Capítulo I

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El clima habitual del pueblo era nublado, siempre nublado, muy pocas veces era soleado, y normalmente llovía de vez en cuando. Pero el clima siempre era gris.

Los pequeños mechones de su cabello marrón balanceaban, y eso que su cabeza estaba cubierta de una boina con estructura que ocultaba sus ojos azules. Se encontraba mirando su lista de compras, en el mercado del pueblo por la mañana, ya que era el mejor momento, el sol iluminaba el antiguo pueblo durante las mañanas, sin embargo este era opacado por las nubes después del mediodía. Y durante ese tiempo de luz, los pueblerinos aprovechaban para salir a comprar al mercado, a cuchichear entre vecinos, etc.

Siempre iba acompañado de su escopeta, la llevaba puesta desde que cumplió 13 años, con su mano izquierda sostenía la parte baja de la escopeta y en su hombro estaba el metal pesado que al momento de ver una bestia, este dispararía dos enormes y gruesos cartuchos. Mientras que con su mano derecha sostenía la lista de compras que hizo antes de salir.

-Solo falta...el queso.-el joven de 18 años caminó directo al puesto de lactantes, donde estaba Mirla, una señora de 30 años rodeada de botellas de leche, de queso, mantequilla o Yogur.

-¡Buenos días, Mono!-le saludó la señora muy alegre-No me digas, ¡ya lo sé! Quieres queso.

-Es la rutina.-se expresó de forma tímida, dibujando una pequeña sonrisa en su rostro. La señora de inmediato cortó un trozo grande de queso de cabra, el favorito de Mono, lo puso en una bolsa de papel y se lo dio.

-¿Cómo está Six?-Mono le daba 3 piezas de plata a la mujer.

-Está en sus días.-le murmuró. La señora de inmediato alzó las cejas, símbolo de asombro.-No se preocupe, sé lo que debo hacer.

Mono siempre cuidaba de Six cuando ella se quedaba encerrada en su habitación durante esos 5 días que duraba su dolorosa menstruación, y la consentía demasiado, dándole chocolate, golosinas y carne, mucha carne.

Eran las 11 de la mañana, Mono había terminado sus compras, las llevaba en una bolsa colgando de su mano derecha. Caminó directo a su casa, pasando por el centro del pueblo, que estaba muy lleno. La multitud muchas veces lo agobiaba, y esa era una de las razones por las cuales no se puede mudar a las grandes ciudades. Los niños pequeños revoloteaban por las calles, mientras sus madres hablaban entre ellas, contando chismes sobre el nuevo y guapo vecino que se había mudado recientemente al pueblo de Gjae.

Pero a Mono no le importaba escuchar asuntos ajenos. Miró la vieja iglesia del pueblo, que durante los años había perdido su color. Pronto las campanas sonarán indicando el mediodía.

-¡Hola Mono!-el chico volteó su mirada a Regina Glee, una chica que era muy simpática y amistosa en el pueblo. Su carácter era lo que todo el mundo admiraba de ella, además de caracterizarse por su singular trenza que dejaba colgando por delante de su hombro derecho.-¿Six puede salir?

-No puede, está en sus días.-le dijo.

-Que triste, es que hace unas semanas fuimos con la costurera para hacerle un vestido muy lindo.-Regina juntó sus dos manos de una forma muy femenina.

-Pero a Six no le gustan esos vestidos extravagantes.

-No son extravagantes, es femenino. Además, la Pretendiente siempre nos enseña sus hermosos vestidos y nos deja mal, sobre todo a Six.-Claro, la niña más rica y malcriada del pueblo. La llamaban la Pretendiente, pero su nombre era Elizabeth. Se caracterizaba por siempre llevar su hermoso vestido blanco, que combinaba con su cabellera albina. Esta chica se la pasaba humillando a las chicas y chicos con menos recursos en el pueblo, además ella vive en una mansión al otro lado del pueblo, que conecta con un acantilado. Siempre estaba sola, porque no tenía amigos, sus padres nunca estaban en casa.

La Caja Musical (Monix).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora