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Gritos. Solo se escuchaban gritos en aquel coche. Quackity agarraba con fuerza el asiento como si en cualquier momento explotara y saliera propulsado.

— ¡Estoy harto de ti! — Jschlatt era el que conducía. La cara del conductor estaba roja y llena de ira. Estaba borracho otra vez. ¿Conducir? Bueno, si estaba conduciendo pero sin pensar en la ley o en el peligro. Jschlatt conducía como si estuviese en una carrera en la que dependía su vida. Aceleraba rápido y los giros eran bruscos y agresivos.

Quackity miraba por la ventana para observar aquella noche estrellada. Oía los gritos del borracho pero no los escuchaba, solo escuchaba una voz pero no entendía lo que este decía ya que no le estaba poniendo la más mínima atención. Su atención estaba enfocada en la linda noche que era y en el peligro que corría en las vidas de los dos.

Era de noche y no se veía muy bien. Las carreteras estaban húmedas por la lluvia que hizo ese mismo día y con Jschlatt en ese estado... Su vida dependía de la suerte.

— ¡Responde cuando te hablo! — Jschlatt dió una fuerte pisada al acelerador del coche. El cuerpo de Quackity se echó hacia atrás con brusquedad por aquella repentina subida de velocidad.

Quackity sin pensarlo, sin conciencia de sus actos agarró uno de los brazos de Jschlatt que agarraba el volante. Se aferró a ese brazo mientras miraba al frente con cierto miedo.

— ¡No me toques! — El conductor pegó a Quackity un empujón con el brazo y logró que este le soltara ¿Pero a qué precio? Al empujarle perdió el control del volante y salió de la oscura carretera.

— ¡Jschlatt! — Gritó el del gorro. Los dos empezaron a gritar hasta que se hizo el silencio.

Ya no habían gritos. La mirada de Quackity se iluminó y abrió sus ojos como platos, ahora solo veía blanco. Un fuerte golpe hizo que cerrara sus ojos. Sentía un gran dolor en uno de sus ojos y también en el cuello.

— ¡Mierda! — Agarró su propio cuello con las manos temblorosas. No podía ver nada ya que sus ojos eran incapaces de abrirse. Empezó a sentir un gran mareo y su cabeza cayó hacia el frente así dejando todo su cuerpo encorvado hacia delante.

Ya no sentía nada ni veía nada. Se había desmayado.

¿Quién era Jschlatt? ¿Era su amigo? Quizás. ¿Era su enamorado? Quizás. ¿Eran enemigos? Seguramente. ¿Odiaba a Jschlatt? Si. ¿Le amaba? Ni un poco.

Jschlatt se quedó mirando a Quackity serio, con la boca entreabierta. Allí estaba el del gorro tirado en el coche sangrando de una gran raja que se hizo en su rostro y una leve raja en su cuello.

Jschlatt también estaba sangrando pero por pequeños cortes que se hicieron en su cara por culpa del cristal que se rompió delante de ellos. ¿Qué había pasado? Miró al frente. Ahora todo tenía sentido. Al salir de la carretera su coche chocó con un árbol y rompió toda la parte delantera del vehículo.

Abrió la puerta y salió de allí dejando dentro a Quackity. Estaba cojeando levemente pero solo por el temblor que sentía en sus piernas, nada grave. De su bolsillo sacó su móvil. Estaba rota la pantalla pero aún se podía utilizar.

— ¿Estoy hablando con emergencias? — La voz de este era tranquila y seria. Parecía que no sentía nada, que nada había pasado. Dió toda la información a los oficiales y esperó a que llegaran.

Espero y espero, sentado en la hierba con su traje lleno de sangre, manchas y rajas. En su boca había un cigarro el cual sacaba humo y lo mandaba hacia el cielo. Sus ojos estaban posados en el coche, concretamente en el chico tumbado que estaba dentro. ¿Iba a morir? A Jschlatt realmente no le importaba mucho la vida de aquel chico. Ninguno sentía nada entre ellos. Ahí se dió cuenta, en ese momento se dio cuenta que Quackity solo era una carga para el y para sus planes. Se dió cuenta que Quackity ya no le servía para absolutamente nada.

Love Of My Life - QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora