—Oye, Momo.
—¿Hmm?
—¿Por qué te veías tan agotada y hambrienta aquel día cuando me mordiste por primera vez?
—¿A qué se debe la pregunta?
—Curiosidad. —responde Yosetsu con la cabeza recostada sobre el regazo de la vampira. —Me lo pregunto porque siempre tienes contigo frascos de sangre. ¿Que sucedió esa vez?
—Podría decirse que fue una combinación de sucesos desafortunados. —comentó Momo, acariciando con sus dedos el cabello negro del chico. —Esa mañana desperté muy tarde, solo pude guardar un frasco de la reserva, y cómo tenía mucha hambre a la hora de desayunar que me lo tomé, en cualquier otra situación eso habría estado bien, pero cuando fuí a aquel edificio donde nos encontramos a buscar algunos papeles para el consejo, me tropecé y caí por las escaleras.
—Espera... ¡¿Te caíste por las escaleras?! —El chico intentó levantarse asustado, como si lo que escucho hubiese ocurrido hace poco y no hace varios meses atrás.
—Cálmate. Ya sabes que los vampiros nos curamos con una rapidez increíble, solo que eso gasta mucha energía de mi cuerpo. —respondió manteniendo al chico en su lugar mientras hablaba con tranquilidad. —Me rompí un tobillo y me torcí la muñeca, no tardé mucho en recuperarme aunque me levanté tenía mucha hambre. Iba de camino a la enfermería por un poco de sangre de la reserva hasta que...
—Te encontraste conmigo y mi herida abierta. —completó el pelinegro, como si todas las piezas del rompecabezas al fin hubiesen encajado en su lugar.
—Exacto. El olor a sangre nubló mi juicio por un momento, nunca había sentido tanta hambre en mi vida, así que simplemente no pude evitarlo.
—Lo entiendo. Aunque... Yo no cambiaría el cómo sucedieron las cosas.
—Yo tampoco. —respondió ella, con una media sonrisa en sus labios. —De no haberte mordido, probablemente todo seguiría igual que antes. Solo viéndonos en las reuniones del consejo...
—Admirando de lejos y sin atrevernos a hablar. —comentó él con una sonrisa divertida. —Me alegra que me hayas mordido.
Ambos se rieron un poco después de sus palabras.
Han pasado tres meses desde que ambos se confesaron, y en ese momento ambos decidieron que no podían iniciar una relación.
Ambos estaban de acuerdo que no sentían más que un enamoramiento lejano, no sabían nada el uno del otro y todo lo que creían saber era debido a las suposiciones. Así que Yosetsu se atrevió a pedirle una cita y Momo aceptó.
La primera cita llevó a una segunda, de ahí una tercera, y luego muchas más.
Fueron a museos, a plazas y centros comerciales, fueron al cine, a la feria y a la playa en la noche cuando ambos se ofrecieron a verificar los permisos necesarios para el viaje de fin de año que cada día estaba más cerca. A veces no hacían nada, y solo veían películas o leían libros pero sobretodo hablaron.
Hablaron de la vida, y la forma diferente en que era vista por los humanos y los vampiros. Sobre lo que amaban, lo que odiaban, sus pasatiempos, y sus gustos. Los libros que leían, la música que escuchaban y las películas que veían.
Se dieron la oportunidad de conocerse, de descubrir todo aquello que no sabían del otro, y ver qué tan lejos podían llegar.
Hace un mes Yosetsu se atrevió a pedirle ser novios. Y Momo aceptó, porque ambos quedaron encantados con todo lo que descubrieron del otro.
Les dijeron a sus amigos quienes se alegraron muchos por ambos, aunque tal como la personalidad de Kaibara era, no tardó en hacer berrinche por tener que compartir la sangre de su mejor amigo con alguien más, aún cuando Momo le dijo que aún podría tomar sangre mientras Yosetsu los miraba con una ceja alzada, al estar ambos conversando como si la sangre fuera de ellos y no suya. Intentó no reírse de la situación.
De cualquier forma al poco tiempo fue raro verlo pedir sangre, más que una o dos veces a la semana, ya que decía que había encontrado a alguien más delicioso. Awase obviamente se tomó el atrevimiento de actuar ofendido por su comentario.
Los rumores se expandieron con rapidez en la preparatoria al verlos juntos tanto tiempo, cuando hablaban en sus horas libres y se sonreían en los pasillos. Y todos fueron confirmados cuando Momo, harta de las voces a sus espaldas, le pidió a Yosetsu de su sangre para almorzar en la cafetería.
Después de todo, una cosa era pedir sangre en un momento de privacidad y otro muy distinto en un lugar público, ya que de esta forma, era una completa afirmación de que el vampiro y el humano tenían una relación.
—¡Oh! Recordé que te traje algo... —comentó Momo.
Yosetsu se levantó, sentándose erguido frente a ella, viéndola rebuscar en su bolso, hasta que lo encontró, entre sus manos se encontraba una bolsa repleta de caramelos frutales y gomitas.
—¿Y a qué se debe tan lindo regalo?
—Pasé junto a una tienda de dulces ayer, y recordé la última vez que intenté regalarte dulces. —respondió con una risa. —Esta vez, estoy segura de que no me equivoqué.
—Por supuesto que no. Muchas gracias, Momo. —contestó con una sonrisa adorable en su rostro. Metió la mano en su bolsillo, antes de extendersela, en la cual colgaba una cadena dorada con una piedra tan roja como la sangre y un par de manchas azules. —Planeaba dártelo luego, pero veo que es el momento perfecto. Lo ví está mañana cuando venía para acá y me recordó a nosotros por alguna razón.
—Está hermoso, Yosetsu. ¡Me encanta! Puedes ponermelo, por favor.
—Claro.
El pelinegro se acercó hasta colocarse detrás de ella, enganchó la cadena alrededor de su cuello, antes de acomodar el cabello en su lugar para luego dejar un beso en la mejilla de la morena, quien antes de permitirle volver a su lugar, lo atrajo hasta su cuerpo para plantarle un beso en los labios, que el menor no dudo de corresponder.
Los labios de la vampira por alguna razón siempre sabían dulces, eran suaves y al acercarse un poco más era capaz de sentir los colmillos rozarle hasta el punto de casi hacerle daño. Sus besos eran emocionantes y adictivos. Algo incomparable.
—Te quiero, Momo.
—Yo también te quiero, Yosetsu.
Y ambos sonrieron antes de volver a besarse. Era una relación bonita, cariñosa y llena de amor, dónde ambos se respetaban y se apreciaban.
Y todo comenzó gracias a una mordida y la irrefrenable necesidad de alimentarse, pero bueno, si nos ponemos a pensar, ¿No es amar tan importante como alimentarse?
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Feed Yourself. | AwaMomo |
Fanfiction[Short-fic] «Alimentate de mí siempre que lo necesites» O: Dónde Momo está acostumbrada a la sangre que puede tomar de los frascos que guarda en su mochila a pesar de su pésimo sabor y de pronto, en un momento de necesidad, termina probando un sabor...