazos cruzados.
—Por supuesto que no. Tú mismo lo dijiste, no eres su dueño, así que no puedes evitarlo. —refutó ella, adoptando la misma postura que él, ganándose una risa divertida del castaño.
—No estoy en contra de que estén cerca el uno del otro y mucho menos voy a evitar que te juntes con él. —contestó, apoyando su espalda en la pared con las manos en sus bolsillos y una postura despreocupada. —Solo te digo que por favor, sea lo que sea que pretendas, sea algo serio.
—¿Tienes miedo de que le haga daño? —Ahora definitivamente la morena estaba confundida.
—Yosetsu es fuerte, no necesita de mi protección, pero aún así. Sé que el me defiende y me cuida de los humanos, pues, yo solo quiero hacer lo mismo por él. —contestó, acercándose sin dejar de mirarla con fijeza. —Y no es que dude de tí, Yaoyorozu, te respeto pero como entenderás tengo reservas conociendo la forma en la que los de tu clan tratan a los humanos. Esta es mi manera de protegerlo.
La seriedad cobro fuerza en su voz mientras sus pesados ojos castaños estaban sobre la morena.
—No es una amenaza. Solo una petición, si no vas enserio, entonces solo déjalo en paz.
—¿Y sí no?
—Entonces... Sé buena con mi amigo, Yaoyorozu. —La miró una última vez, con sinceridad en sus ojos, antes de girar sus pasos en dirección a la salida. —Él hace demasiado por nosotros los vampiros, así que solo espero un trato igual de nosotros hacía él.
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Feed Yourself. | AwaMomo |
Fanfiction[Short-fic] «Alimentate de mí siempre que lo necesites» O: Dónde Momo está acostumbrada a la sangre que puede tomar de los frascos que guarda en su mochila a pesar de su pésimo sabor y de pronto, en un momento de necesidad, termina probando un sabor...