il mare blu

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la miseria sin fin que gustabo sentía cada día al ver como el encanto natural del italiano le afectaba le ponía de los nervios, su sonrisa al mirarle sin aquellos lentes oscuros lograba que su corazón se acelerara cada vez más, ese brillo en los ojos bicolor del rubio eran indescriptibles, fuera del límite de su vulgar vocabulario.

era la segunda vez que su presencia pisaba un restaurante de tan alta gama, siendo cortesía de los gambinos. gustabo se sentía fuera de lugar pero la insistencia ante una cita doble lo trajo arrastrado a la actualidad, su cuerpo tenso ante el arrepentimiento de ceder y aceptar la invitación le molestaba, no era disgusto sino terror de tener a horacio observando sus interacciones con toni, tanto así que el ojiazul no había dicho una sola palabra hasta pisar el lugar. el italiano no era su razón para estar incómodo, sin embargo, horacio ya le había reiterado variadas veces como el FBI le envió una carta sancionando su poco profesionalismo ante las órdenes dadas.

一 ¿estás bien, amore mio?

la inocencia de toni se revelaba al verle pensante, dudando si traerle aquí a pesar de que gustabo se había negado varias veces haya sido una buena idea ¿quizás lo presionó mucho? ahora el italiano era el que se encontraba hundido en sus arrepentidos pensamientos, una mano en su mejilla le hizo reaccionar justo cuando comenzaba "innamorarmi di te de peppino gagliardi" su mirada conectada con los preocupados azulejos lograron relajarlo, una sonrisa sin aliento se formó en sus labios al observar la belleza del rubio que le preguntaba si se encontraba bien.

一 oye que seguimos aquí eh, tortolitos, relajarse.

interrumpió carlo logrando que ambos rieran avergonazados, el menor de los gambino les miraba con asco mientras su brazo se pasaba entre los hombros de horacio sigilosamente sin querer incomodarlo. gustabo se dio cuenta del silencio que reinaba en el de cresta, extrañado entrecerró los ojos, observando como el rostro del agente se encontraba rojo como una rosa, estático como si de un maniquí se tratase; para él era evidente la vergüenza que tenía ante la cercanía del italiano. gustabo alzó una ceja con gracia, curioso por las reacciones ajenas, estaba convencido de que horacio no tendría tapujos en estar con carlo, ¿quizás él y toni hicieron que se juntaran muy pronto?

一 gustabo ¿me acompañas al baño un segundo?

el mesero justamente había llegado a su mesa, habiendo todos decidido con anterioridad, toni y carlo tomaron la orden mientras los otros dos se dirigían al baño, gustabo estaba expectante por las palabras del de cresta quien nervioso daba vueltas en las puertas sin saber cómo empezar a relatar su molestia. el rubio en un intento de relajarlo le tomó de las manos, acariciándole con su pulgar mientras sonreía con una mirada reconfortante, dándole ánimos al menor para hablar.

一 es muy guapo tío, me pone nervioso el hijo de puta.

gustabo frunció el ceño en un intento de entender las palabras de horacio, al darse cuenta a quien se refería un fuerte carcajada se escapó de sus labios, la preocupación y nerviosismo que carcomían al ojiazul desaparecieron inmediatamente, no se esperaba que la mayor molestia del peliblanco fuera que el italiano menor sea guapo; era cierto, jamás juzgaria a horacio por decir la verdad, alivio era lo que recorría todo su cuerpo, abrazándole por la cintura sin poder parar de reír, el más alto estaba molesto por las burlas de su compañero, esperaba que se lo tomara más en serio.

一 pero no te rías tío, no sé que hacer, carlo me llama la atención pero siento que es... demasiado, en todos los sentidos ¿sabes?一las risas del ojiazul cesaron, dando paso a dudas surgiendo por su cabeza, horacio tenía razón, carlo era demasiado en todo. alguien impulsivo, violento pero leal y gracioso, gustabo estaba seguro que ambos estarían bien juntos.

一 tomate un tiempo para conocerle, yo no he compartido mucho con él pero doy fe en que es un tío de puta madre, él tiempo que he pasado con carlo ha sido espectacular, si no te convence me lo puedes decir y eso puede terminar ahí sin problema ¿vale?

gustabo estaba enamorado y horacio no podía evitar sentirse satisfecho al haberle traído con él, ver los ojos con aquel brillo le causaba una sonrisa que nadie podía borrar, horacio sabía el porque estaban haciendo planes así, al menos lo sospechaba y tenía miedo.

al volver los platos aún no estaban servidos, horacio se sentó al lado de carlo con mucha más tranquilidad que antes, apegando su cuerpo un poco más con seguridad; así pasó la noche, los dos no podían quitar las manos de encima del otro, riendo por la cosa más tonta e incluso eran ellos ahora los que olvidaban la presencia de los otros dos rubios quienes miraban orgullosos, podían estar tranquilos de que ningún familiar suyo estaría sólo.

la cena terminó con las respectivas parejas yéndose a direcciones contrarias. gustabo y toni se despidieron alegremente de los otros dos, aliviados al ver sus figuras alejándose lentamente. el de ojos bicolor miró al más bajo, sonriente y feliz, su mano se acercó a su mejilla, logrando que gustabo le dedicara otra dulce mirada; sonriente, su ojos bajaban a los rojizos labios contrarios, el ojiazul al darse cuenta tomó la iniciativa terminando con la distancia, los ojos de toni se abrieron en sorpresa, siguiendo aquel lento y victorioso beso sin problema.

ambos se separaron levemente, casi sin dejar un espacio entre sus rostros, permitiéndose ver el color carmesí que adornaba cada uno en sus rostros, les causó gracia, éste no era su primer beso, ni tampoco el último para sentir tal vergüenza. el brillo el los ojos de gustabo logró que toni sintiera un cosquilleo en el cuerpo, la felicidad le revolvía el estómago, el primer día que conoció a gustabo sus profundos ojos azules se encontraban oscuros; a toni le gustaba comparar aquellos ojos con un mar que no había podido ser iluminado debido a lo nublado que estaba el cielo, ahora no puede evitar mirar fijamente a ese brillante azul que le añade vida al mar que está tranquilo delante de un colorido amanecer.

一 te amo, toni.

las palabras se atoraron en su garganta, el asombro de aquella confesión detonaba sorpresa en todo su cuerpo, su rostro se separó del contrario por inercia, observando el sonrojado rostro del mayor, nunca esperó que gustabo fuera el primero en decir aquellas palabras puesto que no era una persona que expresase verbalmente lo que siente, a pesar de ser palabras cortas y directas para toni significó el mundo entero, ninguna cantidad de dinero podía otorgar esa sensación satisfecha que recorría su cuerpo.

gustabo, sin dejar que toni le respondiera, volvió a besarle con un ritmo más violento, estaba avergonzado y eso el italiano lo sabía pero le causaba ternura tampoco se preocupó en devolver aquellas palabras, creía que gustabo no necesitaba eso para saber que lo amaba y que su corazón pertenecía a gustabo garcía

𝙘𝙖𝙩𝙩𝙞𝙫𝙚 𝙖𝙗𝙞𝙩𝙪𝙙𝙞𝙣𝙞 ❝ gustoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora