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Quackity había despertado por fin en su casa. Por fin había despertado después de tanto tiempo en su pequeño y humilde piso que se encontró en el centro de la ciudad.

Cuando se despertó lo primero que hizo fue desayunar y luego se dio cuenta de un baño. Tumbado en la bañera llena de agua recapacitó sobre su vida. 

Se sintió estresado, se sintió cansado. En esa misma bañera tuvo un pensamiento depresivo. — Todo sería más fácil si estuviese muerto. — Poco a poco se fue hundiendo más en el agua de la bañera hasta que su cabeza quedó completamente hundida. Su pelo se movía en el agua transparente y sus ojos estaban cerrados. Se quedaron unos segundos metido en sus pensamientos y en el agua hasta que por instinto de su cuerpo tuvo que salir. — No pienso morir. — Abrió el tapón de la bañera y el agua se iba poco a poco. Cuando finalmente desapareció aquel líquido salió de la bañera. 

Se colocó frente al espejo mojado y desnudo. Las gotas de agua caían por su cuerpo y le hacían sentir frío. 

Dio un fuerte golpe al lavabo que estaba debajo del espejo con sus dos manos. 

— ¡No seas patético Quackity! Eres el mejor. Eres una nueva versión de ti mismo. — Empezó a sonreír con sus cejas fruncidas, tenía una expresión mezclada con enfado y orgullo. Pasó sus dedos encima de aquella cicatriz, acariciándola como si en cualquier momento fuera a romperse como el cristal. — No me veo ni tan mal con ella. — Con sus brazos se empujó hacía atrás y empezó a secar su cuerpo y pelo con una toalla. 

Cuando terminó se vistió con unos pantalones negros anchos y largos y con una camisa blanca de manga larga que dejaba sin atar los dos botones de arriba así quedando medio abierta. También llevaba unos tirantes del mismo color que el pantalón y un lazo de color rojo mal atado en su cuello. Obviamente en su cabeza también tenía puesto el gorro típico que nunca se quitaba, siempre salía con el gorro puesto. 

Antes de salir de casa se puso sus zapatos y en su bolsillo guardó su móvil, las llaves de casa y su cartera. También puso en su espalda una mochila. 

Salió de su hogar y empezó a caminar por las calles. Era un bonito día, el sol brillaba y el cielo estaba despejado. ¿A dónde estaba yendo el chico? Iba a estudiar. 

El azabache estaba estudiando derecho y mientras se dedicaba a sus estudios también trabajaba los viernes y sábados en un casino llamado Las Nevadas. El joven era Crupier, el era el que giraba la ruleta o el que repartía y barajeaba las cartas después de las apuestas. También recoge las fichas de las apuestas de los perdedores y paga a los ganadores. Quackity al ser bastante inteligente era muy rápido y preciso para calcular y reconocer el premio de los que ganaban. 

Con este dinero rápido y entretenido que ganaba los findes de semana a la tarde y noche se podía permitir sus estudios de derecho en la universidad. 

Quackity en aquel trabajo aprendió mucho. Allí comprendió que la adrenalina y la diversión lo era todo para los adictos a las apuestas. Veía a hombres desesperados que buscaban en la suerte el dinero, hombres con mucho dinero buscando la adrenalina y diversión sin importar el dinero, los hombres que tenían dinero pero querían más y más, también estaban los tipos como Quackity que se encargaban de darles la diversión... Y para terminar estaban los peces gordos dueños del local que con las adicciones de las apuestas se bañaban en billetes. Allí comprendió que en ese casino los humanos no eran importantes, lo importante era el sucio dinero. 

También comprendió que si alguien quería ser exitoso en la vida tenía que juntarse con gente adecuada. No era algo clasista, eso te hacía listo y era la cruel realidad. Si alguien quería salir de la pobreza debería dejar de pensar como pobre y aprender de los mejores y más ricos, juntarse con gente correcta para obtener beneficios y conocimiento. Quackity odiaba en el mundo en le que tuvo que nacer ya que ese mundo dependía del dinero.

Love Of My Life - QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora