Sigaro

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su llegada a marbella fue lo más normal del mundo, lo único de lo que podía quejarse era su culo cuadrado después de las tantas horas sentado en el avión. ambos apenas pusieron un pié fuera comenzaron la investigación de plano, a pesar de estar en tan bello lugar, no estaban de vacaciones y el rubio quería terminar el trabajo lo más pronto posible.

ya era su tercer día en la cuidad y para su decepción no habían encontrado gran cosa, a pesar de ser agentes de alto cargo solo consiguieron a cuatro pelagatos que no dieron mucha información, estaba frustrado y al parecer horacio lo estaba igualmente. las cosas pasaron tal y como lo supuso, ambos se habían separado para investigar cada uno por su cuenta y sincerandose consigo mismo, le daba aún más pereza trabajar solo, no tenía momentos de diversión o distracción, se dedicaba a investigación pura y dura.

en la noche solía dar vueltas por las calles para ver algún movimiento sospechoso y poder seguir el rastro de la gente que los realizaba. estresado y con las piernas cansadas de haber caminado todo el día decidió comprarse una cajetilla de cigarros, a pesar de no tener la costumbre de fumar, lo hacía de vez en cuando para compensar el estrés en situaciones límite.

estando frente a un badulaque de nombre peculiar, entró al "Kerule" buscando también una botella de agua, su garganta lo estaba matando y su cabeza ya no daba más del dolor. un ojeroso rubio con el cabello desordenado y ojos heterocromaticos estaba ordenando los productos detrás de la caja, este se veía bastante confundido a la hora de hacer esto, como si nunca lo hubiera hecho. se acercó lentamente a la caja luego de sacar el agua, un suave "buenas noches" con una voz rasposa y grave salió de sus labios, lo que asustó al rubio detrás del mostrador, gustabo sonrió ante la reacción, la cara que había hecho le hizo cierta gracia.

sin perder más tiempo dejó la botella en el mostrador justo a un lado de la caja registradora, su mirada estaba fija en los ojos bicolor del hombre frente suya, aquellos ojos habían llamado su atención a pesar de conocerlos de antemano gracias a horacio, los del rubio eran hipnotizantes. una vez se dió cuenta de lo extrañado que se veía el hombre bajó su mirada, fijándose en la ropa que llevaba la cual se veía lo suficientemente elegante como para solo atender un badulaque de ese calibre.

一 buenas noches, ¿sólo desea eso?

la voz flaqueaba, quizás de los nervios ¿él no se encargaba de atender la caja normalmente? tal vez era nuevo, mil preguntas rondaban la cabeza de gustabo, notando también como a través de esas palabras un leve acento salía a la luz ¿italiano, quizás? se le dificultaba más de la cuenta adivinar gracias a lo leve que era, como si el acento estuviera desapareciendo de su lengua por la poca práctica del idioma.

一 buenas, quiero una cajetilla de cigarros también, por favor, ¿tienen encendedor?

aquellos ojos cansados siguieron el dedo que apuntaba la cajetilla de cigarros que quería, asintiendo lentamente ante la pregunta mientras cogía la caja y el encendedor del mostrador, dejándolo todo a un lado de la botella de agua. gustabo pudo notar como las manos del rubio temblaban, probabilmente de los nervios.

一 eso es todo, ¿cuánto sería?

con el total dicho, gustabo pagó todo sin quejarse, sin duda el badulaque era más barato de lo que pensaba, marbella era una ciudad llena de maravillas, hermosos paisajes y lugares turísticos pero era caro, comprarse algo ahí era sacar la mitad de tus ahorros. el ojiazul se prometió mentalmente ser cliente frecuente de la pequeña tienda debido a los pocos fondos que el FBI le había otorgado gracias a su falta en el trabajo, tachandolo de "irresponsable", era su castigo.

antes de irse, gustabo regresó la mirada a los ojos contrarios, volviéndolo a confundir y que por defecto, causara que el rubio alzara una ceja intentando descifrar sus intenciones, una vez su antebrazo se extendió en dirección al hombre con la cajetilla en mano, el rubio entendió a lo que se refería, el agente juraba que su rostro se iluminaba de la emoción.

一 ¿quieres fumarte uno ahí fuera?

contento por poder sacarle una sonrisa al contrario, vió como este asintió rápidamente, parecía un niño pequeño. el hombre salió de su lugar para acompañarle fuera de la tienda, se podía ver lo aliviado que estaba y como su cuerpo entero se relajaba por un momento, había tenido un día de mierda y que mejor que pasar un rato con un bello hombre de ojos azules completamente desconocido.

¿qué podría salir mal?

una vez fuera del lugar, gustabo aprovechó y prendió su cigarro primero, ofreciendo la cajetilla al contrario invitándole a sacar uno. una vez el cigarrillo estaba en sus labios, gustabo se acercó para prenderlo, dejándole una sensación extraña en el estomago al darse cuenta del prolongado tiempo que se había tomado para admirar los labios de aquel desconocido del cual ni el nombre conocía, tampoco es como que quisiera darle importancia a ninguna de las dos cosas, el hombre se veía cansado y su buena voluntad hizo lo que pudo para ayudarle a descansar.

一 nunca te había visto por aquí, bambino.

el cerebro de gustabo hizo cortocircuito ante esa frase, decir que era nuevo por ahí iba a causar muchas preguntas, pero decir que llevaba ya un tiempo por ahí causaría sospechas ante el italiano, necesitaba mantener un perfil bajo para sus investigaciones, estaba demasiado expuesto, ahora que lo pensaba con mayor claridad. decidió irse por lo más fácil, no quería sospechas por ninguna parte, más ahora que confirmó la teoria que tenía sobre el contrario y su lengua italiana, menos se iba a fiar cuando sabía que los mafiosos que investigaba eran justamente italianos.

一 soy nuevo, vine de vacaciones porque escuché que marbella tenía unas playas de puta madre.

sin dar más espacio a detalle le dió una rápida y profunda calada a su cigarro, rezando en su interior para que el rubio no hiciera más preguntas sobre su estadía en la cuidad, se suponía que él era el investigador, no el investigado.

一 pues muy cierto, la verdad. 一el italiano sonrió, llevando el cigarro entre sus labios一 si quieres luego te puedo dar un tour como es debido, ya sabes, para devolverte el favor.

一 vale ¿mañana estás libre?

gustabo solo vió como el rubio asentía, dirigiéndole la mirada mientras un poco de humo salía de su nariz. tenía que admitir que el italiano tenía un buen porte, además de una buena cara a pesar de lo cansado y desaliñado que se encontraba en esos momentos, apostaría todas sus pertenencias a que aquel rubio se vestía con pulcritud todos los días.

un coqueto.

一 te veo mañana entonces, aquí mismo.

una vez el cigarro se acabó, gustabo se enderezó levemente, desanimado por el término de la conversación y se estiró de manera suave frente al italiano, guiñandole un ojo de por medio, como le era costumbre el coquetear en broma con sus sospechosos para sacar algún tipo de información extra a través de la aprovechada confianza.

一 nos vemos, gracias por las cosas.

𝙘𝙖𝙩𝙩𝙞𝙫𝙚 𝙖𝙗𝙞𝙩𝙪𝙙𝙞𝙣𝙞 ❝ gustoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora