vii.

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—Gracias por la comida. —murmuró Yosetsu al despegar los palillos.

—¿Cuál gracias? Desvístete, imbécil. —Kaibara le jaló la chaqueta del uniforme, ganándose un golpe. —Bueno, pero luego no te salvas ¿Eh?

—Cállate mejor ¿Quieres? —Se quejó el pelinegro, llevándose a la boca un poco de arroz. Mientras come, sus ojos se desvían por un momento, viendo cómo Yaoyorozu que estaba hablando de algo con Monoma, se aleja con elegancia en sus pasos hasta salir de la cafetería.

Después de irse de la enfermería, Yosetsu llegó con algo de retraso a la cafetería, recibiendo distintas preguntas sobre su retraso de parte de Kaibara y también miradas curiosas de Monoma y Kendo. Culpó a un mareo repentino de la lentitud de sus pasos.

Sen lo observó con duda por largo rato, con la actitud de quién sospecha que le ocultan algo, por más que el pelinegro intentó disimular y fingir que nada sucedía.

Después de eso, no hablaron más del tema y todo siguió normalmente.

Con quién las cosas no continuaron normalmente fue con Yaoyorozu.

Fue como si de un momento a otro, sus mundos hubieran colisionado y ahora fuera imposible apartar la vista del otro.

Awase era consciente de Momo. ¿Cómo no serlo? ¿Cómo no verla?

«¿Cómo no enamorarse de ella?»

Momo era demasiado.

Si tuviera que hacer una lista de todas las cosas que le gustaban de ella, necesitaría tres cuartillas como mínimo.

Le gustaba la forma en la que siempre defendía a los de su especie pero al mismo tiempo, era de las primeras en criticar las malas actitudes que los vampiros tenían.

Momo era respetuosa con todos, era leal con los suyos, era amable, dulce y amigable.

Le gustaba verla, la forma en la que actuaba, era esa clase de personas que podían tener el mundo a sus pies y no lo tenían porque no era lo que querían.

Tal vez, de cierta forma, lo que creía de ella, no era más que una idealización, alguien perfecto que solo existía en su imaginación porque antes del incidente, nunca habían interactuado más allá de saludos y despedidas de cortesía cuando se encontraban en las reuniones del consejo.

La vez de la mordida, podía considerarse como su primer encuentro real. Ella actuó y se comportó de la misma forma que lo ha hecho siempre, amable y dulce, mostrando una faceta nerviosa que el pelinegro desconocía junto a un sentimiento de culpabilidad tal vez demasiado grande para un incidente tan pequeño.

A Yosetsu le gustaría conocerla, y saber más allá de lo que se cree de los vampiros, de lo que dicen del clan de la morena, quiere conocer más allá de lo que se ve, porque no quiere conformarse con la misma Momo que todos observan y admiran.

Tal vez sea pedir demasiado, pero le encantaría conocer a la verdadera.

Momo la que tiene inseguridades, la que tiene miedos, la que tiene sueños y errores.

Ya no desea que le guste la reina vampiro.

Desea, algún día, decir con total seguridad que se enamoró de ella.

Quiere enamorarse de Momo Yaoyorozu.

—¡Awase-san!

Escuchó su voz de forma tan repentina, que se ahogó por un segundo con el poco arroz que le quedaba en la boca. Se había sumido tanto en sus pensamientos que Kaibara en algún momento se había alejado para hablar con Monoma y el resto quienes voltearon con ligera curiosidad al igual que él en dirección a la voz de la vampira.

—¿Estás bien?

Fuera de la razón que la hizo venir con tanta rapidez en su dirección, se detuvo y tomó la oportunidad de preguntarle por su bienestar, acercándole la botella de agua.

—Sí, claro. No te preocupes, Yaoyorozu. —respondió, viéndola con curiosidad y es que no había hablado casi nada desde el incidente. —¿Qué sucede?

—Sé que es mucho pedir y que aún no he hecho nada para recompensarle por mi desliz de la última vez pero por favor. De verdad necesito de su ayuda.

Y sobra decir que Yosetsu aceptó sin dudar.

Feed Yourself. | AwaMomo | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora